El
país de los ye’kwana
Se trata de
un territorio áspero, de selvas, de cascadas y ríos torrentosos.
En esta
tierra se han aclimatado los ye’kwana hace ya muchas generaciones.
Guaremo
Ye’kwana, conocido entre los criollos como Francisco Díaz, es un experto
conocedor de las raudales que bajan del Huachamacare y del Duida para alimentar
al pequeño pero caudaloso río Cunucunuma.
Con la
ayuda hábil de su mujer, Guaremo puede guiar su bongo en plena noche, tanto aguas arriba como aguas abajo, aún en
la seca más prolongada cuando los bajos fondos rocosos asoman por todas partes.
Puede levantar un pesado motor fuera de borda al hombro para evitar las
cascadas. Puede jalar del bongo metido en el agua hasta el cuello para vencer
las corrientes más fuertes.
Los
raudales del Báquero o del Picure los han visto pasar decenas de veces, aguas
abajo, rumbo al río Orinoco o aguas arriba en dirección a Culebra.
Guaremo ha
recorrido con su bongo todos los ríos de la cuenca del Alto Orinoco. Conoce el Brazo Casiquiare de punta a punta,
desde donde parte de las aguas del gran río se desvían hacia el Sur, hasta la
tierra de los Baniva y los Bare en la zona de San Carlos de Río Negro.
Guaremo y
su familia son ye’kwanas de pura cepa, conocedores de los ríos y de las
rápidas-raudales, navegantes de las aguas en las selvas profundas de este
continente sudamericano, sobreviviente enérgico de la antigua gran nación de
los caribes, que aún hoy ocupan los rincones más remotos de sus antiguos
territorios tradicionales.
En una
época, los caribes fueron una etnia poderosa, navegaban sus bongos y canoas más
allá del delta del Orinoco, cruzaron los estrechos de mar y llegaron a
establecerse en varias islas del mar-océano cercano.
Después
vinieron los invasores cruzando los mares, capturaron miles de caribes para
trabajar en sus plantaciones de azúcar de Santo Domingo y Cuba, ocuparon las
tierras de la costa arrinconándolos de a poco en los lugares más difíciles.
Los caribes-kariña se refugiaron en las
sierras o emigraron hacia el este ocupando parte del valle de Cuyuní y otras
zonas apartadas de la
Guayanía.
Los
ye’kwana remontaron los ríos hacia el sur ubicándose en la cuenca alta del
Ventuari, del Cucunucuma y en el Caura.
Es en esa
zona donde sobreviven más de 3,000 ye’kwana concentrados en unas 25
comunidades.
Allí abren
sus conucos, cultivan su yuca, prepara su casabe y yarake
y pescan en los torrentosos ríos de pendientes. Son los descendientes de los maquiritare, los “señores de los ríos”.
En ellos, a
pesar de todas las pérdidas y destrucciones, el mundo antiguo todavía subsiste.
En los
ye’kwana se encuentran algunas de las raíces más viejas del universo americano.
Cada vez
que el bongo de Guaramo logra bajar o subir los difíciles raudales del
Cucunucuma se repite una ceremonia ancestral de larga data.
La lucha de
los ye’kwana todavía continúa. Como en tantos otros casos, su territorio está
amenazado por los invasores que insisten en su agresión: misioneros que creen
tener la verdad absoluta para imponer a las tribus “ignorantes y paganas”,
autoridades políticas y militares, operadores turísticos inescrupulosos,
compañías mineras, agricultores y ganaderos foráneos.
Queremos
creer que en el futuro el país de los ye’kwana sobrevivirá una vez más, que,
como antes, los makeritare recorrerán los viejos caminos de la pervivencia más allá
de las adversidades y el aislamiento.
Reproducido de "Crónicas de la peripecia humana", D.A., Piriguazú Ediciones
Reproducido de "Crónicas de la peripecia humana", D.A., Piriguazú Ediciones
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