Probabilidades de una guerra entre EEUU e Irán: posibles consecuencias
Las medidas recientes que han
tomado los EEUU con respecto a Irán parecen conducir a una situación de guerra,
más allá de las sanciones extremas que ya están vigentes, llegando a una agresión
militar abierta, ya sea mediante bombardeos o una invasión y ocupación de
puntos neurálgicos del estado iraní.
La infraestructura y logística está preparada con decenas de bases militares de los EEUU rodeando y apuntando a Irán.
Una guerra EEUU- Irán, que
implicará la participación de Israel, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes y tal
vez Egipto apoyando a los EEUU, involucrará también a Siria, las milicias
libanesas Hezbolla, sectores chiitas de Irak y probablemente Rusia. Implicará
la obstrucción total del flujo de petróleo y gas desde el Golfo Pérsico, y una
crisis económica y política mundial que afectará el contexto internacional sin
excepciones. Transcribo un artículo describiendo la situación política actual
en la región.
¿Los hombres de verdad van a Teherán?
“Si Irán quiere luchar, será el
final oficial de Irán”. Así de rotundo se pronunció Donald Trump, el 19 de
mayo en su cuenta de twitter. Algo similar debió imaginar Juliano II en
el año 363, cuando emprendió una expedición militar contra el Imperio
Sasánida al frente de casi 100.000 soldados. Envalentonados tras obtener
victorias contra francos y alanos en Europa, así como por sus avances iniciales
en Persia, los ejércitos romanos terminaron acorralados en el valle del
Tigris, donde el emperador murió tras ser herido por una lanza. La guerra se
saldó con un tratado que marcó la pérdida de poder de Roma en Oriente
Próximo.
La historia es evocadora, pero ni
siquiera es necesario retroceder dieciséis siglos para buscar precedentes a las
acciones de Trump. La escalada de tensiones entre Washington y Teherán
encuentra ecos más cercanos en la invasión de Irak, hace dieciséis años.
La cuestión es si Estados Unidos ha tomado una decisión definitiva
respecto a la necesidad de emprender otra guerra en la región. En esta ocasión,
sin embargo, no está claro qué busca una Casa Blanca en la que el caos es
norma.
El 8 de mayo, EEUU impuso nuevas
sanciones a Irán –cuyas exportaciones de petróleo se han reducido ya en un 50%–
y clasificó a la Guardia Revolucionaria como una organización
terrorista. A este anuncio siguió el despliegue, en el golfo Pérsico, de
un portaaviones nuclear, un buque de asalto anfibio, baterías de
misiles Patriot y bombarderos B-52. El Pentágono ha
filtrado planes para enviar 120,000 tropas a la región. EEUU también
diseña ciberataques capaces de inutilizar la infraestructura de
defensa iraní.
El artífice de esta escalada de
tensión es el asesor de Seguridad Nacional John Bolton, que persigue a los
ayatolás como Ahab a Moby Dick. Bolton fue un neocon destacado al servicio
de George W. Bush y no es difícil imaginarle pronunciando las
palabras atribuidas a un miembro sénior de aquella administración en plena
invasión de Irak: “cualquiera puede ir a Bagdad, pero los hombres de
verdad van a Teherán”. En marzo de 2015, publicó una columna en The New York
Times exigiendo bombardear Irán.
En busca de un ‘casus belli’
Bolton ha chocado con Trump varias
veces, pero cuenta con apoyos importantes. Uno de ellos es Mike Pompeo,
secretario de Estado y ex director de la CIA, que actualmente acusa
sin pruebas a Irán –como ya ocurrió con Irak– de colaborar con Al
Qaeda. Otro es Mike Pence, vicepresidente y –como Pompeo– fundamentalista
cristiano. El régimen de los ayatolás también es una bestia negra del Pentágono,
cuyos generales no olvidan las humillaciones de Desert One (1980) y Líbano (1983,
de la mano de Hezbolá). Uno de ellos era James Mattis, el
ex secretario de Defensa que, hasta su dimisión en diciembre –aún no ha sido
sustituido–, era percibido como una voz moderada dentro de la administración
Trump.
Por parte del presidente, la
enemistad con Irán también ha tenido un componente personal. No contra nadie en
ese país sino contra su predecesor, que en 2015 negoció un acuerdo mediante
el cual Teherán se comprometió a detener su programa nuclear. Trump llegó al
poder prometiendo hacer añicos el principal logro internacional de Barack Obama.
El resto de la administración
camufla su animosidad con victimismo. A mediados de mayo, dos petroleros
saudís, uno emiratí y otro noruego fueron dañados mientras navegaban por
el estrecho de Ormuz, por el que transita el 40% del suministro global de
petróleo. Se señaló a Irán como responsable pero el incidente es confuso:
recuerda a falsas alarmas anteriores, como el incidente del Golfo de Tonkín.
EEUU también acusa a los aliados de Irán de amenazar a las tropas
estadounidenses en la región.
Es cierto que, como apunta el
decano de la escuela de relaciones internacionales de John Hopkins Vali
Nasr, Irán desarrolla una estrategia de defensa avanzada. En vez de esperar a
sus rivales dentro de sus fronteras –que, casualmente, están rodeadas de bases
estadounidenses–, se enfrenta a ellos en terceros países. Aunque en ocasiones
emplea a las brigadas Quds –la fuerza de élite de la Guardia
Revolucionaria, presente en Siria–, por lo general actúa en
conjunción con actores locales: Hezbolá en Líbano, Hamás en Palestina, milicias
chiitas en Irak y, más recientemente, los huzíes en Yemen. Es por eso
que Trump cuenta con una coalición regional, encabezada por sus principales
socios internacionales –Israel, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos–,
empujándole a adoptar una línea dura. En declaraciones al NYT, no
obstante, el propio Nasr señala que el responsable del enfrentamiento actual es
EEUU. El británico Cristopher Ghika, vicecomandante de la fuerza
internacional que combate al Estado Islámico, ha negado que los proxis iranís
en Irak y Siria estén atacando a fuerzas estadounidenses.”
Referencia:
https://www.politicaexterior.com/actualidad/los-hombres-verdad-van-teheran/
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