Crónicas de la Peripecia Humana-
Introducción
Piriguazú Ediciones -Danilo Antón
Del frío glacial al calor agobiante, del aislamiento extremo de las
extensiones oceánicas a la concentración de poblaciones en las grandes
urbes, desde las antiguas comunidades tribales con cosmovisiones
naturales o mesiánicas a las modernas revoluciones tecnológicas,
los seres humanos han desarrollado sociedades diversas, heterogéneas
y polícromas, lenguajes y alfabetos sofisticados, en fin, una amplia
variedad de identidades culturales diferentes.
La peripecia humana reposa precisamente en esta
diversidad prácticamente ilimitada. Está hecha de luces y sombras, de derechos
violados y redimidos, de solidaridad y egolatrías, de crímenes y sacrificios.
de respeto y autoritarismo.
Todo ello se produjo en el marco de una larga
historia en la que tuvieron lugar grandes cambios que modificaron completamente
la conformación social y tecnológica del mundo habitado.
Las sociedades tradicionales que fueron la regla
durante los primeros decenas de miles de años de la evolución humana estaban,
y aún lo están, estructuradas en grupos pequeños, a menudo autosuficientes, en
relación estrecha con los ecosistemas en que habitaban. Eran comunidades
igualitarias, en general pacíficas, con una vinculación profunda con la
naturaleza y sistemas sociales basados en principios de cooperación y ayuda
mutua.
Éstos se expresaban en la inexistencia de la propiedad individual de la tierra,
en la distribución equitativa de los recursos locales, en el tratamiento preferencial
de los niños, de los ancianos y de los individuos con limitaciones físicas o
síquicas.Eran grupos humanos que se caracterizaban por
comportamientos
poco competitivos, por la colaboración entre
los integrantes y por
enfoques espirituales holísticos no dogmáticos
ni proselitistas que
otorgaban carácter sagrado a los elementos de
la naturaleza.
Es en ese marco que estas culturas lograron
subsistir por decenas
de miles de años.
La situación se modificó en los últimos milenios. Con la aparición de
los estados agrarios y comerciales comenzaron a
generarse sociedades
basadas en la dominación y la explotación de
otros pueblos o de
sus propios congéneres. Se interrumpió el
diálogo con la naturaleza y,
consecuentemente, se desarticuló la armonía
social preexistente. Se
desataron el saqueo, el pillaje, la alienación
incontrolada.
Los gobiernos expansionistas crecieron en
número, multiplicaron
su competencia y conflictividad, las sociedades
matriarcales, que en
tiempos antiguos eran comunes, fueron
sustituidas por sistemas patriarcales
asignando un rol dependiente y subordinado a las
mujeres.
Algunos hombres se hicieron amos de otras
personas, que pasaron a
ser considerados como esclavos. La tierra se
transformó en una mera
mercancía. Se desataron las guerras, aparecieron
los ejércitos. Las religiones
se hicieron dogmáticas, autoritarias e
intolerantes.
El desarrollo del capitalismo y los avances
tecnológicos posteriores
y recientes no atemperaron estas tendencias. Los
procesos coloniales
basados en el poder económico y militar
permitieron extender la influencia
de las metrópolis imperiales a todos los
continentes y océanos.
Aún las islas y parajes más remotos fueron
objeto de la ambición
expansiva de los estados centrales.
La descolonización de la segunda mitad del siglo
XX debilitó el control
político sobre las antiguas dependencias. Muchas
de estas colonias
se transformaron en estados reconocidos
internacionalmente.
Frecuentemente los gobiernos de estas nuevas
entidades estatales
procedieron en forma análoga a los países
imperiales. Discriminaron
a los grupos minoritarios y a las sociedades
tradicionales existentes
en sus territorios.
Muchas comunidades se vieron arrinconadas por la
nueva situación
y amenazada su sobrevivencia.
Algunas etnias desaparecieron totalmente o casi
totalmente, los
guanches de las islas Canarias, los palawa de
Tasmania, los aleutos
del archipiélago aleutiano. los onas y yaganes
en Chile y Argentina.
