martes, 4 de julio de 2017

Enrique, nativo de Malaca, la primera persona en dar la vuelta al mundo
Tomado de El Confidencial, newsletter
Referido por el Prof. Andrés Moyano
La tarde caía lentamente abandonando de a poco un día de temperatura feroz. En una pequeña isla de las remotas Molucas, tres naos portuguesas desgajadas de la Gran Flota de Indias necesitaban hacer aguada. Los aljibes estaban secos y la marinería desesperada, mojaba los pañuelos empapándolos sobre la cubierta con el rocío del alba. La situación era desesperada.        Durante el proceso de colonización portuguesa de Sumatra e Indonesia, Magallanes, que iba separado de la flota principal de Albuquerque, tuvo que detenerse en una isla remota y desconocida.   
Los aborígenes atónitos se acercaron en mala hora a curiosear. 
Puestos a buen recaudo, los sorprendidos nativos no daban crédito a su nueva condición de esclavos. Rápidamente llenarían los aljibes hasta rebosar y a continuación las bodegas serÍan su nuevo domicilio para los restos. Aquellos que opusieron resistencia, fueron enviados de manera expeditiva allá donde no se retorna jamás. Cosas de la colonización.                                               
Entre los capturados, un chaval de porte aristocrático, probablemente un príncipe local filipino o malayo de no más de quince años, seria adoptado por el capitán portugués y cristianizado ipso facto. El avispado mozalbete rápidamente se haría con los entresijos del idioma y seria para los restos el intérprete oficial. Pero la cosa no acaba ahí.                                 
Magallanes partió en 1519 con el encargo de la Corona española en busca de un paso para franquear el Nuevo Mundo y alcanzar las Islas de las Especias, entre ellas las Molucas, por la ruta occidental; su esclavo Enrique iba con él. Según Pigafetta, el cronista de la flota de Magallanes, al aproximarse a Cebú, en las Filipinas, durante el retorno de la expedición, Enrique pudo comunicarse con los locales en un dialecto malayo muy fiel al que él tenía como lengua materna con bastante fluidez.                 
El intérprete, sorprendido, ignoraba que tras doce años había regresado a su punto de origen. Con la excepción del propio Magallanes, que había visitado con anterioridad las Indias Orientales, la tripulación española  —entre ellos Elcano— tenía aún miles de kilómetros por delante para concluir la vuelta al mundo que les daría fama imperecedera en una gesta de resonancias épicas por su dureza extrema y por la altísima mortalidad padecida."


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