La conquista del Chaco, un genocidio que todavía no termina
Ante la agresión
sistemática del gobierno argentino y los abusos experimentados por las
comunidades nativas chaqueñas. en 1903 se rebelaron los pueblos chaqueños, esta
vez inspirados por un mesianismo religioso basado en una nueva creencia de que
Dios había dispuesto que la tierra les fuera devuelta a los indígenas y de que
a los blancos los castigaría haciéndoles crecer un rabo de chancho (conviene
recordar que los paraguayos denominan popularmente curepa o
"cuero de chancho" a los criollos blancos de Argentina) . El
movimiento fue nuevamente derrotado.
Sobre este
último proceso bélico, la crónica de La Nación de Buenos Aires del 23 de abril
de 1904 señalaba lo siguiente:
"Sublevación
de indígenas en la provincia de Santa Fe. Choque con la Policía. Varios muertos
y heridos. Sometimiento de unos y fuga de otros. San Javier 21. En la refriega
fue gravemente herido Juan López, hermano del cacique Mariano López, muriendo
esta tarde. Fue herido de un lanzazo en una pierna el vecino D. Félix Lena
(muriendo horas después)". El parte oficial reproducido por La Nación
decía: "Los indígenas de San Martín Norte, en esta provincia sugestionados
por cuatro individuos de la tribu, que se dicen adivinos se han trasladado a
San Javier." y luego " La sublevación de indios en San Javier. anoche
a las 11.30 llegó el jefe político de Helvacia con fuerzas... Hoy llegó el
mayor del Ejército José Pérez....con una pequeña fuerza armada. Cuando se
inició el ataque a la policía Juan López fue muerto, venía al frente con un
estandarte excitando (sic) a los indígenas."
Las rebeliones
chaqueñas continuaron aún por varias décadas. En 1924, en Napalpí, se gestó una
nueva sublevación, y otra nueve años más tarde en "El Zapallar".
Ambas fueron reprimidas militarmentei.
Con estas
derrotas y otras similares en las zonas de los estados criollos del Paraguay y
Bolivia se fue allanando el camino para la ocupación del Gran Chaco y la
completa aniquilación de sus bravías naciones.
El proceso de
ocupación que fue abierto a través de las intervenciones militares criollas fue
complejo y se dio a diferentes niveles.
Elmer Millerii comenta: "El
enfrentamiento de los nativos (del Chaco) con los europeos no fue en absoluto
un proceso coherente y uniforme. Diversos tipos de europeos cada cual con una
actitud diferente hacia el indio, penetraron en el Chaco. Hubo exploradores,
soldados, empresarios, políticos, sacerdotes y misioneros protestantes. El
explorador curioso entró primariamente en el Chaco porque era desconocido. Su
actitud hacia el indio era de curiosidad. El soldado fue enviado al Chaco para
pacificar el área. Veía al indio como a un individuo fuera de la ley y sus
contactos fueron principalmente de naturaleza beligerante. El empresario-
maderero, ganadero y agricultor, que solían llegar en este orden- penetró en el
Chaco buscando oportunidades económicas. Veía al indio como un trabajador
potencial para ser explotado, y su relación patronal subordinó al indio. El
político llegó para consolidar un territorio político. Para él, el indio era un
ciudadano potencial con voto... El sacerdote fue al Chaco por motivos
religiosos, buscaba "reducir" creencias y prácticas
"extrañas" a patrones "civilizados."
A principios de
1902, aprovechando la “apertura” de las tierras chaqueñas, un grupo de criollos
dedicados a la ganadería solicitaron autorización al gobierno para abrir una
colonia pecuaria en la margen del río Pilcomayo.
En 1906 se llevó
a cabo una expedición con propósitos colonizadores encabezada por Domingo
Estrada, quien dejó un relato detallado e ilustrativo de los propósitos e
impresiones que le sugirió su visita a las tierras indígenas del Alto Pilcomayo
(sobre todo pobladas por nativos wichi).
“No era en
verdad que faltase tierra.... faltaban buenos campos de pastoreo. Los ganados
aglomerados por sus dueños, sin orden ni previsión, los habían ido talando por
secciones, de tal suerte que los lugares presentaban entonces, como hoy, su
aspecto físico demudado por comleto: el campo raso y de excelente engorde,
había sido invadido y cubierto en absoluto por grandes bosques de binales. El
binal es un árbol espinoso, sin madera, perjudicial y de mayor fecundidad que
el guindo; donde cunde, lo que hace con asombrosa rapidez, toda otra vegetación
muere y la herbácea la primera”iii
La región
resultó excelente para los fines perseguidos por la expedición:
“Así llegamos a
praderas hermosísimas que no vacilo en calificar como las han bautizado los
exploradores anteriores, de las pampas del Norte. Son treinta leguas de campos
espléndidos totalmente cubiertas de pastos tiernos.”
Los pobladores
nativos de la zona creían que los ganaderos estaban pidiendo permiso para que
los animales pastaran allí por un tiempo.
“Les hablé de la
población cristiana que venía y les pedí la tierra necesaria para ubicarla. Se
mostraron complacidos y me señalaron la zona que concedían...”
