¿Trump provocará una guerra en Venezuela?
El grupo Veteranos Profesionales de Inteligencia por la
Cordura (VIPS, por sus siglas en inglés) advierte en el presente memorando al
gobierno del presidente estadunidense Donald Trump que su intento de interferir
en Venezuela puede acabar provocando una guerra entre Estados Unidos y Rusia.
VIPS fue fundado en 2003 y su primera declaración, redactada en el mismo
formato y enviado al entonces presidente estadunidense George W. Bush y su
gobierno, fue una disertación para refutar los argumentos y distorsiones que utilizó
dicha administración para justificar la invasión a Irak.
Memorando
Para: Presidente Trump
De: Profesionales Veteranos de Inteligencia Por la Cordura
(VIPS)
Tema: Evitar una guerra con Rusia por Venezuela
Señor presidente:
Las políticas de su gobierno con respecto a Venezuela
parecen estar en una pendiente resbaladiza que puede llevarnos a la guerra en
ese país y a una confrontación militar con Rusia. Como ex funcionarios de
inteligencia y profesionales de seguridad nacional, con muchas décadas de experiencia,
lo exhortamos a no llegar al extremo de adoptar una catastrófica acción militar
en respuesta a la perturbación civil en Venezuela o a las actividades rusas en
el hemisferio occidental. Pese al arribo reciente de dos aviones de transporte
y el persistente apoyo político al gobierno venezolano, los rusos están lejos
de cruzar cualquier línea roja surgida de la Doctrina Monroe de
1823.
Objetivos insatisfechos
Las acciones estadunidenses dentro de Venezuela sólo han
logrado ahondar la crisis, causar mayor sufrimiento humano y aumentar las
probabilidades de violencia a escala nacional. En nuestra opinión, el consejo
que ha usted recibido de sus principales consejeros –el senador Marco Rubio, el
consejero de Seguridad Nacional John Bolton, el enviado especial Elliott Abrams
y el secretario de Estado Mike Pompeo– fue y sigue siendo erróneo.
El reconocimiento del presidente de la Asamblea Nacional,
Juan Guaidó, como presidente interino no impulsó a los militares a
levantarse contra el presidente Nicolás Maduro, como tampoco las amenazas de
acciones más severas. Esas acciones representaron un desconocimiento
fundamental de los militares venezolanos. La política estadunidense supuso,
incorrectamente, que los oficiales apoyarían a Guaidó pese al compromiso de su
facción de desmantelar el chavismo, el cual la mayoría de los oficiales piensan
que introdujo cambios históricamente necesarios en el país, entre ellos la
inclusión política de los pobres.
De manera similar, las continuas insinuaciones de
intervención militar que ha hecho su gobierno han sido contraproducentes. Su
equipo mostró falta de comprensión del nacionalismo en Venezuela. Los
venezolanos no quieren la destrucción que causaría una acción militar
estadunidense; recuerdan la cuota de muerte causada por la Operación Causa
Justa, cuando Estados Unidos dio muerte a más de 3 mil panameños (según cifras
de Washington) para derrocar a Manuel Noriega. Las amenazas de invasión han
llevado muchos venezolanos a cerrar filas en torno a Maduro, y no a rechazarlo.
La estrategia de su gobierno de castigar al pueblo
venezolano, incluyendo, al parecer, dejarlo sin electricidad, parece basada en
la falsa presunción de que la crisis provocará un golpe para derrocar a Maduro.
En realidad, las sanciones estadunidenses han permitido a Maduro culpar a
Washington, y han dejado a Guaidó como alguien que ha vendido la patria a los
imperialistas yanquis a costa de la salud, el bienestar y la perturbación civil
del pueblo venezolano.
Oportunidad perdida para la diplomacia
El senador Rubio y los señores Bolton, Abrams y Pompeo han
desperdiciado una formidable oportunidad de construir sobre valores comunes con
aliados en América Latina y Europa. Si bien la mayoría de los latinoamericanos
consideran insultante la noción de sus aliados de que la Doctrina Monroe aún
está vigente, los presidentes derechistas de Centro y Sudamérica se alinearon
con usted en respaldo a la autoproclamación de Guaidó. Pero la falta de
liderazgo de Guaidó –quien parece seguir todo el tiempo un guion escrito por
las agencias estadunidenses–, su inflexibilidad sobre negociaciones, su abierto
llamado a la intervención militar, junto con la amenaza de guerra del gobierno
que usted preside, están alejando a otros gobiernos, excepto los más sometidos
a los dictados de Washington. Las propuestas de negociación, como las
desarrolladas por el Grupo de Contacto, ganan impulso.