Otros grupos étnicos sobreviven en situaciones
marginales de degradación
económica y cultural, los !kun san del Kalahari
discriminados
en Botswana, Namibia y Sudáfrica, los mbya
guaraní sin hogar
en su propia tierra, esparcidos en Paraguay,
Brasil y Argentina,
los chumash y apaches del suroeste de
Norteamérica confinados
en pequeñas reservas escasamente productivas,
los lenni lenape
expatriados lejos de su costa oceánica
ancestral, los iroqueses en
pequeños enclaves próximos a contextos
megaurbanos y obligados
a una lucha permanente para defenderse del
desconocimiento y la
falta de oportunidades.
La situación no fue muy diferente en los bosques
boreales de Escandinavia
y Siberia. Los saami, los samoyedos, los nenets
y los
yakutos fueron diezmados y reducidos a pequeños
números sin
control político o económico de sus propias
vidas y territorios.
En otros sitios las sociedades locales
sobreviven desde el punto
de vista económico pero sus culturas originales
han sido degradadas
por invasiones culturales provenientes de
estados nacionales
más poderosos o influencias globalizantes con
efectos análogos.
Esta situación es
común en algunos países europeos, como Gales
e Irlanda en las
islas británicas y el País Vasco en España.
Otros ejemplos de situaciones similares se
pueden observar en las
Comunidades bereberes de Marruecos y Argelia y
las naciones huichol,
purépecha y otomí en México.
En los tiempos más antiguos, donde el
palimpsesto de la historia
se encuentra más borrado, resulta difícil
reconstruir los episodios
transcurridos. Los nombres y lugares pueden ser
interpretados de
varias maneras.
Las anécdotas y experiencias de las personas se
tejen como hebras
especiales y únicas que contribuyen a formular
los tapices heterogéneos
de las sociedades humanas. A través de las
efemérides
biográficas se produce la conexión entre
comunidades y culturas.
Muchas veces las vidas individuales permiten
comprender identidades
locales y contextos. Las reseñas que incluimos
en este trabajo
proporcionan elementos para resolver la compleja
y desafiante
configuración del mosaico humano.
La historia se escribe y reescribe.
Kamal Salibi, el académico libanés
contemporáneo, tuvo la valentía
de enfrentarse a los dogmas religiosos
imperantes replanteando
radicalmente las viejas historias bíblicas sobre
bases documentales
sólidas. La difusión de sus libros ha sido
obstaculizada o
censurada por las autoridades eclesiásticas de
variadas tendencias.
De acuerdo a Salibi las tierras sagradas del
antiguo testamento
ubicadas oficialmente en Palestina reaparecen en
el Asir, el Hejaz
y el Nejd de Arabia.
El Jesús, hijo de María y José, que reverencian
los cristianos puede
ser el Issa bin Maryam del Corán cuyos restos
reposarían cerca
de Medina en Arabia.
El Kebra Negast, libro sagrado de la iglesia etíope, complementa
estas interpretaciones. Según las tradiciones de
Etiopía el Arca de la
Alianza reside en la antiquísima ciudad de Axum
desde los tiempos del
rey Salomón y la reina Makeda . Hace casi un
milenio, Lalibela el rey
etíope que gobernó como sucesor de la antigua
dinastía salomónica,
creó una réplica de Jerusalén en su país natal
que todavía subsiste y
es reconocida como tal, incluyendo templos
esculpidos en la roca.
También nos referinos a la supuesta tumba del Apóstol Santiago en
Compostela al noroeste de España, a la cual
marchan anualmente los
peregrinos desde hace más de diez siglos.. De
acuerdo a Miguel de
Unamuno y otros este sepulcro contendría en
realidad los restos del
obispo gallego Prisciliano que predicó y vivió
en el siglo III en la
península ibérica. Fue considerado hereje y
ejecutado por las autoridades
religiosas y políticas de la época.
