Danilo Antón
Antes de la invasión y conquista portuguesa el actual
territorio de Brasil estaba poblado por varios centenares de naciones indígenas
con una población total estimada de más de 20 millones de habitantes.
La muerte, esclavización, trabajo forzado, enfermedades
infecciosas, el desplazamiento y la ocupación de las tierras llevó a una
disminución dramática de ese número de personas. Durante los siguientes siglos
el proceso de eliminación demográfica no cesó y aún en pleno siglo XXI continúa
afectando la existencia física y cultural de las naciones sobrevivientes.
En la actualidad (2019) hay más de un centenar de etnias nativas
diferenciadas, muchas de ellas en grave peligro de extinción con una población
estimada de algo más de 1 millón de habitantes en sus territorios tradicionales
y otros 3 o 4 millones viviendo fuera de sus reservas.
Algunos grupos étnicos son particularmente resilientes y han
resistido los continuos embates de los intereses empresariales agropecuarios y mineros,
así como la complicidad de los poderes políticos federales y estaduales.
Esta situación se ha agravado con la toma del poder de los
grupos de extrema derecha que buscan modificar o impedir la demarcación de las
reservas indígenas y la protección ambiental de muchos territorios valiosos
desde el punto de vista ecológico y ambiental. Las políticas anti-indígenas que
se han acentuado con el gobierno de Jair Bolsonaro ya existían anteriormente
pero en la actualidad se intensificaron fuertemente.
La ocupación y explotación de las tierras indígenas y otras
zonas de alta biodiversidad se lleva a cabo mediante la destrucción de los
bosques tropicales (mediante tala y especialmente quema) dando lugar a numerosos incendios que año a año producen una destrucción acumulativa de ecosistemas y productividad de los suelos. Esta situación dificulta o impide la regeneración de la cobertura vegetal
selvática desarrollándose procesos erosivos y contaminantes en las cuencas..
Una vez que los tierras han sido ocupadas por las
corporaciones agropecuarias y mineras, o simplemente colonos individuales, se logra impedir la implantación de
nuevos brotes arbóreos a través de sucesivas quemas, generalmente anuales, que pueden alcanzar varias
decenas de miles en incendios detectables a partir de imágenes satelitales.
Los incendios continúan aumentando dando lugar a cambios climáticos locales y regionales con efectos nocivos en la salud y la calidad de vida de las poblaciones.
Hay que destacar que muchas organizaciones indígenas e
indigenistas nacionales e internacionales están combatiendo estas políticas
genocidas del sistema político-económico de Brasil y, en cierto modo, han retardado
o impedido las acciones depredadores en el territorio.
Los principales pueblos nativos que han logrado sobrevivir
con un número relativamente importante de habitantes son los siguientes.
1) Guarani (todos) 270,000
(incluyendo los Kaiwá
o Pai Tavytera, los Ñandeva o Ava Chiripá, los M’byá, Los Ava Guaraní o
chiriguanos, y los Izoceños o Guarayos y los Ava Guayakíes).
2) Ticuna 70,000
3) Yanomami 35,000
4) Pai Tavytera o
Kaa'wa, 40,000
5) Ñandeva o Pai
Tavyterá, 25,000
6) Kaingang 30,000
7) Mbya guaraní 28,000
8) Xavantes 16,000
9) Potiguara 12,000
10) Pataxó 11,800
11) Kayapo 10,000
12) Terena 20,000
13) Sateré-Mawé 14,000
14) Xakriabá 10,000
15) Xucurú-Kariri
8,500
16) Karajá 3,000
17) Tupinambá de
Olivença 3,000,
18) Tupiniquim 2,630,
19) Parecis 2,200
20) Bororo 1,500
21) Kadiweu 1,500
Y otras 100 naciones
con poblaciones de menos de 1,500 habitantes.
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