La comarca valdense
La ciudad de Varallo, Varal en lengua `piamontesa, comúnmente denominada Varallo Sesia por el río que la atraviesa, está situada en el piedemonte italiano de los Alpes.
La población se encuentra a la salida del valle, exactamente en el lugar donde desemboca el río Mastallone. Desde tiempos inmemoriales i varallesi acostumbraban practicar il legno di balsa en ambos ríos aprovechando su carácter torrentoso. Los muchachos de Varallo se templaban en las agrestes aguas de ese río alpino donde la llanura se encuentra con la montaña. Allí, en este lugar de contrastes geográficos se había desarrollado la niñez y adolescencia de Isabella antes de emigrar muy lejos de su hogar.
Isabella Ferrero nació en Varallo a fines de la década de 1840, en el seno de una antigua familia piamontesa del valle del Sesia. Su niñez transcurrió normalmente, como una típica niña del norte italiano. Una crianza conservadora en que las niñas estaban destinadas a casarse y tener hijos. Isabella fue especialmente protegida por ser la única mujer en la casa y además por ser mucho menor que sus cuatro hermanos varones. Su padre, Giovanni Ferrero, era un comerciante local propietario de una “bottega de ferramenta” en el centro de la ciudad. Su madre era una típica casalinga italiana. Se había criado en Varallo y pocas veces había salido de la ciudad. Dedicada a su casa desde el casamiento era un ejemplo estricto de un modelo tradicional femenino que parecía augurar una vida similar para su hija. Pero no fue así. Isabella era diferente.
A pesar de su crianza reprimida ella quería algo más que una familia burguesa. En su mente estaba presente el caso de la enfermera anglo-italiana Florencia Nightingale que era ampliamente conocida por su participación en la guerra de Crimea algunos años antes.
El destino habría de estar marcado por aquel viaje que hizo a Vercelli para acompañar a su padre que iba a la ciudad con el fin de arreglar unas compras para su comercio. Para Isabella era una oportunidad de visitar a su prima Alessandra que allí vivía. Fue en ese viaje que conoció a un joven que habría de cambiar su vida y, en cierto modo, comenzar a hacer realidad sus aspiraciones.
Patricio Favre había nacido en 1846 en la ciudad de Torre Pellice, un lugar tradicional en el corazón de los Alpes turineses que era la capital religiosa de la Iglesia Valdense, un antiguo culto considerado hereje por la iglesia católica que había sobrevivido muchos siglos de persecución y aislamiento. Patricio había recibido una educación independiente como digno hijo de una comunidad cristiana rebelde que habría de condicionar sus actitudes desprejuiciadas durante toda la vida.
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