El conflicto internacionalizado por su gobierno
Bolton y otros han buscado internacionalizar el tema de
Venezuela desde antes de la proclamación de Guaidó. Bolton, Rubio y otros
consejeros han dejado en claro que el derrocamiento de Maduro sería la primera
fase de los esfuerzos por eliminar a los gobiernos de la troika de
tiranía –Cuba, Nicaragua y Venezuela– y la influencia comunista en
el hemisferio.
Repetidas veces han afirmado, sin aportar pruebas, que los
asesores cubanos han sido esenciales para la supervivencia del gobierno de
Maduro. De hecho, los supuestos cientos de desertores militares
venezolanos, incluidos muchos manejados por las agencias estadunidenses, no han
aportado ni siquiera evidencia creíble de oídas de que los cubanos hagan algo
más que brindar asistencia de rutina. Además, las amenazas de Washington han
socavado cualquier voluntad que Cuba pudiera tener de contribuir a una solución
regional a la crisis venezolana como ha hecho en situaciones similares, por
ejemplo el reciente proceso de paz en Colombia.
Retórica provocadora sobre Rusia
Lo más peligroso, sin embargo, son las declaraciones
agresivas acerca del involucramiento ruso con Venezuela.
La retórica de sus asesores, que imprime un giro
Oriente-Occidente a esta cuestión, ha permitido al presidente Vladímir Putin y
sus asesores dar un coscorrón a Estados Unidos. Maduro y Putin no han tenido
una relación particularmente cercana en el pasado y comparten pocos intereses,
pero las amenazas de Washington les han dado una causa común. Una reunión en
Roma entre su enviado especial Elliot Abrams y el viceministro ruso de
Exteriores, Sergei Riabkov, no logró nada, mientras aumentan las sanciones a
Venezuela y las continuas amenazas de que todas las opciones están
sobre la mesa.
La información disponible es insuficiente para saber con
exactitud qué había a bordo de los dos aviones rusos que aterrizaron en
Maiquetía la semana pasada –dos meses después de que Washington proclamó su
intención de derrocar a Maduro–, pero los antecedentes sugieren que Moscú tenía
dos objetivos principales:
Uno, y probablemente el principal, era avergonzar al
gobierno estadunidense desafiando su retórica y reivindicando el derecho de
Rusia a tener relaciones con quien le plazca, incluidos los enlaces militares.
Dos, si la especulación en los medios es correcta, sería
reforzar la capacidad de Venezuela de prevenir y responder a un ataque militar
estadunidense. Washington ha afirmado que los rusos ayudan a reparar sistemas
de misiles tierra-aire S-300, los cuales tienen un propósito puramente
defensivo. No hay evidencia, ni siquiera circunstancial, de que Rusia persiga
objetivos ofensivos en esta relación.
La reacción estadunidense ha sugerido una probabilidad mucho
mayor de confrontación militar. Bolton advirtió categóricamente a actores
externos al hemisferio occidental contra emplazar activos militares en
Venezuela, o en cualquier otro lugar del hemisferio, con intención de
establecer o expandir operaciones militares. Sin definir a qué actividades se
refiere, agregó: Consideraremos que esas acciones provocadoras son una
amenaza directa a la paz y seguridad de la región. El enviado especial Abrams
dijo que la presencia rusa es extremadamente perniciosa. El
secretario de Estado sostuvo que Rusia tiene que salir de Venezuela. Usted
dijo: Rusia tiene que salir y reiteró que todas las opciones
están abiertas, incluso, presumiblemente, obligar militarmente a los rusos a
salir. Y hacemos notar que Rusia no ha cerrado su embajada en Caracas, como sí
lo ha hecho Washington.
Evitar la pendiente resbaladiza
Como agentes de inteligencia y expertos en seguridad, hemos
dedicado muchos años a proteger nuestra nación de diversas amenazas, incluso de
la Unión Soviética. Sin embargo, creemos que andar picando pleitos, como es
derrocar gobiernos, bloquear la negociación de acuerdos y amenazar el derecho
soberano de otros gobiernos a realizar actividades que no amenazan a nuestra seguridad
nacional, rara vez es una ruta prudente.
