miércoles, 3 de julio de 2019


Introducción al libro "Pueblos, Drogas y Serpientes"
Danilo Antón

Se cierran los ojos y se encienden cientos de diseños curvilíneos, elongadas serpientes de múltiples colores. 
Figuras enroscadas y tonalidades llamativas se suceden. 
El tiempo transcurre muy lentamente. 
La mente se ha iluminado y sus componentes destellan expresando mensajes cuyos contenidos y sentidos parecen querer descifrar los misterios de la conciencia. 
Algunas curvas se organizan asumiendo una forma serpentina mayor, que observada con más atención resulta ser un par idéntico y complementario enroscado alrededor de sí mismo. 
La gran serpiente habla. Dice cosas. Conceptos sabios, que se sienten antiguos como el mundo. 
Nos trae a una nueva realidad. Reduce el ego a su expresión más minúscula. 
La ansiedad se calma. Es la purificación. Abrimos los ojos. El cielo está tachonado de estrellas. 
Hay muchos puntos luminosos. Muchos más de los que acostumbramos observar habitualmente. Se escuchan sonidos lejanos de ranas y de insectos. 
El perfume de la noche nos invade hasta lo más profundo. Luego el sueño. Dormimos profundamente y al otro día despertamos diferentes. En la noche de ensueños hemos ganado en humildad y sabiduría.

La escena se ha repetido una y otra vez, por miles de generaciones.
Los hongos sagrados recolectados con la luna llena, luego de las primeras lluvias, en la primavera, fueron el alimento ritual que por largo tiempo nutrió la antigua ceremonia. Las mujeres y hombres santos emprendieron viajes al mundo de las verdades para llamar a los espíritus, bajo la forma de aves coloridas que traen belleza y sanación. 
Los cantos y danzas se suceden toda la noche. Al amanecer todos duermen. Las sonajas, flautas y tambores están callados. A medida que sale el sol se aproxima una enorme bandada de aves multicolores, que cubren el cielo y entonan gorjeos inverosímiles. Las plegarias de la noche las han traido. El nuevo día será armónico y próspero. Habrá paz.

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