Fragmento de la novela histórica "De todas partes vienen"
Corría el año 1870.
En los meses siguientes de la llegada de Isabella y Patrizio se desencadenaría en el país una de las guerras civiles más sangrientas del siglo XIX. El caudillo blanco Timoteo Aparicio cruzaba el río Uruguay a la altura de Fray Bentos para comenzar “la Revolución de las Lanzas” que protagonizara la vida de la República en los siguientes dos años.
La región valdense, ubicada en las cuencas media y alta del río Rosario permaneció al margen de la contienda. Las principales confrontaciones ocurrieron en otras zonas del país. Cuando la guerra civil terminó Uruguay empezaba un período de desarrollo que favorecería el crecimiento de las colonias valdenses.
Donatella nació en el verano de 1871. Luego llegaron cinco hermanos más: Eleanora, Marcello, Speranza, Giovanni y Luca. A fines de la década de 1880, cuando transcurrían poco más de 20 años de llegados a la colonia del río Rosario, la familia Favre Ferraro estaba consolidada.
Patrizio e Isabella estaban firmemente establecidos en su campo del Pichinango. Habían construido una casa amplia y cómoda con un cobertizo anexo. Tenían una docena de vacas lecheras y a partir de su leche producían quesos y manteca. Instalaron un gallinero que llegó a tener más de 50 aves. Plantaron manzanos y perales, que ya estaban dando sus frutos, y una huerta variada de legumbres. Semanalmente viajaban al mercado de la Colonia a comercializar sus productos por los cuales obtenían una creciente remuneración que les permitía ir ahorrando un pequeño capital.
Marcelo Favre viajó a Montevideo a fines del verano de 1892 con el fin de trabajar en una empresa de importación y exportación con la cual los valdenses de la Colonia habían establecido relaciones comerciales desde hacía un tiempo. Tenía 18 años.
En esa época las comunicaciones con Montevideo desde la Colonia que hasta entonces se hacían por tierra en diligencia o a través del río, ccomenzaban a realizarse por las líneas ferroviarias recientemente establecidas, aunque todavía no se extendían a las tierras de la Colonia..
Para Marcelo era una experiencia nueva. Nunca había salido de la cuenca del Rosario. Había vivido en la chacra del Pichinango y pasado veranos en la casa que tenían en el pueblo.
A diferencia de sus padres que habían llegado a la comarca valdense en barco, Marcelo pudo viajar a la capital en la diligencia que salía de Rosario Oriental los lunes pasando por San José y Santa Lucía para culminar en la agencia en Montevideo.
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