viernes, 19 de septiembre de 2025

 


Crónicas de la Peripecia Humana-  

         Introducción


Piriguazú Ediciones -Danilo Antón

 


Del frío glacial al calor agobiante, del aislamiento extremo de las 

ex­tensiones oceánicas a la concentración de poblaciones en las grandes 

urbes, desde las antiguas comunidades tribales con cosmovisiones 

naturales o mesiánicas a las modernas revoluciones tecnológicas, 

los seres humanos han desarrollado sociedades diversas, heterogéneas 

y polícromas, lenguajes y alfabetos sofisticados, en fin, una amplia

variedad de identidades culturales diferentes.

La peripecia humana reposa precisamente en esta diversidad prácticamente ilimitada. Está hecha de luces y sombras, de dere­chos violados y redimidos, de solidaridad y egolatrías, de críme­nes y sacrificios. de respeto y autoritarismo.

Todo ello se produjo en el marco de una larga historia en la que tuvieron lugar grandes cambios que modificaron completamente la conformación social y tecnológica del mundo habitado.

Las sociedades tradicionales que fueron la regla durante los prime­ros decenas de miles de años de la evolución humana estaban, y aún lo están, estructuradas en grupos pequeños, a menudo autosuficien­tes, en relación estrecha con los ecosistemas en que habitaban. Eran comunidades igualitarias, en general pacíficas, con una vinculación profunda con la naturaleza y sistemas sociales basados en principios de cooperación y ayuda mutua.

Éstos se expresaban en la inexistencia de la propiedad individual de la tierra,

en la distribución equitativa de los recursos locales, en el tratamiento preferencial

de los niños, de los ancianos y de los indivi­duos con limitaciones físicas o 

síquicas.Eran grupos humanos que se caracterizaban por comportamientos

 poco competitivos, por la colaboración entre los integrantes y por

 enfoques espirituales holísticos no dogmáticos ni proselitistas que

 otorgaban carácter sagrado a los elementos de la naturaleza.

 Es en ese marco que estas culturas lograron subsistir por decenas

 de miles de años.


 La situación se modificó en los últimos milenios. Con la aparición de

los estados agrarios y comerciales comenzaron a generarse sociedades

basadas en la dominación y la explotación de otros pueblos o de

sus propios congéneres. Se interrumpió el diálogo con la naturaleza y,

consecuentemente, se desarticuló la armonía social preexistente. Se

desataron el saqueo, el pillaje, la alienación incontrolada.

Los gobiernos expansionistas crecieron en número, multiplicaron

su competencia y conflictividad, las sociedades matriarcales, que en

tiempos antiguos eran comunes, fueron sustituidas por sistemas patriarcales

asignando un rol dependiente y subordinado a las mujeres.


Algunos hombres se hicieron amos de otras personas, que pasaron a

ser considerados como esclavos. La tierra se transformó en una mera

mercancía. Se desataron las guerras, aparecieron los ejércitos. Las religiones

se hicieron dogmáticas, autoritarias e intolerantes.

El desarrollo del capitalismo y los avances tecnológicos posteriores

y recientes no atemperaron estas tendencias. Los procesos coloniales

basados en el poder económico y militar permitieron extender la influencia

de las metrópolis imperiales a todos los continentes y océanos.

Aún las islas y parajes más remotos fueron objeto de la ambición

expansiva de los estados centrales.


La descolonización de la segunda mitad del siglo XX debilitó el control

político sobre las antiguas dependencias. Muchas de estas colonias

se transformaron en estados reconocidos internacionalmente.

Frecuentemente los gobiernos de estas nuevas entidades estatales

procedieron en forma análoga a los países imperiales. Discriminaron

a los grupos minoritarios y a las sociedades tradicionales existentes

en sus territorios.

Muchas comunidades se vieron arrinconadas por la nueva situación

y amenazada su sobrevivencia.


