3 Afganistán
El origen afgano del Imperio Mogul
Serie Naciones y Estados
EL MUNDO:
Geografía, Historia y Algo Más
Capítulo 6 Afganistán (Parte 3)
Danilo Antón
El origen afgano del Imperio Mogul
La dinastía de los mogules, sucesores políticos de Gengis Khan y
Timur, se originó en el valle de Kabul. Esta ciudad era la capital
de un principado cuyo monarca era Babur, fundador de la dinastía
mogul que tendría tanta trascendencia en la historia de la India.
En 1522 Babur conquistó Kandahar y durante los años siguientes se
apoderó del Punjab y de la región de Delhi. En poco tiempo la
mayor parte del norte de la India estaba había caído en sus manos.
Estableció su capital en Agra, pero al morir, según su deseo, el
cuerpo fue llevado a Kabul y enterrado en su jardín preferido.
La dinastía mogul, que nunca perdió su carácter de mezcla original
de elementos turcos, persas y afganos, a los que se agregó la
influencia hindú, duró hasta el siglo diecinueve cuando fue
sustituida por el poder inglés.
El 16 de enero de 1842 varios cientos de militares ingleses junto a
4,000 regulares hindúes y 14,000 acompañantes y personal de apoyo
se retiraban diezmados de Afganistán apenas 33 meses después de
haber entrado triunfalmente a Kandahar y Kabul.
Durante ese corto período los destacamentos ingleses habían sido
hostigados sin cesar, sus fuerzas se habían debilitado y
desmoralizado. Los enemigos estaban en todas partes. Los que parecían
amigos dejaban de serlo en el momento menos pensado.
La campaña que se había pronosticado como rápida y sencilla se
estaba transformando en una guerra costosa tanto en vidas como
financieramente.
Llegaba la hora de irse del país.
Para ello entablaron negociaciones con Akbar Khan, hijo del rey
afghano Dost Mohammad, que al principio de la guerra había sido
hecho prisionero por las fuerzas invasoras.
Desafortunadamente para ellos, cuando decidieron emprender la marcha
los afganos les cobraron la cuenta. En pleno peíodo de
negociaciones, el representante y principal agente político de la
reina Victoria, Sir William Hay Magnaghten, experiente diplomático
que llevaba casi 30 años de administración en las colonias de
Madrás y Bengala, fue muerto por el propio Akbar Khan.
Incluso cuando los ingleses comenzaron su marcha nada triunfal los
afganos continuaron sus actividades de hostigamiento. A medida que
las tropas británicas se acercaban al Paso Khyber, en la frontera,
aumentaban las bajas. Sólo unos pocos cientos pudieron llegar a
Peshawar fuera del alcance de las guerrillas. La expedición les
había costado decenas de miles de bajas y millones de libras
esterlinas. Así, con pena y sin gloria, culminó la llamada “Primera
Guerra Afgana”.
A pesar de esta derrota humillante, el imperio victoriano no se
conformó y algunas décadas después volvió por más.
La nueva invasión de los ejércitos ingleses comenzó el 21 de
noviembre de 1878. En pocas semanas se apoderaron de Jalalabad y
Kandahar, derrotando al emir Shir Ali (quien sospechosamente murió
poco después) y obligaron a su hijo, Yaqub Khan, a firmar un
tratado de sumisión al imperio británico (26 de mayo de 1879).
Apenas comenzaba la vigencia del acuerdo, el enviado inglés y su
escolta fueron muertos en Kabul dando lugar a una nueva invasión
inglesa para desagraviar esta “afrenta”. En octubre de ese mismo
año los ingleses entraron nuevamente en Afganistán, ocuparon Kabul
y arrestaron al nuevo emir que habría de morir en el exilio muchos
años más tarde.
Estos hechos desencadenaron numerosas acciones guerrilleras que
culminaron con el aniquilamiento de una fuerza inglesa cerca de
Kandahar. Este acontecimiento obligó a los ingleses a buscar la
salida lo menos deshonrosa posible para una situación que se estaba
haciendo insostenible.
Llegaron a un acuerdo con un nieto del antiguo rey Dost Mohammad,
llamado Abdorrahman, y se retiraron sin nuevas reclamaciones. De ese
modo, se acabó la denominada “Segunda Guerra Afgana” con otra
derrota británica.
La “Tercera Guerra Afgana” tuvo lugar en mayo de 1919, poco
tiempo después de la finalización de la Primera Guerra Mundial.
Los ingleses rompieron las hostilidades pero no lograron avanzar
substancialmente en territorio afgano. Frente a las dificultades
experimentadas en el terreno de batalla las autoridades británicas
nuevamente se vieron obligadas a buscar una solución negociada al
conflicto. Esta se concretó en dos acuerdos firmados respectivamente
en agosto de 1919 y noviembre de 1921 que incluían como artículo
fundamental el reconocimiento definitivo de la independencia afgana.
El porqué de las campañas imperiales en Afganistán
Desde principios del siglo XIX, las estrategias asiáticas de
Inglaterra buscaban controlar la encrucijada de valles y pasos que
comunicaban las colonias británicas del occidente de la India con
Irán, así como las entradas desde y hacia Asia Central a través de
las montañas de Pamir y la cordillera del Hindu Kush.
