Arabia Saudita 2 Serie Naciones y Estados
EL MUNDO:
Geografía, Historia y Algo Más
Capítulo 5
Arabia Saudita (Parte 2)
Danilo Antón
Mahoma y el surgimiento del Islam
Mahoma nació en La Meca, en un ambiente espiritual complejo donde se
mezclaba una antigua religión lunar con el cristianismo y el
judaísmo. Corría el año 570 de la era común.
En esa época, la ciudad era un lugar de transferencia de las
mercaderías transportadas por las caravanas que venían desde el Sur
de Arabia y las que partían hacia Siria y Palestina.
A una edad juvenil (tal vez con poco más de 20 años) Mahoma se casó
con una rica viuda llamada Khadija (quien había heredado su fortuna
de dos maridos anteriores), y se encargó de organizar e incluso
acompañar algunas de las caravanas que transportaban las mercaderías
pertenecientes a su esposa.
Su interés religioso se generó a partir de sus contactos con las
comunidades cristianas y judías que existían en las ciudades árabes
desde hacía varios siglos. Con los años fue desarrollando una
visión religiosa que habría de expresarse en una nueva religión
que denominó Islam (sumisión).
Debido a que su prédica entraba en contradicción con la religión
de la elite gobernante local, la situación de Mahoma se fue
haciendo difícil, y decidió abandonar la ciudad con sus
seguidores. Su destino fue la ciudad de Yathrib, que luego pasaría
a llamarse Medina. La migración se produjo en el año 622 de la era
común, en lo que se dio en llamar la Héjira y que marca el año 0
del calendario musulmán.
En Medina la difusión de la nueva religión fue exitosa y el número
de fieles aumentó rápidamente.
Al cabo de varios años de prédica, negociaciones e incluso
enfrentamientos armados, el movimiento islámico naciente logró
ampliar su área de influencia a otras zonas de Arabia, incluyendo la
propia ciudad de La Meca.
Mahoma murió en el año 632, y dejó un sistema religioso y una
comunidad organizada de creyentes que a su muerte se dedicaría a
difundir sus enseñanzas.
Al principio las revelaciones de Mahoma y sus dichos fueron tan sólo
registradas en la memoria de sus seguidores y cronistas siguiendo el
estilo de la antigua poesía árabe.
A medida que pasaban los años resultaba imperativo registrar las
palabras del Profeta de todas las fuentes posibles.
Veinte años después de la muerte del fundador se organizó un
libro, el primero escrito en lengua árabe, que se denominó Corán
(o Qur’an), que quiere decir “lectura” o “recitado”.
A diferencia de la Biblia y el Talmud que han sufrido modificaciones
a lo largo del tiempo, el Corán ha permanecido inalterado desde su
primera redacción representando no sólo el fundamento de la
religión musulmana sino también la base del lenguaje árabe clásico
en todas las naciones donde se usa dicha lengua.
El Corán predica la existencia de Alá, su misterio inaccesible, su
unicidad y omnipotencia. De acuerdo al Corán, los artículos de fe
del Islam son la creencia en un solo Dios, en los ángeles, en los
libros revelados, en el Profeta Mahoma y en el Día del Juicio Final.
Los musulmanes tiene cinco deberes obligatorios, los “cinco
pilares” del Islam. Son la profesión de fe, las cinco oraciones
diarias, el pago del zakat (equivalente a “limosna”), el
ayuno en el mes lunar de Ramadán (que quiere decir “abrasador”)
y el peregrinaje a la Meca.
La profesión de fe se expresa en la frase árabe “la ilah
illa’ Allah: Muhammad rasul Allah” que se traduce “No hay
Dios sino Alá, Mahoma es el mensajero de Alá”.
Proclamada en voz alta con una comprensión y aceptación completa de
su sentido transforma en musulmán a cualquier persona que la
pronuncie.
Las oraciones diarias son cinco, que se llevan a cabo al amanecer,
al medio día, a la media tarde, a la puesta del sol y a la caída
de la noche. Los creyentes deben lavarse manos, pies y cara antes de
rezar enfrentados hacia La Meca. Las oraciones se pronuncian en
lengua árabe independientemente del idioma que hable la persona que
reza..
