La destrucción del paraíso: invasión y resistencia
La invasión europea de América fue uno de los procesos más agitados y violentos de la historia de la humanidad.
La primera visita a la isla de Guanahani por la expedición de Cristóbal Colón tuvo lugar en octubre de 1492. En menos de dos décadas los españoles lograron vencer la resistencia nativa en las principales islas del Caribe y en varias zonas costeras de la Tierra Firme, estableciendo una administración colonial y un sistema económico basado en la exportación de las riquezas locales y la explotación de la mano de obra nativa.
Los portugueses hicieron otro tanto en la costa del Brasil, que visitaron por primera vez en el año 1500, iniciando un proceso semejante de agresión y ocupación de territorios.
En 1540, la presencia española se había extendido a México, Guatemala, Yucatán, América Central, el país de los chibchas, en la actual Colombia, casi todo el Perú, el valle central chileno y las márgenes de los ríos Paraná y Paraguay.
En esa misma época, los portugueses lograron establecer bases co-loniales en varios puntos estratégicos a lo largo de la costa del Brasil.
Poco tiempo después, otras potencias europeas también se lanzaron a la aventura de la conquista americana. A partir de las últimas décadas del siglo dieciséis, Francia, Inglaterra y Holanda llevaron a cabo sus propias invasiones y guerras, ocupando varios puntos del continente.
Los pueblos americanos debieron enfrentar la invasión en una situación de inferioridad militar y organizativ2. Involuntaria o voluntariamente, los invasores trajeron microorganismos patógénos que provocaron epidemias y enormes mortandades. Ello provocó la desarticulación de los sistemas económicos y políticos disminuyendo sustancialmente el potencial militar de los pueblos invadidos.
A ello se agregó la mortífera tecnología guerrera de los europeos, basada en el hierro, el caballo y las armas de fuego, así como su falta de escrúpulos, que los llevaba a violar sus promesas repetidamente y a cometer extremas crueldades creando terror en las poblaciones nativas.
Desde el principio de la invasión las sociedades americanas desarrollaron formas de resistencia. Los taínos de Haití y Cuba se opusieron a la dominación española heroicamente pero fueron exterminados.
Del mismo modo se comportaron los caeté y tupinambá de la costa de Brasil frente a la invasión portuguesa. Otros pueblos, resistie-ron con igual coraje y decisión.
La ocupación de la cuenca del Mississipi por los franceses encontró la tenaz oposición de los natchez. La invasión de América del Norte por los ingleses y sus sucesores criollos requirió derrotar las fuerzas nativas creeks, shonís, cherokís, iroqueses y otros. Los pueblos de las pampas, Chaco, selvas y cerrados de América del Sur también expresaron su rebeldía de muchas formas durante varios siglos. En pleno siglo diecinueve todavía se registraban guerras de resistencia en varias zonas del continente. Apaches, lakotas, cheyennes, seminolas, mapuches, guaraníes, tobas y charrúas, entre otros, defendieron sus territorios y culturas sin claudicar, hasta que fueron superados por 4s armas o por los números. A partir de ese momento, la resistencia asumió otras modalidades, pero aún no ha cesado. (continúa).
De Amerrique, los huérfanos del paraiso, D. Antón, Piriguazú Ediciones
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