Los últimos años de la década de 1830 habían sido muy dinámicos
en las políticas de expansionismo británico en Asia.
Durante ese mismo período, los ingleses decidieron atacar China para
imponer a la fuerza el comercio del opio en las ciudades del extremo
oriente.
En 1840 tomaron Dinghai, y en 1842 derrotaron al ejército imperial
chino forzando a la aceptación de un “tratado de paz” (el
Tratado de Nankin). Este acuerdo establecía que el gobierno de
China abriría los puertos para el comercio extranjero, sobretodo
para la importación del opio proveniente de las colonias inglesas de
la India, y cedería el control del territorio de Hong Kong a los
británicos.
Mientras ello ocurría, las fuerzas inglesas que ocupaban la India
intentaban forzar los pasos de las montañas que abrían el camino a
Asia Central conquistando los valles orientales de Afganistán: Kabul
y Kandahar.
Si bien la llamada Guerra del Opio fue exitosa desde el punto de
vista militar, resolviéndose con la apertura de los puertos chinos
al comercio inglés y la obtención de bases territoriales en China,
las campañas de Afganistán fueron un verdadero fracaso
conformándose finalmente el Imperio con el control del subcontinente
indio y aceptando el hecho de que Afganistán estaba fuera de su
alcance.
Estrategias geopolíticas y económicas británicas
Vale la pena hacer un paréntesis para contar la base económica de
la estrategia geopolítica imperial. En 1840 los ingleses estaban aún
procurando restañar las heridas comerciales producidas por la
independencia de los Estados Unidos medio siglo antes.
En su momento, el gobierno británico había utilizado con suma
habilidad los productos de sus colonias americanas, especialmente el
algodón y el tabaco. El algodón fue la base de la industria textil
que habría de servir de ariete a la expansión industrial de fines
del siglo XVIII y principios del siglo XIX, y el uso del tabaco,
otrora desconocido fuera de América, fue difundido a las demás
colonias para ampliar los mercados de exportación hacia todo el
mundo . Tanto el algodón como el tabaco eran producidos en tierras
baratas (que habían sido robadas a las poblaciones nativas), y con
mano de obra esclava, predominantemente africana.
El negocio funcionaba a las mil maravillas, el imperio se expandía,
y la prosperidad inundaba las arcas de las clases acaudaladas del
reino.
Desafortunadamente para los intereses económicos ingleses, los
colonos de América se rebelaron y declararon su independencia a
fines de los años 1770.
En ese momento, al quedarse sin los principales productos agrícolas
de América del Norte, y comprendiendo pragmáticamente que la fuerza
militar no les permitiría recuperar las colonias perdidas, los
británicos buscaron reorientar su producción y su comercio.
Para ello, contaban con sus nuevas colonias de la India. En la India
la presencia inglesa estaba estabilizada desde hacía varias décadas.
Los británicos habían establecido sus primeras bases durante el
siglo XVII, en las pequeñas poblaciones comerciales de Madrás
(1640) y Calcuta (1692), que con el tiempo habían de devenir centros
principales de desarrollo urbano del subcontinente..
Por el año 1800 los ingleses dominaban la costa este de la India
pero aún no controlaban ningún territorio en la costa occidental y
tampoco habían logrado introducirse en las tierras montañosas
ubicadas al noroeste del India: los territorios de los pashtunes,
baluchis y hazaras.
El avance británico, que habría de culminar con el dominio de casi
todos los estados hindúes, fue particularmente agresivo durante el
siglo XIX y más particularmente en momentos de la accesión al trono
de la Reina Victoria (1837) y hasta su muerte en 1901. Las invasiones
de Afganistán se inscriben en el marco de estas políticas
expansionistas.
Al perder el control del comercio del tabaco, decidieron promover
el cultivo de la amapola y la producción de opio (que al igual que
el tabaco también podía ser fumado), y comenzaron a promover
mercados para el nuevo producto.
Los pueblos de Asia Occidental y Central y los europeos orientales
estaban familiarizados con el opio y podían manejar la utilización
en forma controlada en el marco de sus culturas tradicionales. En
Persia (Irán), Afganistán y Turquía el consumo formaba parte de
las rutinas culinarias y medicinales desde tiempos inmemoriales.
Los chinos, en cambio, no conocían el opio, ni habían desarrollado
modalidades culturales para controlar su consumo. Por esa razón
fueron fácil presa de los astutos comerciantes británicos. En los
principales puertos de China aparecieron rápidamente numerosos
“opiómanos”. Se multiplicaron los "fumaderos de opio"
dando lugar a una crisis cultural en el gigantesco país.
A fines de la década de 1830, el emperador de China decidió
prohibir la importación de la sustancia. Los mercaderes ingleses
desafiaron el edicto imperial e introdujeron nuevos cargamentos. El
gobierno chino replicó destruyendo los depósitos de opio cerca de
Cantón. Como "represalia" los ingleses desencadenaron una guerra
cuyos resultados mencionábamos anteriormente.
De "Claves de una Guerra de Culturas", Danilo Antón, 2001, Ediciones Fin de Siglo
De "Claves de una Guerra de Culturas", Danilo Antón, 2001, Ediciones Fin de Siglo
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