A continuación
afirmaba Domingo Estrada:
“En esta campaña
he hecho relación con cinco mil indígenas que se han presentado voluntariamente
a nosotros, protestando su amistad y manifestando deseos de servirnos. Les hice
comprender que el gobierno de la nación, en cuyo nombre les hablaba tiene los
más humanitarios propósitos respecto de las tribus que se sometan a la vida
pacífica del trabajo y no perjudiquen en absoluto a los pobladores cristianos;
que el gobierno velaría por ellos bajo esta sola condición, protegiéndoles
contra los avances o abusos de las fuerzas militares, y les proporcionaría,
además, algunos útiles de trabajo. Conferencié así con ciento seis caciques y
sus respectivas escoltas de las tribus mataguayas (wichis o matacos),
chorotes, tobas, nimocaes y pilayas.
Hícele regalos y
procuré en todas estas conversaciones traerlos a la idea de la vida
civilizada... Son agricultores y pastores. Los hombres se dedican mayormente a
la caza y a la pesca. Cosechan con preferencia maíz, zapallos y mandioca; poseen
ganado vacuno, yeguarizo, cabrío y lanar. Las mujeres hilan y hacen buenos
tejidos de lana y algodón.”
Los estados criollos se reparten el Chaco
Mientras las
naciones chaqueñas eran desplazadas de sus tierras, "reducidas",
catequizadas, convertidas a la “civilización”, el gobierno argentino comenzó a
promover la colonización del Chaco por inmigrantes extranjeros. La explotación
del quebracho, de la madera, la agricultura del algodón y, como se ha visto más
arriba, la ganadería, fueron atrayendo interesados desde Buenos Aires y desde
Europa. Las tierras nativas se repartieron a los terratenientes y grandes
compañías. Los toba, mocoví, wichí, chorote y churupí pasaron a constituir tan
solo la mano de obra de los nuevos obrajes. Los remanentes de las poblaciones
autóctonas fueron arrinconados en los parajes menos productivos de su
territorio en donde aún deben entablar largas y complejas batallas legales para
que no se les quiten los últimos pedazos de sus antiguas tierras ancestrales.
En la
actualidad, la mayor parte de las naciones chaqueñas ha desaparecido, ya no hay
abipón, los mocoví están casi totalmente aculturados. Las naciones
sobrevivientes como los toba y los wichi, que por su mayor número y fuerza
cultural han logrado subsistir, vegetan en la marginación y la pobreza. Hay
vecindarios toba en las “villas” de Rosario, Santa Fe y Buenos Aires, y barrios
wichi y chorote en Salta. De las antiguas culturas libertarias chaqueñas queda
muy poco. Ignoradas por la elite económica e intelectual porteña, se debaten
procurando recuperar algo de su otrora extenso territorio y defender los
últimos rescoldos de su cultura
Los
tratados incumplidos
Españoles y
criollos acordaron numerosos tratados con el liderazgo de las naciones nativas
pero rara vez los cumplieron.
Para la mayoría
de las culturas aborígenes la palabra empeñada era un valor muy importante, y
por lo tanto, repetidas veces llegaron a acuerdos con la creencia de que las
autoridades coloniales o criollas habrían de respetarlos.
En los hechos
esto no ocurrió casi nunca.
Los toba señalan
tres tratados y convenios en que las autoridades les reconocía sus derechos y
que luego fueron ignorados.
Ellos son los
siguientes:
El Tratado de
Paz Matorras- Paikín de 1774, por el que el gobernador español Matorras le
reconoce a los caciques Paikín, Quisqui y otros el derecho al territorio “por
cuanto ocupan estos territorios que han poseído sus antepasados (y) que les ha
de dejar y mantener en posesión, que han tenido sin despojarle de ellos.”
El Tratado entre
el Gobernador Pedro Ferré de Corrientes y los indígenas chaqueños de 1825 en
donde éste “reconocía a los indios la soberanía y el dominio en todas las
tierras del Chaco”
El Convenio
entre el Gobierno Nacional y los caciques chaqueños del 29 de febrero de 1868
(apenas 16 años antes de su total aniquilación) que estipulaba que el Gobierno
Nacional deja constancia que las “propiedades (de los indígenas) serían
respetadas y que se pone bajo su protección y cuidado a todo el territorio
comprendido desde el riacho de Oro al este hasta el río Salado.”
Corresponde
señalar que ninguno de estos acuerdos fue respetado y que finalmente el Chaco
fue conquistado violentamente sin ninguna consideración a los derechos a la
tierra o a la integridad física de sus habitantes. Este es el origen de la
soberanía de los estados criollos sobre las tierras chaqueñas.
i Tomasini,
Alfredo, 1987, obra citada..
ii Miller,
Elmer S., 1979, Los Tobas argentinos. Armonía y discordancia en una sociedad.
Siglo veintiuno editores. México.
iii Ref.
de Carrasco y Briones, 1996, p. 203.
Reproducido de "Los Fantasmas de la Memoria", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones
1 comentario:
Aveces me pregunto porqué tanta desidia?; porqué tanta injusticia. Si bien soy cristiano, me acuerdo de Jorge Cafrune y un tema suyo que decía: "Por aquí, Dios no pasó". Es muy triste, muy trágico.-
Publicar un comentario