Serie Naciones y Estados
Geografía, Historia y Algo Más
Capítulo 6
Afganistán (Parte 1)
Danilo Antón
Una historia de pobreza y guerra
Afganistán tiene una larga historia de invasiones provenientes de
los más diversos orígenes geográficos y étnicos.
El país fue invadido por Alejandro de Macedonia en el siglo IV
anterior a nuestra era, por las fuerzas islámistas en el siglo VII
después de Cristo, por los mongoles de Gengis Khan en el siglo XIII,
por las fuerzas turcas de Timur en el siglo XIV, por los ingleses en
el siglo XIX, por los soviéticos a fines de 1979 y finalmente, por
los Estados Unidos en el comienzo del tercer milenio.
¿Que tiene este país que despierta tales arrebatos geopolíticos?
¿Se trata de un territorio de grandes riquezas, de gran
productividad agrícola? ¿Posee yacimientos minerales de valor?
¿Acaso tiene oro o petróleo?
Sorprendentemente la respuesta a todas las preguntas anteriores es
negativa.
Se trata de un país árido, con lluvias escasas a menudo
torrenciales, suelos esqueléticos y una magra vegetación
esteparia.
Si bien hay algunos recursos minerales, éstos, tanto por su tipo
como por su cantidad, no representan riquezas que puedan despertar la
codicia de los imperios extranjeros. Hay pocos metales preciosos, la
presencia de yacimientos de hidrocarburos no está comprobada. Tal
vez algunos yacimientos de gas natural, pero que no parecen
suficientes para desencadenar costosas campañas militares.
Debido a la aridez, el potencial agrícola es muy limitado. Se puede
cultivar tan sólo en algunos valles que se intercalan muy
esporádicamente en un paisaje arrugado de montañas secas y rocosas
cuya extensión parece interminable.
Se planta algo de trigo, avena, alfalfa, algunas verduras y frutos,
olivares, localmente dátiles, y muy pocos productos más.
Las limitaciones agrícolas ha empujado a pashtunes, hazaras,
baluchis, uzbekos y tayikos, habitantes de la región, a dedicar gran
parte de su tiempo y energía a la cría de ganado. Cabras, ovejas
con lanas de calidades diversas, vacunos, camellos, asnos y mulas,
constituyen la base del stock animal.
De todos modos, aún considerando la producción de lana y las
interesantes artesanías que con ella se fabrican, así como los
variados productos agropecuarios (que incluyen también
tradicionalmente la amapola, de donde se saca el opio, y el cáñamo,
del que se obtiene el hachís), es difícil explicarse el porqué de
tantas invasiones y ocupaciones de un territorio, que desde un punto
de vista económico-financiero, puede considerarse como de los más
pobres del planeta.
No hay una sola respuesta a esta interrogante.
Tal vez, la razón más importante para esta historia turbulenta sea
la ubicación “estratégica” del país.
Afganistán se encuentra en una encrucijada de valles, pasos,
desfiladeros y cañones que comunican la India con Persia (Irán), y
a su vez estas dos regiones con los países del Asia Central
(Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Kazajstán) y, a través de
éstos territorios, con China y Rusia.
Cada vez que los pueblos del occidente (persas, griegos) quisieron
apoderarse de las fértiles y pobladísimas llanuras de la India
(incluyendo el actual Pakistán), debieron atravesar los valles de
Herat, Kandahar y Kabul en Afganistán.
Cuando los mongoles de Gengis Khan procuraron (infructuosamente)
avanzar hacia el sur, tal vez pensando en la conquista de la India,
trataron de hacerlo a través del territorio afgano.
Los británicos también invadieron Afganistán en el siglo XIX,
cuando buscaban expandir hacia el norte y oeste su dominio colonial
de la India. Las tres guerras afgano-británicas se saldaron con el
fracaso estruendoso de las fuerzas imperiales, y la aceptación de la
independencia afgana.
No menos estrepitosas fueron las derrotas que sufrieron los
soviéticos cuando intentaron abrir un camino hacia el océano Indico
a través de las montañas y valles afganos en las décadas de 1970 y
1980.
Hoy, a principios del tercer milenio, en un mundo supuestamente
unipolar, son los Estados Unidos quienes nuevamente atacan Afganistán
con el propósito explícito, al igual que lo hicieron otros
invasores anteriores, de sustituir el gobierno existente por otro de
su agrado.
Las invasiones anteriores fracasaron. No hay ninguna razón para
pensar que este último intento tenga mejor suerte.
Sin embargo, olvidándose de la historia, error común de los
gobernantes imperiales, esta vez es la gran potencia estadounidense
que se lanza a la aventura afgana. No se necesita mucha astucia para
pronosticar el resultado final de este nuevo intento.
Pueblos de montaña
Afganistán es un país heterogéneo. Si bien la mayor parte del
territorio es semi-árido con un relieve extremadamente quebrado y
vegetación esteparia, posee zonas mucho más húmedas (por ejemplo
el valle de Kabul) y considerables extensiones de bosques de
montañas.
También hay desiertos de gran aridez como el Rijestán al sur del
país donde sólo deambulan pequeños grupos de pastores con sus
camellos y cabras.
Desde el punto de vista físico Afganistán es un verdadero
laberinto de macizos montañosos, desfiladeros, laderas cavernosas,
llanuras fluviales y cumbres nevadas. Étnicamente el país está
compuesto por un conglomerado heterogéneo de poblaciones de
extracción indoeuropea, turca y mongola. Las nacionalidades
principales son los pashtunes en el centro y este, los baluchis en el
sureste del país, los hazaras en el centro, y los uzbekos y tayikos
en el norte y noreste.
El grupo mayoritario de Afganistán son los pashtunes (40%),
que se concentran especialmente en los valles de Kabul y Kandahar,
pero están presentes en todo el país. Son de religión sunita, y
su lengua, el pashtun, que es de origen indoeuropeo (relacionada
con el urdu- hindi y el farsi), es hablada por la mitad de la
población.
Los tayikos, segunda etnia en número (25%), habitan la
región norte, particularmente las provincias de Badajstán, Tajar y
Qonduz. También son sunitas, y su lenguaje es el dari, que es una
variedad dialectal afgana del farsi (persa). Aproximadamente un 50 %
de los afganos hablan dicha lengua.
Los hazaras, que representan un 12% de la población también
hablan un dialecto de raíz persa aunque incluyendo muchas palabras
mongolas y turcas. Se dividen en dos grupos, los hazaras orientales,
localizados en el Hazarajat, que son mayoritariamente shiitas, y los
occidentales , concentrados cerca de la frontera de Afganistán con
Irán, que son sunitas.
Los uzbekos (10%) son un pueblo turco de religión sunita
establecido en la región centro-norte del país, principalmente a
lo largo de la frontera con la República de Uzbekistán.
Los baluchis (8%) son poblaciones emparentadas con los
pashtunes que habitan la región sur y suroriental. Al igual que los
pashtunes, los baluchis hablan una lengua de origen indoeuropeo
emparentada con el persa y el urdu (lengua oficial de Pakistán).
De Las Claves de una Guerra de Culuras, Danilo Antón, 2001, Editorial Fin de Siglo
De Las Claves de una Guerra de Culuras, Danilo Antón, 2001, Editorial Fin de Siglo
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