Los yaganes: un genocidio reciente
Danilo Antón
La eliminación de una de las culturas más resilientes de América debido a la conquista y colonización chileno-argentina de sus territorios.
Vivían al sur de la Tierra del Fuego, desde la margen norte del canal de Beagle al Cabo de Hornos e Isla de los Estados.
Es una zona de clima frío, con temperaturas mensuales que varían entre -2 y 9 grados de promedio, con abundantes precipitaciones en forma de lluvia o nieve y frecuentes vientos fuertes provenientes del oeste. El agua que puede ser más o menos salada dependiendo de la estación, permanece fría todo el año oscilando entre 2 y 8 grados sobre cero.
Así como las condiciones climáticas son poco confortables, la presencia de aguas frías, ricas en oxígeno con abundante fauna de peces, invertebrados, mamíferos y aves marinas proporciona una importante fuente de alimentación. Por otra parte en las laderas protegidas de las montañas adyacentes crecen árboles de diversas especies también adaptados al carácter frío y ventoso del clima local. Son árboles (generalmente del género Nothofagus), con capacidad para vivir en una delgada capa de suelo, temperaturas frías todo el año y vientos muy fuertes.
Los yaganes aprovecharon este medio ambiente hábilmente desarrollando una cultura pesquera y arponera que les permitía alimentarse y obtener otras materias primas para fabricar sus vestimentas, herramientas y otros enseres necesarios para su subsistencia. Los yaganes vivían en vivendas construidas con estructuras de ramas de árboles cubiertas por cueros. Su indumentaria la fabricaban con cueros de lobos marinos o localmente, de guanacos. Las canoas las construían con cortezas de árboles cubriendo el fondo de las mismas de arena y guijarros donde conservaban un fuego permanente.
Las canoas las manejaban las mujeres desde atrás y los hombres se ocupaban de arponear (delfines y ballenas) desde la proa del bote. Cuando se lograba arponear una presa eran las mujeres que se zambullían al agua a recogerlas.
Según las referencias de los primeros cronistas la población de los yaganes era originalmente de unos 3,000 a 5,000 individuos.
La colonización criolla (chilena y argentina) del territorio yagan se produjo tardíamente a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El impacto de la llegada de las avanzadas criollas fue letal. Los recién llegados se apoderaron de las tierras y zonas costeras, desplazando, esclavizando e incluso matando a quienes presentaran resistencia. El avance chileno fue brutal, un latifundista colonizador, José Menéndez, creó una especie de señorío en al Sur basado en la explotación de la lana de oveja y otros productos locales no vacilando en ejecutar las familias indígenas como si fueran presas de caza. La llegada de las avanzadas criollas de Argentina fue similar. Los yaganes fueron rápidamente eliminados con el fin de apoderarse de las tierras, establecer estancias, y afirmar la soberanía criolla de las autoridades de Buenos Aires. Los yaganes no pudieron impedir que sus lugares de habitación y caza fueran ocupados por los recién llegados. Matanzas, enfermedades y aculturación eliminaron sin pausa a las vulnerables comunidades yaganes.
Según se señala, en la actualidad hay una sola mujer yagan pura sobreviviente (de edad avanzada). Su nombre es Cristina Calderón, y vive en el poblado Villa Ukika en las cercanías de Puerto Williams (isla Navarino) en la orilla sur del Canal de Beagle.
El genocidio chileno-argentino de una de las culturas más asombrosas y resilientes de las Américas está casi terminado. Las soberanías australes de Argentina y Chile están consolidadas.
Quedará la mención habitual que se hará de estos antiguos habitantes en los circuitos turísticos y, tal vez, la venta de artesanías, más o menos relacionadas con las antiguas culturas, que no será más que una pálida caricatura de la intrépida, esforzada e indómita antigua nación de los yaganes en el extremo austral del continente americano.
La colonización criolla (chilena y argentina) del territorio yagan se produjo tardíamente a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El impacto de la llegada de las avanzadas criollas fue letal. Los recién llegados se apoderaron de las tierras y zonas costeras, desplazando, esclavizando e incluso matando a quienes presentaran resistencia. El avance chileno fue brutal, un latifundista colonizador, José Menéndez, creó una especie de señorío en al Sur basado en la explotación de la lana de oveja y otros productos locales no vacilando en ejecutar las familias indígenas como si fueran presas de caza. La llegada de las avanzadas criollas de Argentina fue similar. Los yaganes fueron rápidamente eliminados con el fin de apoderarse de las tierras, establecer estancias, y afirmar la soberanía criolla de las autoridades de Buenos Aires. Los yaganes no pudieron impedir que sus lugares de habitación y caza fueran ocupados por los recién llegados. Matanzas, enfermedades y aculturación eliminaron sin pausa a las vulnerables comunidades yaganes.
Según se señala, en la actualidad hay una sola mujer yagan pura sobreviviente (de edad avanzada). Su nombre es Cristina Calderón, y vive en el poblado Villa Ukika en las cercanías de Puerto Williams (isla Navarino) en la orilla sur del Canal de Beagle.
El genocidio chileno-argentino de una de las culturas más asombrosas y resilientes de las Américas está casi terminado. Las soberanías australes de Argentina y Chile están consolidadas.
Quedará la mención habitual que se hará de estos antiguos habitantes en los circuitos turísticos y, tal vez, la venta de artesanías, más o menos relacionadas con las antiguas culturas, que no será más que una pálida caricatura de la intrépida, esforzada e indómita antigua nación de los yaganes en el extremo austral del continente americano.
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