Algunas etnias desaparecieron totalmente o casi totalmente, los

guanches de las islas Canarias, los palawa de Tasmania, los aleutos

del archipiélago aleutiano. los onas y yaganes en Chile y Argentina.

Otros grupos étnicos sobreviven en situaciones marginales de degradación

económica y cultural, los !kun san del Kalahari discriminados

en Botswana, Namibia y Sudáfrica, los mbya guaraní sin hogar

en su propia tierra, esparcidos en Paraguay, Brasil y Argentina,

los chumash y apaches del suroeste de Norteamérica confinados

en pequeñas reservas escasamente productivas, los lenni lenape

expatriados lejos de su costa oceánica ancestral, los iroqueses en

pequeños enclaves próximos a contextos megaurbanos y obligados

a una lucha permanente para defenderse del desconocimiento y la

falta de oportunidades.


La situación no fue muy diferente en los bosques boreales de Escandinavia

y Siberia. Los saami, los samoyedos, los nenets y los

yakutos fueron diezmados y reducidos a pequeños números sin

control político o económico de sus propias vidas y territorios.

En otros sitios las sociedades locales sobreviven desde el punto

de vista económico pero sus culturas originales han sido degradadas

por invasiones culturales provenientes de estados nacionales

más poderosos o influencias globalizantes con efectos análogos.

Esta situación es común en algunos países europeos, como Gales

e Irlanda en las islas británicas y el País Vasco en España.

Otros ejemplos de situaciones similares se pueden observar en las

Comunidades bereberes de Marruecos y Argelia y las naciones huichol,

purépecha y otomí en México.


En los tiempos más antiguos, donde el palimpsesto de la historia

se encuentra más borrado, resulta difícil reconstruir los episodios

transcurridos. Los nombres y lugares pueden ser interpretados de

varias maneras.


Las anécdotas y experiencias de las personas se tejen como hebras

especiales y únicas que contribuyen a formular los tapices heterogéneos

de las sociedades humanas. A través de las efemérides

biográficas se produce la conexión entre comunidades y culturas.

Muchas veces las vidas individuales permiten comprender identidades

locales y contextos. Las reseñas que incluimos en este trabajo

proporcionan elementos para resolver la compleja y desafiante

configuración del mosaico humano.


La historia se escribe y reescribe.

Kamal Salibi, el académico libanés contemporáneo, tuvo la valentía

de enfrentarse a los dogmas religiosos imperantes replanteando

radicalmente las viejas historias bíblicas sobre bases documentales

sólidas. La difusión de sus libros ha sido obstaculizada o

censurada por las autoridades eclesiásticas de variadas tendencias.

De acuerdo a Salibi las tierras sagradas del antiguo testamento

ubicadas oficialmente en Palestina reaparecen en el Asir, el Hejaz

y el Nejd de Arabia.

El Jesús, hijo de María y José, que reverencian los cristianos puede

ser el Issa bin Maryam del Corán cuyos restos reposarían cerca

de Medina en Arabia.

El Kebra Negast, libro sagrado de la iglesia etíope, complementa

estas interpretaciones. Según las tradiciones de Etiopía el Arca de la

Alianza reside en la antiquísima ciudad de Axum desde los tiempos del

rey Salomón y la reina Makeda . Hace casi un milenio, Lalibela el rey

etíope que gobernó como sucesor de la antigua dinastía salomónica,

creó una réplica de Jerusalén en su país natal que todavía subsiste y

es reconocida como tal, incluyendo templos esculpidos en la roca.


También nos referinos a la supuesta tumba del Apóstol Santiago en

Compostela al noroeste de España, a la cual marchan anualmente los

peregrinos desde hace más de diez siglos.. De acuerdo a Miguel de

Unamuno y otros este sepulcro contendría en realidad los restos del

obispo gallego Prisciliano que predicó y vivió en el siglo III en la

península ibérica. Fue considerado hereje y ejecutado por las autoridades

religiosas y políticas de la época.


