Una comunidad resiliente
Danilo Antón
La isla de
Dominica o Waitukubuli (nombre indígena) está ubicada al norte de las islas de
Barlovento en el Caribe.
Obtuvo su
independencia del Reino Unido en 1967, tiene una superficie de 750 km2 y 70,000
habitantes. Su capital es la ciudad de
Roseau (en criollo antillano “wozeau”) con 15,000 habitantes, ubicada en
el sitio de la antigua aldea caribe Sairi.
Originalmente
habitada por tainos (de etnia arazak) y caribes, su población nativa disminuyó
rápidamente luego de la conquista por las potencias europeas, primero España y
luego Inglaterra. Como en el resto de las pequeñas Antillas, los invasores trajeron
esclavos africanos para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Hoy los
afro-dominicanos constituyen la mayor parte de la población de la isla.
Dominica es una isla montañosa y escarpada, cubierta por una
vegetación exuberante. Por esa razón fue uno de los últimos lugares en donde
algunas comunidades caribes pudieron refugiarse en áreas de difícil acceso.
Allí lograron sobrevivir los siglos de ocupación, degradación y saqueos.
En especial hubo un grupo
que resistió, los kalinago de Salybia que aún en pleno siglo XXI
todavía conservan su identidad y una minúscula porción de sus tierras
ancestrales. En la actualidad se encuentran restringidos en una reserva ubicada
en la costa oriental de la isla.
Este “Territorio Caribe”,
hoy reconocido como tal por el estado independiente de Dominica, tiene una
superficie de 15 km2 donde habitan 3,000 personas. Un 70% de los
residentes de la reserva pertenecen a la etnia caribe de los kalinago, tal vez
los únicos sobrevivientes contemporáneos del genocidio europeo en el Caribe
Oriental.
La principal aldea se llama Salybia
localizada al norte del pueblo afro-criollo Castle Bruce. En su cercanía está
el establecimiento Kalinago Barana Aute que ha sido construido como una
aldea-modelo con fines culturales y turísticos. En esta aldea los kalinago
exhiben sus artes de tejido de canastas, sus métodos para el cocido de
mandioca, la fabricación de canoas y sus conocimientos de medicina tradicional
en base a hierbas.
Además de la agricultura, la
recolección de vegetales y mariscos y la pesca los kalinago se dedican a la
comercialización de sus productos a los turistas y visitantes que cada vez en
mayor número concurren a la reserva para conocer este ejemplo de
resiliencia histórica.
De "Crónicas de la Peripecia Humana", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones
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