El fin del caudillismo en el Sur de América:
Chacho Peñaloza
Danilo Antón
Cuando
Mitre obtuvo la presidencia de la novel República Argentina en 1863,
el General Angel Vicente Peñaloza, era, tal vez, el más
importante líder histórico del movimiento federal. A pesar de
haberse separado de Rosas en 1840, y tal vez gracias a eso, Peñaloza
conservaba un gran prestigio en las provincias del oeste.
En ese
momento Rosas estaba exilado en Inglaterra, Quiroga y Aldao había
sido muertos, y el Chacho, sobreviviente de las batallas con el
General Paz se transformó en el líder indiscutido de la resistencia
al centralismo porteño encarnado por Mitre.
En
1863, al llamado de Peñaloza se rebelaron La Rioja, San Luis,
Córdoba, Catamarca, Salta, Tucumán y San Juan.
En esta
oportunidad la correlación de la guerra cambió a favor de las
tropas porteñas que contaban con nuevos y abundantes armamentos y el
apoyo logístico de la capital. Derrotado en el río Colorado, volvió
el Chacho a enfrentarse al ejército nacional en Lomas Blancas en La
Rioja, donde cayó nuevamente. Luego fue vencido nuevamente en
Córdoba y San Luis, debiendo replegarse a La Rioja.
Sarmiento,
que a la sazón era Gobernador de San Juan, veía en el prestigio de
Peñaloza el principal obstáculo en su meta de dominio de las
provincias occidentales. Fue probablemente en ese momento que planeó
, con el asentimiento del Presidente Bartolomé Mitre su eliminación
física, y para ello se organizó una operación destinada a
suprimir al líder riojano.
Los
militares que lo iban a matar lo encontraron desarmado tomando mate
en su rancho. El 12 de noviembre de 1863, sin darle oportunidad a
defenderse, el General Peñaloza fue ultimado a lanzazos. Siguiendo
instrucciones, los asesinos cortaron su cabeza que luego fuera
exhibida en la Plaza de Olta, un pueblo de La Rioja.
El 13
de noviembre habría de escribir Sarmiento:
“He
aplaudido la medida precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza
a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas
no se habrían aquietado en seis meses.”
En esa
misma ocasión Sarmiento le escribiría a Mitre:
“no
ahorrar sangre de gauchos. Es lo único que tienen de humanos.”
José
Hernández, autor del Martín Fierro, escribiría al respecto:
“El
partido federal tiene un nuevo mártir. El partido unitario tiene un
crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes”
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