Del otro lado del océano, en el sur de América, José de San Martín

prócer de la nación argentina y liberador de Chile y Perú, ha sido

presentado como un típico blanco español, con cutis claro y presencia

europea. Hoy hay elementos para afirmar su origen guaraní que

es negado en la historia oficial argentina. San Martín reivindicó sus

raíces indias en las palabras y en los hechos en numerosas ocasiones.

El viaje de otro mestizo guaraní, don Francisco de los Santos, desde

Corrientes a Río de Janeiro en 1820 para rescatar a sus camaradas

prisioneros a través de miles de kilómetros es un ejemplo de adhesión

a la causa federal artiguista y persistencia en el esfuerzo.

En las décadas de 1869 y 1870, en plena dictadura somozista, el

sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal imaginó un evangelio de

los pobres en el archipiélago lacustre de Solentiname. Luego de la

revolución social nicaragüense la comunidad de Solentiname dejó de

funcionar activamente.


Mucho antes, en el siglo XVI, Michelangelo Buonarroti tuvo la

osadía de esculpir una estatua del David desnudo en la Italia renacentista

pacata y conservadora. Los fundamentalistas religiosos

adictos al fraile Savonarola apedrearon la imagen y los representantes

del Papado la criticaron.


Durante los últimos dos siglos en diversos lugares del mundo, hombres

con imaginación y decisión produjeron desarrollos tecnológicos

que cambiaron la historia, Innocenzo Manzetti, Alexander Graham

Bell, Thomas Alva Edison y Steve Jobs entre otros se atrevieron a

desafiar la lógica imperante y crearon objetos que transformaron las

formas de vida a nivel planetario.


En el otro extremo de las complejidades sociales y culturales decidimos

marcar los contrastes culturales narrando las aventuras de

Gixau, un !kung san que viajó desde el desierto de Namib a las grandes

ciudades de Sudáfrica y Hong Kong. A través de este relato se

muestran las experiencias de una persona que procura decodificar

las pautas de las sociedades tecnológizadas desde la óptica simple de

una sociedad tradicional antigua.


Del mismo modo, hemos apreciado la magia que existe en las búsquedas

electrónicas de las niñas uruguayas de Belén y Montevideo,

quienes utilizando computadoras pueden atravesar el espacio virtual

conectándose con lugares distantes o con un pasado relevante a

su propia vida.


Todas estas historias expresan el potencial de las acciones y la imaginación

humana para modificar sitios, ambientes y existencias. Estas

capacidades, para bien o para mal, voluntaria o inconscientemente,

dieron forma a la prolongada y multigeneracional peripecia demillones de 

mujeres y hombres que habitaron el planeta desde los tiempos de nuestros

ancestros más antiguos. 


La evolución humana no ha terminado aún. Tal vez recién empieza. 

Las culturas son el reflejo de una prolongadísima acumulación de ex­periencias. 

Nuestra función es la de ser un eslabón más en esta cadena de vidas y generaciones. 

Seremos recordados durante unos pocos años o siglos. La página contemporánea 

del palimpsesto de la historia se irá borrando paulatinamente. 

Con el tiempo solamente permaneceremos como una minúscula partícula en el flujo

social y cultural de las civili­zaciones del futuro.


NOTA: los temas tratados en este trabajo se presentan en tres tomos donde se incluyen 

todos sus capítulos. En este primer tomo buscaremos comenzar en la región donde

vivi­mos, en el Sur de las Américas. 

En esos lugares muchas naciones aborígenes fueron invadi­das, saqueadas, 

ocupadas y frecuentemente borradas de la faz de la tierra. Las sociedades que 

sobrevivieron fueron mestizadas generalmente contra su voluntad. 

El comienzo de esta historia tiene lugar en las costas del río Uruguay en la población

misionera jesuítica de Yapeyú y en el puerto normando de Boulogne-sur-mer.

   Crónicas de la Peripecia Humana-  Piriguazú Ediciones -Danilo Antón

 

 


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