Arabia Saudita 1 Serie Naciones y Estados
EL MUNDO:
Geografía, Historia y Algo Más
Capítulo 5
Geografía
La gran península de Arabia, patria de Mahoma, origen del Islam, es un país de dimensiones geográficas desmesuradas. Posee una superficie de 2,250,000 km2. Los 1,800 kilómetros que separan sus constituidos por enormes extensiones de terrenos áridos rocosos y arenosos, sin ríos ni bosques.
La gran península de Arabia, patria de Mahoma, origen del Islam, es un país de dimensiones geográficas desmesuradas. Posee una superficie de 2,250,000 km2. Los 1,800 kilómetros que separan sus constituidos por enormes extensiones de terrenos áridos rocosos y arenosos, sin ríos ni bosques.
El
territorio es una sucesión de paisajes desérticos desolados y secos. En verano
la temperatura del aire puede superar los 50 grados y el suelo se pone tan
caliente al mediodía que se podría hervir el agua en las anfractuosidades de
las rocas expuestas al sol.
Hay lugares
de Arabia como el Rub’al Khali, con 600,000 km2, donde los pluviómetros instalados hace más de
40 años, no han registrado jamás una lluvia y la humedad del aire desciende a
menos de 10%. Pero el Rub'al Khali no es el único desierto de arena, al norte está el Gran Nafud, en al centro el Dahna y al este los campos de dunas del Jafurah.
El resto del país también es árido pero sus suelos son pedregosos o salinos.
Existe una zona montañosa al oeste que llega a más de 2,000 metros y que es un poco más húmeda (300 a 400 mm por año). Se trata de un relieve inclinado suavemente hacia el este y abrupamente escarpado hacia el oeste. De allí salen los grandes wadis que se infiltran o evaporan en el camino hacia oriente, y cursos de agua cortos y empinados hacia occidente. Por debajo de la gran escarpa, está el tihama, una llanura costera muy calurosa y árida. Allí hay varias ciudades importantes como el puerto de Jeda y la ciudad religiosa de La Meca. La región se llama Hejaz.
En los relieves ondulados que descienden hacia el este el clima se hace más arido, sonas desérticas interrumpidas por varios oasis. En uno de ellos se encuentra la ciudad de Riad, capital del reino.
Al este, en la costa del Golfo, están los mayores yacimientos de hidrocarburos del mundo, Allí también hay varias ciudades importantes, Damman, Hofuf, los puertos de Jubayl y Ras Tanura, entrer otras.
El resto del país también es árido pero sus suelos son pedregosos o salinos.
Existe una zona montañosa al oeste que llega a más de 2,000 metros y que es un poco más húmeda (300 a 400 mm por año). Se trata de un relieve inclinado suavemente hacia el este y abrupamente escarpado hacia el oeste. De allí salen los grandes wadis que se infiltran o evaporan en el camino hacia oriente, y cursos de agua cortos y empinados hacia occidente. Por debajo de la gran escarpa, está el tihama, una llanura costera muy calurosa y árida. Allí hay varias ciudades importantes como el puerto de Jeda y la ciudad religiosa de La Meca. La región se llama Hejaz.
En los relieves ondulados que descienden hacia el este el clima se hace más arido, sonas desérticas interrumpidas por varios oasis. En uno de ellos se encuentra la ciudad de Riad, capital del reino.
Al este, en la costa del Golfo, están los mayores yacimientos de hidrocarburos del mundo, Allí también hay varias ciudades importantes, Damman, Hofuf, los puertos de Jubayl y Ras Tanura, entrer otras.
Adaptción a las condiciones de aridez
Los seres humanos tienen una gran capacidad para adaptarse a los ambientes más inhóspitos, aún en las condiciones de sequedad extrema y calores excesivos.
Desde ese
punto de vista los pueblos que habitan el desierto de Arabia o beduinos son un
ejemplo admirable. Han logrado utilizar las napas subterráneas, desarrollaron
cultivos que toleran la soledad, la salinidad y el calor extremo, y
seleccionaron animales domésticos perfectamente adaptados a las difíciles
condiciones del desierto.
Los beduinos
han logrado sobrevivir, e incluso llevar una vida próspera y agradable, en un
sitio que a primera vista parece hostil
y poco acogedor. Su existencia transcurre entre las casas de los pueblos de los
oasis, bajo la sombra de las palmas datileras, donde plantan algunos cultivos
utilizando el riego, y el pastoreo trashumante de camellos y cabras que les
permiten obtener leche y carne para su alimentación. La vida en el desierto es
inspiradora. El sol ardiente y el calor del mediodía obligan a realizar las
tareas de trabajo temprano en la mañana, o al caer la tarde. Las noches
estrelladas son nítidas y claras, permitiendo descifrar las configuraciones
estelares hasta en sus menores detalles.
Cuando sale
la luna el desierto se ilumina y se dan las condiciones para la vida social y religiosa.
La luna nueva indica el comienzo de un nuevo mes y el cuarto menguante su terminación
próxima. Por esa razón son tan
importantes las fases lunares en el calendario de los pueblos árabes, y se ha
impuesto la imagen de la luna creciente como símbolo del Islam. La luna
creciente figura en banderas y escudos nacionales, y hasta la propia “Cruz Roja”
se ha adaptado transformándose en “la Luna Creciente Roja” en todas las
naciones musulmanas.
El autor en Arabia
No hay comentarios:
Publicar un comentario