Las misiones franciscanas y jesuíticas del Paraguay y del Guayrá
Cuando los jesuitas establecieron las primeras misiones en el Guayrá, éstas fueron atacadas por los bandeirantes[2] que
salían desde la nueva población de São Paulo do Piratininga (actual São Paulo) y de São Vicente
para proveer de esclavos a las plantaciones de azúcar del nordeste (Bahía,
Pernambuco). En uno de estos ataques aproximadamente 80,000 nativos tupìs fueron aprisionados y
transportados encadenados a los centros de reventa.
R.Tissera describe gráficamente
este episodio: "Los aborígenes
capturados de una u otra forma era acollarados y conducidos en caravana a pie.
Las penurias de la caminata servían de selección, pues durante el trayecto eran
abandonados o sacrificados los que se extenuaban" [3]. Los sobrevivientes escaparon al sur en lo que
puede llamarse la primera "redota" (o éxodo) del pueblo oriental (del
Paraná) para establecerse en la zona de los ríos Paraná y Uruguay. Esta guerra
puede ser considerada como la primera guerra guaranítica. Los guaraníes se
escaparon en centenares de piraguas y canoas[4]
Con el
tiempo, nuevas reducciones se establecieron a orillas del Uruguay, del Paraná y
de la Sierra del Tape. Gradualmente se fueron consolidando a pesar de los
ataques contínuos de los bandeirantes que lograron destruír San Carlos de Caapí
y Apóstoles de Caazapaguazú en 1637 y 1638. En 1640, los guaraníes se
prepararon para la guerra, y cuando los bandeirantes atacaron, las fuerzas
guaraníes encabezadas por el cacique Abiarú y con el jesuita Padre Romero se
enfrentaron a los bandeirantes con las armas más diversas: cañones de tacuara[5] y chuzas, balsas y municiones,
derrotando ampliamente a los bandeirantes un 11 de mayo de 1641 en Mbororé
(actualmente en la provincia de Misiones, Argentina) [6].
De
allí en adelante los bandeirantes se tuvieron que replegar, sus intentos agresivos
continuaron pero fueron mucho menos exitosos y finalmente las Misiones
Orientales lograron consolidarse defendidas por un cuerpo militar de defensa
con el cual lograron mantener a raya por mucho tiempo a los esclavistas de São Paulo. A principios del siglo
XVIII existían en la zona "Misionera" asì establecida más de una veintena de pueblos relativamente numerosos
que constituyeron en gran medida la base de la economía española del
Virreinato. En su momento de mayor desarrollo, las Misiones albergaron más de
100,000 habitantes y eran origen de la mayor parte de la producción de las
colonias americanas del sur.
Aproximadamente
un tercio de las Misiones se encontraba al oriente del río Uruguay. Se trataba
de los "siete pueblos misioneros orientales": San Angel, San Miguel,
San Luis, San Borja, San Juan, San Lorenzo y San Nicolás[7] con un total de 29,191
habitantes en 1751.
(continúa)
En un
próximo artículo procuraré describir la evolución de las misiones, la guerra
guaranítica y la extinción del proyecto misionero ocurrida a mediados del siglo XIX en
la frustrada misión de San Borja del Yí en la ya independiente República Oriental del Uruguay.
[1]
La orden de los jesuitas fue fundada por Iñigo López de Recalde o San Ignacio
de Loyola a partir de 1550. La fundación de la provincia de Misiones del
Paraguay fue autorizada en 1607 por el gobierno español bajo la dirección del
padre Diego de Torres. Las reducciones misioneras propiamente dichas comenzaron
a establecerse por la década de 1610 en el área de influencia guaraní de los
grandes ríos (Paraguay, Paraná y Uruguay).
[5]
Idénticos cañones de tacuara utilizaban las tropas artiguistas tal como son
descriptios por Carlos Anaya en su libro Apuntaciones Históricas, al contar las
acciones previas a la batalla de Piedras en que "Benancio Benabides y
...D.Manuel Artigas..." enfrentaron a los españoles, "figurando los
Patriotas con un Cañón de Tacuara que a primer descarga se hizo
pedazos...". C.Anaya, op.cit. p.49.
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