Del otro lado del océano, en el sur de América,
José de San Martín
prócer de la nación argentina y liberador de
Chile y Perú, ha sido
presentado como un típico blanco español, con
cutis claro y presencia
europea. Hoy hay elementos para afirmar su
origen guaraní que
es negado en la historia oficial argentina. San
Martín reivindicó sus
raíces indias en las palabras y en los hechos en
numerosas ocasiones.
El viaje de otro mestizo guaraní, don Francisco
de los Santos, desde
Corrientes a Río de Janeiro en 1820 para
rescatar a sus camaradas
prisioneros a través de miles de kilómetros es
un ejemplo de adhesión
a la causa federal artiguista y persistencia en
el esfuerzo.
En las décadas de 1869 y 1870, en plena
dictadura somozista, el
sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal imaginó
un evangelio de
los pobres en el archipiélago lacustre de
Solentiname. Luego de la
revolución social nicaragüense la comunidad de
Solentiname dejó de
funcionar activamente.
Mucho antes, en el siglo XVI, Michelangelo
Buonarroti tuvo la
osadía de esculpir una estatua del David desnudo
en la Italia renacentista
pacata y conservadora. Los fundamentalistas
religiosos
adictos al fraile Savonarola apedrearon la
imagen y los representantes
del Papado la criticaron.
Durante los últimos dos siglos en diversos
lugares del mundo, hombres
con imaginación y decisión produjeron
desarrollos tecnológicos
que cambiaron la historia, Innocenzo Manzetti,
Alexander Graham
Bell, Thomas Alva Edison y Steve Jobs entre
otros se atrevieron a
desafiar la lógica imperante y crearon objetos
que transformaron las
formas de vida a nivel planetario.
En el otro extremo de las complejidades sociales
y culturales decidimos
marcar los contrastes culturales narrando las
aventuras de
Gixau, un !kung san que viajó desde el desierto
de Namib a las grandes
ciudades de Sudáfrica y Hong Kong. A través de
este relato se
muestran las experiencias de una persona que
procura decodificar
las pautas de las sociedades tecnológizadas
desde la óptica simple de
una sociedad tradicional antigua.
Del mismo modo, hemos apreciado la magia que
existe en las búsquedas
electrónicas de las niñas uruguayas de Belén y
Montevideo,
quienes utilizando computadoras pueden atravesar
el espacio virtual
conectándose con lugares distantes o con un
pasado relevante a
su propia vida.
Todas estas historias expresan el potencial de
las acciones y la imaginación
humana para modificar sitios, ambientes y
existencias. Estas
capacidades, para bien o para mal, voluntaria o
inconscientemente,
dieron forma a la prolongada y multigeneracional peripecia demillones de
mujeres y hombres que habitaron el planeta desde los tiempos de nuestros
ancestros más antiguos.
La evolución humana no ha terminado aún. Tal vez recién empieza.
Las culturas son el reflejo de una prolongadísima acumulación de experiencias.
Nuestra función es la de ser un eslabón más en esta cadena de vidas y generaciones.
Seremos recordados durante unos pocos años o siglos. La página contemporánea
del palimpsesto de la historia se irá borrando paulatinamente.
Con el tiempo solamente permaneceremos como una minúscula partícula en el flujo
social y cultural de las civilizaciones del futuro.
NOTA: los temas tratados en este trabajo se presentan en tres tomos donde se incluyen
todos sus capítulos. En este primer tomo buscaremos comenzar en la región donde
vivimos, en el Sur de las Américas.
En esos lugares muchas naciones aborígenes fueron invadidas, saqueadas,
ocupadas y frecuentemente borradas de la faz de la tierra. Las sociedades que
sobrevivieron fueron mestizadas generalmente contra su voluntad.
El comienzo de esta historia tiene lugar en las costas del río Uruguay en la población
misionera jesuítica de Yapeyú y en el puerto normando de Boulogne-sur-mer.
Crónicas de la Peripecia Humana- Piriguazú Ediciones -Danilo Antón