El zakat (traducible literalmente como “purificación”) se ha
vuelto una caridad obligatoria o impuesto que legitima a nivel
religioso y legal el derecho de propiedad de las personas.
El ayuno es requerido durante el mes lunar de Ramadán
Durante este período del año está prohibido consumir alimentos o
bebidas y tener relaciones sexuales a partir del amanecer y hasta la
desaparición del último vestigio de luz en el atardecer.
El peregrinaje a La Meca o hajj es una obligación para todos los
musulmanes aunque sea una vez en la vida. Durante el hajj el creyente
debe ponerse dos túnicas sin costuras, caminar descalzo y no
cortarse la barba, el pelo o las uñas. El peregrino debe visitar la
mezquita sagrada, besar la Piedra Negra, caminar alrededor de la
Ka’ba , ascender y recorrer el camino entre el Monte Safa y el
Monte Marwa siete veces, escuchar un sermón en el Monte Arafat,
arrojar piedras en los 3 pilares en Mina, y tomar parte de un
sacrificio ceremonial.
Aparte de los cinco pilares de la fe, la práctica más importante de
la fe islámica es la shari’a, una forma integral de vida
ordenada por Alá.
En su acepción beduina original shari’a quiere decir “el camino
hacia el lugar del agua”.
El Día del Juicio Final depende de la resurrección del cuerpo. Los
infieles condenados que van al infierno deberán pasarse la eternidad
sufriendo varios grados de tormento. Suplicarán por agua y se les
negará.
En el paraíso, en cambio, todo es vida y placer, los ríos fluyen
entre jardines floridos, la vida transcurre entre banquetes de frutas
y ambrosía, y son acariciados por esposas de pureza inmaculada.
Los
primeros califas
Durante
los últimos años de la vida de Mahoma, desde el 622 al 633 de la
era común, el principal consejero del profeta fue su suegro, Abu
Bakr.
Al
morir Mahoma, los fieles de Medina lo eligieron khalifat
rasul-Allah, el califa, sucesor del mensajero de dios.
A
pesar de su título, el califato no fue una posición de privilegio
religioso. Podía dirigir en carácter de imán en la ceremonia de
oración de los viernes (ium al juma o día de la reunión)
aunque cualquier musulmán podía desempeñar esa función. En los
hechos, el califa era el protector de la fe. La naturaleza del cargo
era sobre todo militar y política.
Para
asumir el califato, Abu Bakr debió enfrentar la resistencia de los
seguidores de Ali, yerno de Mahoma (casado con Fatima, hija del
Profeta), quienes argumentaban que la posición de califa sólo podía
ser trasmitida por vía de la sangre, y no por la elección, como
sostenían los partidarios de Abu Bakr.
Las
primeras tareas del nuevo califa fueron, en el Najd, apagar la
revuelta de las tribus beduinas y, en el Hejaz, controlar la rama
aristocrática del clan Qurayshi, conocidos como los Omayades.
Inesperadamente,
apenas un año después de su designación, Abu Bakr murió, siendo
nombrado en su lugar el califa Omar quien asumió el poder con el
título de amir al-mu’minin (comandante de los fieles).
Durante
los primeros años del califato de Omar las noveles fuerzas
musulmanas desencadenaron avances en varios frentes. En el año 637
derrotaron a los persas en Kadisiya, conquistaron la mesopotamia
iraquí y continuaron avanzando por el territorio de Persia hasta la
caida final del Imperio en el año 651.
En
638 lograron apoderarse de Jerusalén abriendo el camino para la
ocupación de Palestina primero, y luego de Siria.
Un
año después, las fuerzas islámicas, comandadas por Amr ibn al-As,
se dirigieron a Egipto arrebatando Heliópolis y Alejandría de manos
bizantinas en los años 640 y 641. La conquista del resto de Egipto,
los territorios de Nubia al sur, y la Cirenaica y Tripoli al oeste,
ocurrieron durante los siguientes cuatro años.
