viernes, 19 de septiembre de 2025

 


Prólogo del libro Crónicas de la Peripecia Humana

                 Piriguazú Ediciones, Danilo Antón

 

Las perspectivas, enfoques y visión que tenemos acerca de las sociedades

humanas nos las dan nuestras formaciones y experiencias que

a menudo son insuficientes para comprender su vasta complejidad.

El entendimiento está limitado por la pequeñez del lugar donde se

desarrollan nuestras vidas, que es sólo una ínfima parte del planeta.

Del mismo modo, la percepción se restringe por la época y breve

duración en que transcurren nuestras existencias, siempre sometidas

a las limitantes biológicas y expectativa de vida de la especie.

Nuestras nociones están deformadas por prejuicios y estereotipos

que generan una imagen unilateral y tendenciosa de la realidad.

El principal desafío es poder sobreponerse a los encuadramientos

de nuestras herencias y avatares de la fortuna.

Las barreras psicológicas virtuales pueden ser superadas con una

mentalidad abierta y crítica alimentada por amplia información y

experiencias variadas.

Se trata de presentar una visión a la vez analítica e integradora de

las peripecias sociales e individuales en los muchos tiempos y geografías

en donde hayan tenido o tengan lugar.

Procuramos poner un poco de sentido en a nuestra naturaleza humana,

de seres bípedos y macrocefálicos, caminadores y pensantes,

constructores de artefactos, elaboradores de símbolos sofisticados y

relaciones sociales complejas.

Para avanzar en esa tarea hemos intentado sondear en nuestras

experiencias vitales y recorrer las fuentes de información en forma

inquisidora y respetuosa.

Recordé mis estadías en las comarcas chinas de Lan Zhou y Mongolia

Interior.

Rememoré sensaciones recibidas en las aglomeraciones

urbanas de Bombay y Delhi de la India superpopulosa y en las

antiquísimas urbes pakistaníes del Lahore punjabi y la multitudinaria

Karachi.

Repasé las imágenes de las montañas de Nueva Guinea y y las 

inundaciones irreversibles de Bangkok.

Recorrí en mi memoria los extensos campos dunares de Arabia, donde trabajé

varios años, aprendí muchas cosas, sobre la vida sobria y austera de los beduinos,

y la visión solemne del desierto en el Sudán nilótico de Nubia.

También evoqué las llanuras alsacianas de Francia donde realicé mis

estudios e hice amigos del alma.

En Galicia, Cataluña y las comarcas italianas de mis ancestros y familiares. 

Recordé la profundidad histórica de Roma, la bella Nápoles desordenada y 

pompeyana, el Egeo soleado y luminoso y el antiguo Magreb marroquí y tunecino.

También contribuyeron mis experiencias en el Sahel de Mali, Níger

y Burkina Faso, en la contradictoria Uganda, verde y lacustre.

En las costas del Golfo de Guinea, en Kenia, Tanzania, Zimbabwe, en

Suazilandia, hoy Eswatini, y en África del Sur.

Recapitulé mis estancias en los países de América Central y del

Caribe, los numerosos viajes a Costa Rica, la Guatemala volcánica e

indígena, Nicaragua de los lagos hermosos, el orgullo rebelde de los

salvadoreños, la experiencia cubana, generosa, sacrificada, internacionalista,

irrepetible, la omnipotente presencia africana de Haití

con su pobreza inmerecida y el mundo multicultural de Jamaica y

Trinidad.

También intenté repensar los enriquecedores años mexicanos viviendo

en Guerrero, Toluca y Michoacán, en un país que siempre

me recibió con solidaridad y simpatía, la prolongada estadía en Canadá,

nación que brindó oportunidades y una ciudadanía bienvenida en

momentos de ostracismo.

Mi temporada como docente en Minnesota y fundamentalmente las

múltiples recorridas en América del Sur, en el extenso territorio brasilero,

Mato Grosso, Paraná, Sao Paulo, Alagoas, Pernambuco, Río de Janeiro,

Minas Gerais, los repetidos viajes a la Argentina, al Paraguay sobreviviente

e íntegro, al Chile de los mapuches y la camanchaca, al Alto Orinoco

venezolano, al altiplano paceño, a las islas uro del Titicaca, los valles

cochabambinos, las selvas del Chapare y tantos otros lugares del bello país

boliviano.

Y finalmente, revivir mis antiguas y nuevas experiencias en los campos

y ciudades uruguayas y en los barrios y calles de mi Montevideo

natal. En el verde paseo del Prado a las concurridas calles céntricas y la

Ciudad Vieja que no lo es tanto, pero que trae recuerdos de mis estudios

y familiares.

El desafío fue ordenar y evaluar todos estos aportes, muy desestructurados

en la memoria, y agregar nuevos datos e información que permitiera

llenar vacíos, resolver incongruencias, comparar, hilvanar y al

fin de cuentas tejer un tapiz heterogéneo y multicolor

Espero que el esfuerzo sirva de humilde aporte para comprender mejor

los contrastes y sutilezas de la aventura humana a lo largo del

tiempo y a lo ancho de la geografía.

Y bueno, en base a todo eso, recuerdos y aprendizajes estoy intentando estructurar 

mis ideas sobre nuestra especie, insólita y consolidada.

Y de todos ambientes, digamos, la geografía, las formas de enfrentarlos, así como 

establecer las relaciones entre sus integrantes. Lo que se llama cultura.




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