La
delirante aventura de EE.UU. contra Irán: un conflicto
en el que
nadie gana
Pocos
lugares en el mundo hay más volátiles ahora mismo que el Golfo
Pérsico. Hablamos del lugar por el que pasa el 20% del petróleo
mundial. El lugar en el que las agendas de Bahrein, Arabia Saudí,
Emiratos Árabes Unidos, Qatar e Irán se enfrentan a diario. El
lugar en el que chocan los intereses de terceros actores regionales e
internacional como Israel, EE.UU., la Unión Europea y China. El
Golfo Pérsico es un polvorín, una olla a presión a punto de
estallar, y en un ambiente tan tenso, a los halcones de Capitol Hill
se les ha ocurrido que la mejor idea es imponer nuevas sanciones
contra Irán y elevar el discurso amenazando con la guerra.
"De
retrasados mentales". Así definía el presidente iraní Hassan
Rouhani, la tan errática como delirante política que están
teniendo este año los norteamericanos para con el país persa. Desde
que en mayo de 2018 Donald Trump la salida de EE.UU. del Tratado de
No Proliferación Nuclear firmado en 2015, ni han conseguido su
objetivo de derrocar al gobierno iraní, ni han acabado con su
influencia en Oriente Medio, ni han arrastrado a Europa hacia su
objetivo de aislar completamente a Irán. Las únicas consecuencias
que han habido, han sido negativas para todos; incluyo también a
Donald Trump.
Si
algo hemos aprendido este último año, es que una guerra contra Irán
no beneficia a nadie más que a Israel y a corto plazo a Arabia
Saudí, aunque terminaría siendo nefasta para todos los países
implicados. La retórica anti-iraní parece más la cruzada personal
del asesor de Seguridad Nacional John Bolton que una estrategia bien
planificada. Al desgaste político que le está suponiendo a Trump,
hay que añadirle que todo el conflicto podría
provocar otro quebradero de cabeza –especialmente
desagradable– para la Casa Blanca: la
sustitución del dólar en
el mercado del petróleo por otras divisas como el euro y el rublo y
un enfriamiento
de las relaciones con los países europeos.
El
Acuerdo de No Proliferación Nuclear está en tela de juicio, y el
próximo mes podría ser el último en el que Teherán lo respete.
Los iraníes han mandado un ultimátum dejando claro que están
cansados de esperar, y que en las próximas semanas podrían anunciar
que han enriquecido uranio más del 3,67% que se les permite para uso
civil, dando así por finalizado el acuerdo. La condición que pone
Irán para no salirse del acuerdo es que se le permita vender
petróleo o, por consiguiente, se les entregue esa misma cantidad de
dinero que ganarían.
.
Europa
se
niega a permitir que el acuerdo muera por la decisión unilateral de
Estados Unidos, por lo que este viernes 28 de junio pretenden
presentar en Viena el sistema
INSTEX,
con el que buscarán mantener
el comercio iraní evitando las sanciones norteamericanas.
El nuevo sistema, que llega con meses de retraso, sin embargo, no
permite de momento mover las cifras millonarias que requiere el
mercado petrolero.
La
situación para Europa es tremendamente complicada ya que se
encuentra en una encrucijada recibiendo ataques por todos lados. Por
un lado, Irán acusa a Francia, Alemania y Reino Unido de no estar
haciendo suficiente para evitar las sanciones estadounidenses. Por
otro lado, EE.UU. culpa a los países europeos de no hacer lo
suficiente para aislar a Irán.
En
un intento de ganar tiempo antes de que Irán oficialice el fin del
Acuerdo de No Proliferación Nuclear, Macron ha pedido a EE.UU. que
ponga fin a algunas sanciones para poder sentar a los iraníes en la
mesa de negociaciones. Pero Trump, conocido por el respeto que
profesa hacia sus aliados, ha respondido imponiendo nuevas sanciones
al país persa, algunas de ellas tan absurdamente inútiles como las
que hacen referencia al Ayatolá Jomeini, muerto desde 1989.
No
solo las sanciones en un momento tan delicado son una clara
declaración de intenciones. Poco antes, la subsecretaria del
Departamento del Tesoro para el Terrorismo y la Inteligencia
Financiera Sigal Mandelkar amenazó directamente a la Unión Europea
en general y el presidente de INSTEX en concreto con sanciones e
incluso "perder el acceso al sistema financiero estadounidense".
Ya no es que desde Estados Unidos haya quienes quieren arrastrar a
Europa a un conflicto en el que pierde mucho y gana nada; es que se
permiten amenazar a sus aliados tradicionales con
el silencio servil como respuesta.
La
lógica de los halcones en Washington es que pueden sancionar a Irán,
pueden intentar destruir su economía, –como ha afirmado orgulloso
de estarlo consiguiendo el representante de los intereses
estadounidenses para Irán Brian Hook– e incluso pueden salirse de
forma unilateral del acuerdo nuclear, pero como contraparte Irán no
puede responder, no puede buscar nuevas formas de financiación y,
sobre todo, debe respetar un acuerdo en el que los norteamericanos ni
están. En Washington son como un abusón, un maltratador que tras
agredir a su víctima, la hace responsable de su sufrimiento. Al
parecer, que Donald Trump haya decidido salir de forma unilateral del
Acuerdo de No Proliferación Nuclear y sabotee cualquier intento de
mantenerlo vivo, no es justificación suficiente para que Irán
decida ponerle fin.
Ni
siquiera cayendo en la lógica más amoral y cínica de ciertos think
tank y apologistas de la guerra se puede justificar la escalada que
intentan forzar desde Estados Unidos. Con ya el millar de
sanciones, solo
un tarado puede creerse que se trata de libertad y democracia.
Citando un informe del Consejo de Derechos Humanos de Naciones
Unidas, "las sanciones y los bloqueos económicos de nuestros
días pueden compararse con los asedios de las ciudades de la edad
media. Las sanciones del s.XXI intentan que caigan de rodillas no
solo una ciudad sino países soberanos"; destacando además, que
no hay sanciones sin "manipulación de la opinión pública a
través de las noticias falsas".
Y
por eso, este último mes, la
maquinaria mediática del poder norteamericano ha estado funcionando
sin descanso.
Ya han logrado que el debate no sea que un dron espía millonario
sobrevolaba espacio iraní, sino si Irán tenía legitimidad para
derribarlo. Han logrado que el debate no sea la legitimidad del
gabinete Trump para intentar derrocar un gobierno soberano, sino cuál
es el modo más eficaz de hacerlo. Y estos debates se justifican
siempre gracias a medias verdades, especulaciones sin base alguna o,
en los casos más deshonestos, con mentiras pre-fabricadas. Para los
nuevos objetivos no dudan en recuperar las viejas formas, y es que el
USS Maine de ahora son los barcos petroleros que pasan por Ormuz.
En
2015 Trump aseguraba que Obama era capaz de atacar Irán con tal de
ganar las elecciones. Es ahora Donald Trump quien está provocando un
enfrentamiento directo a un año de las elecciones presidenciales.
Pobre idiota que, embelesado por saudíes, israelíes y el sector más
anti-iraní de su gabinete, piensa
que una nueva guerra puede llegar a ser deseable.
Pobres nosotros que, por un idiota, estamos entre el fuego cruzado de
un conflicto que nunca quisimos.
Autor: Alberto Rodriguez Garcia
Reproducido
de rt.com en español
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