Al
morir asesinado Omar, en el año 644, los dos aspirantes a sucederlo
eran Ali, y Othman, quien era casado con otra hija de Mahoma,
Ruqaya.
El
cónclave de los fieles eligió a Othman, y Ali fue nuevamente
relegado.
Durante
su califato de 6 años Othman continuó las políticas expansionistas
de sus predecesores hasta que fue asesinado en el año 656.
La
muerte de Othman dio lugar a una lucha por el poder entre Ali, quien
fue elegido por ciertos sectores como califa, y Aisha, la viuda de
Mahoma e hija de Abu Bakr, quien procuró evitar su ascensión al
poder. Algunos líderes se opusieron al nuevo califa, mientras que
otros lo apoyaron. Al cabo de cinco años de inestabilidad, Ali
también fue asesinado (661).
Fue
en ese momento que se desencadenó el principal cisma del movimiento
islámico que habría de durar hasta nuestros días.
Los
seguidores del califa muerto fundaron el movimiento shi’ah Ali
(el “partido de Ali”) que sostenía que sólo Ali y sus
descendientes podían ser verdaderos califas. Con el tiempo los
shi’ah o shiitas desarrollaron su propia línea religiosa que se
impondría en ciertas regiones del mundo musulmán, particularmente
en Irán, y a lo largo de los emiratos de la costa del Golfo.
Los
otros musulmanes se autodenominaron sunnis o sunnitas, o sea los
seguidores del “camino” de Mahoma tal como era definido en las
tradiciones registradas en el transcurso de la vida del profeta.
La
división entre sunnitas y shiitas, que continúa en la actualidad,
se expresa también en un enfoque diferente de la organización de la
comunidad islámica. Para los shiitas, el califa debe ser infalible,
e incluso hay algunas sectas shiitas marginales que sostienen que
Ali es la encarnación de Dios. De acuerdo al movimiento shi’a el
liderazgo carismático pasó de Mahoma a Ali, y de Ali a sus hijos
Hasan y Husein, y por ende también a los descendientes de Husein. En
el movimiento shiita también se desarrolló la creencia en la
aparición próxima de un mahdi (“el que es divinamente
guiado), un mesías que iba a aparecer para guiar o redimir la
humanidad.
A
pesar del fortalecimiento del poder shi’a en ciertas zonas del
mundo islámico, la mayor parte de las poblaciones musulmanas
permanecieron apegadas al poder y orientación de los líderes
sunnitas.
Hoy,
casi todas las poblaciones islámicas, desde Marruecos a Indonesia,
se consideran sunnitas, con algunas excepciones alrededor de la zona
del golfo, al Sur de Irak y en Irán.
Los kharijitas
Durante
los años de inestabilidad provocada por la lucha por el poder del
califato, se desarrolló una secta fundamentalista que se oponía
tanto al lider Ali como al lider sunnita, Mu’awiya. Los adeptos de
esta secta tomaron el nombre de kharijitas (“los que se
fueron”). Los kharijitas adoptaron un sexto pilar de la fe: la
guerra santa o jihad. Según los kharijitas el juicio de Dios
solo podía ser expresado a través de la libre elección en toda la
comunidad musulmana. Sostenían que cualquiera, incluso un esclavo,
podía ser elegido califa si poseía la pureza moral necesaria. Del
mismo modo, cualquier persona, incluyendo el califa, que cometiera un
pecado mayor, podía ser sujeto al ostracismo y en los casos
merecidos la propia muerte.
Se
prohibían los juegos, la música y el concubinato sin el
consentimiento de las esposas. El Corán fue adoptado en forma
literal, e incluso desarrollaron su propio sistema legal y su
colección de tradiciones (hadith).
Las
ideas kharijitas sobrevivieron en los Ibadis del norte de Africa,
Omán y Zanzíbar y tuvieron gran influencia en el desarrollo del
movimiento wahabi de Arabia.
(continúa)
Extraido de "Una Clave de una Guerra de Culturas", Danilo Antón, 2001, Editorial Fin de Siglo.
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