jueves, 18 de abril de 2019

Frontino, la minería del oro y la pobreza

Durante mi estadía en Colombia tuve oportunidad de visitar una mina de oro en Frontino, una pequeña ciudad del departamento de Antioquia. Frontino queda a unos 300 kilómetros de Medellín (capital del depto con 4 M de habitantes) subiendo a la sierra húmeda, por caminos (entonces) muy angostos y peligrosos, con derrumbes continuos, bajando a la històrica ciudad de Antioquia (mismo nombre que el depto) y subiendo de nuevo para llegar a Frontino donde se estaba formando una cooperativa de mineros, en una actividad muy peligrosa donde mueren muchos trabajadores por los derrumbes de túneles construidos artesanalmente y a menudo sin precauciones.

Recuerdo en mi estadía en Frontino que llegué en la tarde, me alojé en el único hotel que había (con chinches incluidas) y me sorprendí de la existencia de numerosas cantinas donde se tocaba exclusivamente música mexicana, rancheras y corridos. En la noche, a eso de las 11 o 12, se hizo silencio, y se sintió una voz de alguien que gritaba mientras pasaba por la calle. En principio no supe de quien se trataba, pero a la mañana siguiente me explicaron: era el "animero" que pasaba todas las noches proclamando: "A rezar por el ánima de los muertos". 

En ese momento recordé que en Montevideo, según me contaba mi abuela, a fines del siglo XIX había alguien que pasaba por las calles gritando "Las diez han dado y sereno!". Una tradición parecida perduraba en Frontino, Colombia a fines del siglo XX.
En Frontino, la explotación de los yacimientos de oro es uno de los pocos recursos disponibles y la gente había procurado organizarse formando una cooperativa.
De todas maneras, el problema de sobrevivencia solo era parcialmente resuelto porque en Frontino como en otras partes, la minería del oro está acompañada por pobreza, inseguridad laboral, inestabilidad social y resultados magros. 
Adjunto algunas imágenes de esta visita a Frontino (hace ya más de 25 años). 

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