Prólogo del libro Crónicas de la Peripecia Humana
Piriguazú
Ediciones, Danilo Antón
Las
perspectivas, enfoques y visión que tenemos acerca de las sociedades
humanas
nos las dan nuestras formaciones y experiencias que
a
menudo son insuficientes para comprender su vasta complejidad.
El
entendimiento está limitado por la pequeñez del lugar donde se
desarrollan
nuestras vidas, que es sólo una ínfima parte del planeta.
Del
mismo modo, la percepción se restringe por la época y breve
duración
en que transcurren nuestras existencias, siempre sometidas
a
las limitantes biológicas y expectativa de vida de la especie.
Nuestras
nociones están deformadas por prejuicios y estereotipos
que
generan una imagen unilateral y tendenciosa de la realidad.
El
principal desafío es poder sobreponerse a los encuadramientos
de
nuestras herencias y avatares de la fortuna.
Las
barreras psicológicas virtuales pueden ser superadas con una
mentalidad
abierta y crítica alimentada por amplia información y
experiencias
variadas.
Se
trata de presentar una visión a la vez analítica e integradora de
las
peripecias sociales e individuales en los muchos tiempos y geografías
en
donde hayan tenido o tengan lugar.
Procuramos
poner un poco de sentido en a nuestra naturaleza humana,
de
seres bípedos y macrocefálicos, caminadores y pensantes,
constructores
de artefactos, elaboradores de símbolos sofisticados y
relaciones
sociales complejas.
Para
avanzar en esa tarea hemos intentado sondear en nuestras
experiencias
vitales y recorrer las fuentes de información en forma
inquisidora
y respetuosa.
Recordé
mis estadías en las comarcas chinas de Lan Zhou y Mongolia
Interior.
Rememoré
sensaciones recibidas en las aglomeraciones
urbanas
de Bombay y Delhi de la India superpopulosa y en las
antiquísimas
urbes pakistaníes del Lahore punjabi y la multitudinaria
Karachi.
Repasé las imágenes de las montañas de Nueva Guinea y y las
inundaciones irreversibles de Bangkok.
Recorrí en mi memoria los extensos campos dunares de Arabia, donde trabajé
varios años, aprendí muchas cosas, sobre la vida sobria y austera de los beduinos,
y
la visión solemne del desierto en el Sudán nilótico de Nubia.
También
evoqué las llanuras alsacianas de Francia donde realicé mis
estudios
e hice amigos del alma.
En Galicia, Cataluña y las comarcas italianas de mis ancestros y familiares.
Recordé la profundidad histórica de Roma, la bella Nápoles desordenada y
pompeyana, el Egeo soleado y luminoso y el antiguo Magreb marroquí y tunecino.
También
contribuyeron mis experiencias en el Sahel de Mali, Níger
y
Burkina Faso, en la contradictoria Uganda, verde y lacustre.
En
las costas del Golfo de Guinea, en Kenia, Tanzania, Zimbabwe, en
Suazilandia,
hoy Eswatini, y en África del Sur.
Recapitulé
mis estancias en los países de América Central y del
Caribe,
los numerosos viajes a Costa Rica, la Guatemala volcánica e
indígena,
Nicaragua de los lagos hermosos, el orgullo rebelde de los
salvadoreños,
la experiencia cubana, generosa, sacrificada, internacionalista,
irrepetible,
la omnipotente presencia africana de Haití
con
su pobreza inmerecida y el mundo multicultural de Jamaica y
Trinidad.
También
intenté repensar los enriquecedores años mexicanos viviendo
en
Guerrero, Toluca y Michoacán, en un país que siempre
me
recibió con solidaridad y simpatía, la prolongada estadía en Canadá,
nación
que brindó oportunidades y una ciudadanía bienvenida en
momentos
de ostracismo.
Mi
temporada como docente en Minnesota y fundamentalmente las
múltiples
recorridas en América del Sur, en el extenso territorio brasilero,
Mato
Grosso, Paraná, Sao Paulo, Alagoas, Pernambuco, Río de Janeiro,
Minas
Gerais, los repetidos viajes a la Argentina, al Paraguay sobreviviente
e
íntegro, al Chile de los mapuches y la camanchaca, al Alto Orinoco
venezolano,
al altiplano paceño, a las islas uro del Titicaca, los valles
cochabambinos,
las selvas del Chapare y tantos otros lugares del bello país
boliviano.
Y
finalmente, revivir mis antiguas y nuevas experiencias en los campos
y
ciudades uruguayas y en los barrios y calles de mi Montevideo
natal.
En el verde paseo del Prado a las concurridas calles céntricas y la
Ciudad
Vieja que no lo es tanto, pero que trae recuerdos de mis estudios
y familiares.
El
desafío fue ordenar y evaluar todos estos aportes, muy desestructurados
en
la memoria, y agregar nuevos datos e información que permitiera
llenar
vacíos, resolver incongruencias, comparar, hilvanar y al
fin
de cuentas tejer un tapiz heterogéneo y multicolor
Espero
que el esfuerzo sirva de humilde aporte para comprender mejor
los
contrastes y sutilezas de la aventura humana a lo largo del
tiempo y a lo ancho de la geografía.
Y bueno, en base a todo eso, recuerdos y aprendizajes estoy intentando estructurar
mis ideas sobre nuestra especie, insólita y consolidada.
Y de todos ambientes, digamos, la geografía, las formas de enfrentarlos, así como
establecer las relaciones entre sus integrantes. Lo que se llama cultura.
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