Gestión del agua en Uruguay
Sequías y régimen de lluvias
El clima del Uruguay presenta irregularidades que se han experimentado y
registrado desde tiempos coloniales. Las crónicas históricas tienden a indicar
que siempre hubo (y hay) unas 20 o 30 sequías por siglo.
Entiendo por ”sequías”, ciertos períodos con escasez o ausencia de
precipitaciones, normalmente con duración de dos o tres meses, y
excepcionalmente generando déficits hídricos por uno o dos años.
De acuerdo a numerosas crónicas y publicaciones de la ciudad de Buenos Aires,
que razonablemente se pueden extrapolar a la Banda Oriental (en esa época
todavía no se había fundado Montevideo o era tan sólo una pequeña aldea), se
puede afirmar que tanto el siglo XVII como el XVIII fueron extremadamente
secos.
Crónicas de Buenos Aires mencionan que en 1611 se perdió la cosecha por sequía.
Tampoco llovió suficiente en 1614, 1617, 1620,
1621, 1625 y 1627. La carencia de agua continuó en 1630 y 1631. Hubo una gran
seca en 1648 y aún una sequía peor en 1654. Las secas periódicos continuaron en
las siguientes décadas, especialmente en 1681 y 1683, mientras que en la década
de 1690 hubo cinco años secos.
Similares fenómenos se repitieron a principios del siglo XVIII (1702,
1704, 1709, 1712 y 1713). En
la década de la fundación de Montevideo se registraron 4 años con poca lluvia
(1722, 1725, 1726 y 1729). También se registraron secas en el período 1753 al
1768. Hubo dos años secos en 1773 y 1774 y durante las dos décadas finales del
siglo 1780 a 1799). En 1791 no había ganado suficiente para
alimentar a Buenos Aires y debieron ser traídos de la Banda Oriental. ,2,3
También hubieron importantes sequías en el siglo XIX y desde que se registran
datos meteorológicos se constataron períodos secos en el siglo XX por lo menos
en los años 1911, 1943, 1947, 1964, 1988 (esta sequía provocó perjuicios en
Uruguay por 300 millones de dólares4) y 1999. De lo anterior se desprende que los años secos con
potencial para afectar la producción agropecuaria tienen lugar con una
periodicidad relativamente frecuente.
Cualquier agricultor (y meteorólogo) sabe que es difícil (cuando no
imposible) prever con precisión cuando se producirán estas sequías pero se
puede pronosticar, de acuerdo a las crónicas y registros meteorológicos, que
habrán de ocurrir varias veces por siglo, o aproximadamente una por década.
Como prevenirse frente a las sequías futuras
Para asegurarse que estas situaciones no nos encuentren desprevenidos las
estrategias deben tender a acumular agua en los años de exceso y utilizar las
reservas disponibles (lagos, embalses, tajamares y sobre todo acuíferos) en
momentos de seca.
La acumulación de agua se puede hacer a través de:
a) tajamares /azudes de almacenamiento o de
b) estructuras de recarga de acuíferos (llamados ”tajamares de recarga)
generalmente construidos en las cabeceras de las cañadas que aún no han sido
utilizados en el país (que yo sepa).
Las ventajas de los ”tajamares de recarga” es que los acuíferos se secan
mucho más lentamente que los tajamares de almacenamiento y permiten capear los
períodos secos. Esto ocurre porque
bajo tierra no hay evaporación y en la superficie sí, y también porque el flujo
subterráneo es muy lento, y por ende la descarga a través de los manantiales también
lo es. Hay experiencias en proyectos análogos en el Nordeste de Brasil, en
Orange County, EEUU y personalmente ayudé a diseñar un embalse de recarga en
Santa Marta, Colombia.
La estrategia de acumular agua en los acuíferos sólo es posible cuando éstos
existen y son significativos (casos de muchas zonas en los departamentos de
Paysandú, Río Negro, Soriano, San José, Canelones, Tacuarembó, Rivera, Cerro
Largo y Durazno). En otros lugares el
método se puede aplicar pero más puntualmente.
Considero que si se construyen algunos cientos (tal vez miles) de
tajamares de recarga (además de los tajamares de almacenamiento que también son
necesarios) y se multiplican las perforaciones para agua (preferentemente
bombeando el agua con molinos de viento tan conocidos en el interior) el
problema de la sequía prácticamente desaparecería en la mayor parte del país.
Un elemento a tener en cuenta al planificar las obras es que un tajamar de
recarga se construye mucho más fácilmente que un tajamar de almacenamiento pues
son más pequeños y no requieren piso impermeable (p.ej. de greda o arcilla). Son 5 a 10 veces más rápidos de construir y obviamente
mucho más económicos (un operador con excavadora puede construir dos o tres en
un día a un costo mínimo).
A modo de epílogo
Finalmente desearía expresar que la actual tendencia (incluso a nivel de
responsables ministeriales) a atribuir esta sequía de 2008-2009 a un presunto
cambio climático y calentamiento global no se apoya en datos rigurosos. Por el
contrario, en general se piensa que la ausencia o escasez de precipitaciones en
la América del Sur templada está relacionada con temperaturas más bajas en el
Océano Pacífico, características del fenómeno denominado ”La Niña” por los
meteorólogos. En el momento actual estamos saliendo de una ”Niña”
particularmente intensa y probablemente debido a ello experimentando la
situación señalada. Un calentamiento del agua en el Pacífico por el contrario
daría lugar a precipitaciones más abundantes debido a la mayor evaporación. Los
registros térmicos recientes del océano Pacífico no permiten afirmar que se
está gestando ninguna tendencia al calentamiento o enfriamiento.
D.Antón
Datos históricos acerca de las precipitaciones pluviales en la zona de Buenos Aires desde el siglo XVI hasta 1821, Romualdo Ardissone, Buenos Aires, 1937.
2 Las secas y las inundaciones en la zona de Buenos Aires, Florentino Ameghino, Buenos Aires,1886.
3 Como evolucionó la ganadería en la época del Virreinato, Alfredo Juan Montoya, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1984. 4"Variabilidad Climática y Agricultura en Paraguay, Uruguay y Argentina: los efectos del ENSO"http://prosur.cima.fcen.uba.ar/documentos/Genaro2001.pdf
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