miércoles, 17 de julio de 2019

Una historia de vida que cambiò muchas cosas en el mundo: Alexander Graham Bell

El científico e inventor que construyó y patentó el aparato telefónico con trascendencia histórica había nacido en Edimburgo, Escocia, el 3 de marzo de 1847. 
Alexander Bell fue un joven particularmente inteligente y con gran inventiva. A los 12 años  construyó una máquina simple para descortezamiento de granos que operó exitosamente por muchos años. Aprendió a tocar el piano sin profesor y a practicar la ventriloquía para entretener a sus amigos y familiares.
Debido a las sorderas de su madre y hermana elaboró un lenguaje de signos para poder comunicarse con ellas.
A la edad de 16 años, Bell logró ser contratado como aprendiz de docente de locución y música en la Weston House Academy, en Elgin, Escocia.
Más tarde continuó experimentando en acústica concentrándose en un proyecto de trasmisión de sonido por medio de  la electricidad.
A partir de 1870 la familia se mudó a Canadá, instalándose en una huerta a orillas del Grand River, cerca de la ciudad de Paris en la provincia de Ontario.
Bell utilizó el garaje para su taller y continuó trabajando en  temas de acústica, en particular relacionados con la voz humana.
Se adaptó rápidamente a su nuevo hogar, y más cuando se dio cuenta que del otro lado del río, en Onondaga, había una reserva iroquesa (Reserva de las Seis Naciones).
Allí aprendió la lengua Mohawk traduciéndola al lenguaje de señas que había elaborado cuando estaba en Gran Bretaña.
Por su trabajo fue distinguido como jefe honorario por la comunidad nativa, participando en ceremonias y danzas, en las cuales utilizó las vestimentas tradicionales mohawk.
En 1872 se trasladó a Boston, EEUU donde estableció una escuela para sordos y personas con dificultades de audición. 
Uno de sus alumnos más conocidos fue Helen Keller, quien se aproximó a Bell como una niña que era incapaz de ver, oir o hablar que como se sabe logrò sobreponerse a estas limitaciones debido a la dedicaciòn de su maestra Anne Sullivan. Tiempo despùès Keller diría que Bell dedicó su vida a la penetración del silencio inhumano que separa algunas personas.
En el año siguiente Bell fue designado profesor de Fisiología Vocal y Locución en la Universidad de Oratoria de Boston.
Los esfuerzos de Bell, que se orientaron a desarrollar un aparato para trasmitir la voz humana fueron estimulados por el Director del Smithsonian Institute, Joseph Henry. Bell no poseía los instrumentos ni los conocimientos sobre electricidad necesarios para aplicar su modelo, pero logró la colaboración de Thomas Watson un diseñador con experiencia en el tema. La patente cubría “El método, y el aparato para la transmisión de sonidos vocales u otros telegráficamente... causando ondulaciones eléctricas, similares en forma a las vibraciones del aire que acompañaba el sonido vocal u otro dicho”
A tres días de la publicación de la patente Bell realizó experimentos con un transmisor de agua mezclado con ácido, utilizando un diafragma y una aguja que vibraba en el agua y permitía variar la resistencia en el circuito. Con ese método, Alexander Bell pudo pronunciar la famosa frase “Señor Watson, venga aquí, quiero verlo”  (Mr Watson, come here, I want to see you), que fue oída claramente por Thomas Watson en una habitación vecina. Este episodio inauguró una nueva época en la historia de las comunicaciones. 

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