No defendemos a Maduro ni su trayectoria, pero subrayamos
que muchos de los problemas de Venezuela han sido exacerbados por las políticas
estadunidenses y sus intentos de derrocar al presidente. Creemos que el debido
proceso, y políticas prácticas y realistas, protegen mejor nuestros intereses
nacionales que las amenazas y la retórica de confrontación. Cuesta trabajo
creer que sus consejeros hayan iniciado esta pelea con Maduro sin darse cuenta
de que Venezuela buscaría mejorar sus capacidades defensivas. Además, desafiar
a Rusia podría fácilmente conducir a una confrontación de mucho mayores
consecuencias.
Invocar la Doctrina Monroe de 1823 no ayuda en nada. Que
Rusia brinde asistencia para propósitos defensivos a una nación en la que
buscamos crear un cambio de régimen y a la que amenazamos con un ataque militar
no se vería en muchos lugares como una violación a tal doctrina o como cruzar
una línea roja.
Percibimos que algunos medios intentan apremiarlo a adoptar
medidas de fuerza, quizá incluso de naturaleza militar, para castigar a Rusia.
Lo exhortamos a no caer en esa trampa. Esta no es la América Latina del siglo
XIX, y estamos muy lejos de la crisis de los misiles en Cuba de 1962.
La mejor forma de prevenir un peligroso error de cálculo
sería que usted hablara directamente con el presidente Putin. Las energías de
Washington estarían mejor empleadas en aclarar diferencias, ajustar políticas
fallidas y promover una resolución pacífica en Venezuela.
Por el Grupo de Dirección, Profesionales Veteranos de
Inteligencia por la Cordura (VIPS):
Fulton Armstrong, ex funcionario de Inteligencia Nacional
para América Latina y ex director del Consejo de Seguridad Nacional para
Asuntos Interamericanos (retirado).
William Binney, ex director técnico, Análisis Geopolítico y
Militar Mundial, Agencia de Seguridad Nacional; cofundador, Centro de
Investigación de automatización SIGINT (retirado).
Marshall Carter-Tripp, miembro del servicio exterior y ex
director divisional de la Oficina de Inteligencia e Investigación del
Departamento de Estado (retirado).
Bogdan Dzakovic, ex líder de equipo de los Mariscales
Federales del Aire y del Equipo Rojo, Seguridad de la fuerza aérea (retirado).
Philip Giraldi, CIA, oficial de operaciones (retirado).
Mike Gravel, ex oficial de control ultrasecreto, Servicio de
Inteligencia en Comunicaciones; agente especial del Cuerpo de
Contrainteligencia y ex senador.
Larry Johnson, ex oficial de inteligencia de la CIA y ex
oficial de contraterrorismo del Departamento de Estado.
Michael S. Kearns, Captain, USAF (retiradoret.); ex-Master
SERE Instructor for Strategic Reconnaissance Operations (NSA/DIA) and Special
Mission Units (JSOC)
John Kiriakou, ex oficial de contraterrorismo de la CIA y ex
investigador del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Karen Kwiatkowski, former Lt. Col., US Air Force (retirado),
at Office of Secretary of Defense watching the manufacture of lies on Iraq,
2001-2003
Clement J. Laniewski, teniente coronel del Ejército (retirado).
Linda Lewis, analista de política de preparación contra
armas de destrucción masiva, Departamento de Agricultura (retirado).
Edward Loomis, científico computacional en criptología
(retirado).
David MacMichael, ex oficial de estimaciones del Consejo Nacional
de Inteligencia (retirado).
Ray McGovern, ex oficial de infantería/inteligencia del
ejército e informador presidencial de la CIA (retirado).
Eizabeth Murray, ex funcionaria nacional asistente para
Medio Oriente y analista política de la CIA (retirado).
Todd E. Pierce, mayor, oficial de la corte militar del
ejército (retirado).
Coleen Rowley, agente especial de la FBI y ex consejero
legal de la División de Minneápolis (retirado).
Peter Van Buren, miembro del servicio exterior, Departamento
de Estado (retirado).
Larry Wilkerson, Colonel, U.S. Army (retirado), former Chief
of Staff for Secretary of State; Distinguished Visiting Professor, College of
William and Mary
Sarah Wilton, comandante, Reserva Naval (retirada), y de la
Agencia de Inteligencia de la Defensa (retirada).
Ann Wright, coronel de la reserva del ejército (retirada) y
ex diplomática estadunidense que renunció en 2003 en oposición a la guerra en
Irak
Traducción: Jorge Anaya
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