El mundo que vino de más
allá del mar
Danilo Antón
Los sistemas
europeos: la aparición del arado y la tierra como mercancía
A diferencia de las culturas
americanas, las culturas europas (y del Medio Oriente) desarrollaron otros
tipos de cultivos. Se trataba en general de cereales de semillas pequeñas, como
el trigo, la avena y la cebada que debido al tamaño diminuto son difíciles de
plantar individualmente, semilla a semilla. La forma más práctica de sembrarlas
es arrojarlas en grandes cantidades, “al voleo”, con la esperanza de que un
cierto número, broten, se desarrollen y maduren.
Por supuesto, que para lograr
un mayor éxito es necesario no solo “limpiar” el suelo de otras plantas
pre-existentes, sino además dar vuelta la tierra para crear artificialmente
nichos protegidos y húmedos en donde pueda germinar la semilla. Esta operación
se hace con una herramienta “cortante”
cuyas expresión más simple es la azada.
La dificultad física de esta tarea, y la imposibilidad de enterrar las
semillas selectivamente, llevó a imaginar nuevas formas más eficaces de remover
el suelo para sembrar. Como resultado de ello, se diseñó una herramienta para
cumplir dicha función: el arado. Los arados son herramientas complejas de metal
o madera concebidas para remover el suelo por medio de una hoja cortante hecha
originalmente de piedra o madera dura. Luego, a medida que se fueron
desarrollando aleaciones de metales apropiadas se introdujeron los arados con
reja metálica (bronce, hierro), que finalmente se impusieron en toda la región
euro-afro-asiática.
La domesticación de los
animales de trabajo
Es importante hacer notar que
la operación agrícola del arado requiere una fuerza de tracción muy grande, que
generalmente excede las posibilidades de los seres humanos. Por esa razón, se
buscó recurrir a la fuerza de ciertos animales que, como resultado de esta necesidad, fueron domesticados para cumplir esa tarea. Es
importante recordar, que la revolución agrícola euro-afro-asiática es difícil
de comprender si no se tiene en cuenta el rol fundamental que en ella jugaron
tanto el arado como los animales de tiro necesarios para su operación.
A los efectos de tirar el
arado y otras tareas agrícolas que requieren mucha fuerza, las sociedades
euro-afro-asiáticas recurrieron al trabajo de ciertos animales que reunían las
condiciones como para ser utilizados al efecto. En general se trataba de
animales que ya habían sido semi-domesticados como “ganado” con el fin de
proveerse de varios tipos de alimentos (como carne, leche y sangre), cueros y
lanas. Entre éstos, los animales domesticados como animales de tiro agrícolas
más importantes fueron los vacunos, los caballos y los asnos.
En la India, además de los
anteriores, se usaron elefantes con el mismo fin. En menor grado, y en tiempos
posteriores, también se usaron los camellos en los oasis de los desiertos
medio-orientales y centro- asiáticos.
En el caso de los vacunos, hubo una selección cuidadosa y gradual
que permitió generar ciertas razas especialmente adaptadas a tirar del
arado. A tal efecto se utilizaron los
machos castrados (bueyes) para lograr máxima potencia y disminuir la agresividad.
Una tarea de domesticación similar se llevó a cabo con ciertas razas de
caballos y asmos, creándose incluso híbridos especiales como la mula. Estos
animales de tiro fueron de gran utilidad para ampliar las áreas cultivadas y
cultivadas y culminar lo que se dió en llamar la “revolución agrícola” o
“neolítica”. tierra había perdido su carácter sagrado.
Era un mundo que había cortado
gran parte de sus antiguos lazos con el mundo natural, era un mundo en pleno
proceso de desnaturalización.
Estas naciones desnaturalizadas
lograron ciertos “desarrollos” tecnológicos, entendiendo como “desarrollo” el
incremento de la eficacia para la transformación de la naturaleza, el aumento
de la capacidad de “artificialización”. Estos cambios tecnológicos produjeron
sociedades de gran efectividad militar. Si se compara dichas sociedades con ls
sociedades muchos más naturales de Amerrique, las naciones euro-afro-asiáticas
tenían una enorme ventaja comparativa en el orden logístico y militar. Sus
tecnologías eran adecuadas para talar, para arar, para hacer trabajar a los
animales, para reprimir las rebeliones de esclavos y siervos, y en fin para
acumular los productos así generados.
Es así que luego de varios
milenios de historia, Europa y la zona mediterránea y asiática contiguas habían
adquirido el repertorio tecnológico y social adecuado para lanzarse eficazmente
a la tarea de conquistar nuevas tierras, hacer cautivos, explotar nuevos
siervos y esclavos y saquear todos los recursos naturales que estuvieran a su
alcance.
Del otro lado del océano
Mientras tanto, del otro lado
del océano, en Amerrique, la historia había seguido un rumbo muy diferente.
(continuará)
Tomado de "Amerrique, los huérfanos del paraíso", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones
Tomado de "Amerrique, los huérfanos del paraíso", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones
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