Monocultivos y plaguicidas
Uno de los principales desequilibrios proviene precisamente de su carácter monoespecífico. El hecho que una sola especie se repita con alta densidad en una superficie determinada lleva a que las plagas, como ciertos insectos, gusanos, parásitos varios, etc, tengan más facilidad para reproducirse debido a la cercanía entre las plantas individuales y a su homegeneidad específica.
Esta proximidad y densidad elevada lleva a que las diversas plagas se multipliquen rápidamente destruyendo los cultivos o disminuyendo los rendimientos productivos.
Para evitar el avance de las plagas se utilizan habitualmente algunos productos químicos biocidas, compuestos que tienen el objetivo de eliminarlas.
Para ello, sobre todo desde principios de siglo XX se han desarrollado una serie de productos químicos organofosforados que tienen propiedades biocidas y que permiten la eliminación de plagas agrícolas.
Uno de los primeros y más conocidos insecticidas organofosforados fue el DDT (dicloro difenil tricloroetano).
El DDT fue empleado sistemáticamente durante la primera mitad del siglo XX para reducir las poblaciones de insectos en algunos ecosistemas palustres y para combatir las plagas de insectos en las plantaciones agrícolas. Debido a que se constataron efectos tóxicos en trabajadores y comunidades agrícolas se redujo su utilización hasta que fue prohibido en la mayoría de los países.
El DDT fue empleado sistemáticamente durante la primera mitad del siglo XX para reducir las poblaciones de insectos en algunos ecosistemas palustres y para combatir las plagas de insectos en las plantaciones agrícolas. Debido a que se constataron efectos tóxicos en trabajadores y comunidades agrícolas se redujo su utilización hasta que fue prohibido en la mayoría de los países.
En los siguientes años se desarrollaron otros insecticidas y plaguicidas organofosforados que sustituyeron al DDT en la aplicación agrícola y que todavía se utilizan (algunos de ellos comunmente).
Entre ellos se encuentran los siguientes:
El paratión, que es el nombre común de un insecticida organofosforado que se usó en el pasado en los Estados Unidos y que aún se usa en otros países para controlar insectos y ácaros que chupan o mascan las plantas en una extensa variedad de cosechas.
En forma pura, paratión es un líquido amarillo pálido con leve olor a fenol. La preparación de calidad técnica es un líquido amarillo pálido a pardo oscuro.
El malatión es un insecticida organofosforado que no ocurre naturalmente. El malatión puro es un líquido incoloro, y el malatión de calidad técnica, que contiene >90% de malatión e impurezas en un solvente, es un líquido pardo-amarillento que huele a ajo.
El malatión se usa para matar insectos en cosechas agrícolas y en jardines, para tratar piojos en la cabeza de seres humanos y para tratar pulgas en animales domésticos. También se le utiliza para matar mosquitos y la mosca de la fruta en extensas áreas al aire libre.
El malatión se usa para matar insectos en cosechas agrícolas y en jardines, para tratar piojos en la cabeza de seres humanos y para tratar pulgas en animales domésticos. También se le utiliza para matar mosquitos y la mosca de la fruta en extensas áreas al aire libre.
El clorpirifós es otro plaguicida organofosforado que se ha usado ampliamente en viviendas y en agricultura. Desde agosto de 2008 no está permitido su uso para preparados biocidas de uso ambiental ni en la industria alimentaria. Su utilización ha quedado limitado a la agricultura y a nivel doméstico en jardines. En agricultura se considera un insecticida no sistémico que actúa por contacto e ingestión con gran efecto de choque. ´
Se aplica pulverizando las zonas afectadas para el control de plagas de cosechas, particularmente insectos.
Diazinón o Dimpilato es el nombre común de un insecticida organofosforado usado para controlar insectos en el suelo, en plantas ornamentales y en cosechas de frutas y hortalizas.
Insecticidas biológicos
Además de estos insecticidas químicos recientemente se comenzaron a utilizar insecticidas biológicos, como es el caso del Bt o bacillus thuringiensis.
El bacillus thuringiensis es una bacteria grampositiva que habita en el suelo, y que se utiliza comúnmente como una alternativa biológica al plaguicida. También se le puede extraer la toxina Cry y utilizarla como plaguicida. B. thuringiensis también aparece de manera natural en el intestino de las orugas de diferentes tipos de polillas y de mariposas, así como en las superficies poco iluminadas de las plantas.
Durante la esporulación, muchas cepas de Bt producen cristales proteínicos conocidos como δ-endotoxinas, que poseen propiedades insecticidas.
Semillas Geneticamente Modificadas
Por esta razón se ha empleado el Bt como insecticida y, más recientemente, para producir organismos genéticamente modificados (GM).
Con este fin se introdujo el Bt en el genoma de las plantas que de esa manera desarrollan propiedades insecticidas en sus tejidos e impiden que la planta sea afectada por las plagas. De esa manera se han creado papas Bt, maíz Bt, algodón Bt y otros organismos GM similares. Las fórmulas de estos organismos están protegidas por normas de propiedad intelectual que permiten que el control de las semillas y cultivos GM permanezcan bajo el poder propietario de las empresas que los producen (p.ej. Monsanto), Un procedimiento similar se ha desarrollado con los cultivos resistentes al herbicida glifosato con consecuencias análogas.
La toxicidad de los plaguicidas antes mencionados está dirigida directamente a diversos organismos (p.ej. insectos, etc) pero, a diferencia de lo que ocurre con los plaguicidas, la toxicidad del glifosato (herbicida) está particularmente dirigida a las “malezas” y si bien puede tener algún impacto indirecto en los animales y las personas no es su fin específico.
En cambio hay que hacer notar que la toxicidad de los plaguicidas sobre los organismos animales para los cuales está dirigido, es mayor porque suele tener efecto directo (a menudo intenso) sobre diversos vertebrados, como son las aves y los mamíferos incluyendo los seres humanos.
En cambio hay que hacer notar que la toxicidad de los plaguicidas sobre los organismos animales para los cuales está dirigido, es mayor porque suele tener efecto directo (a menudo intenso) sobre diversos vertebrados, como son las aves y los mamíferos incluyendo los seres humanos.
Estos nuevos desarrollos de especies GM tienen además de las consecuencias ambientales o de toxicidad sobre las personas, efectos sobre quienes controlan las semillas y consecuentemente los cultivos y la agricultura mundial.
En gran medida, estos pequetes agrícolas tecnológicos han permitido que unas pocas corporaciones multinacionales, (p.ej. Bayer, Montsanto, Syngenta, BASF, Dow, Dupont) se apoderen de los productos de la biotecnología y puedan llegar a controlar los grandes espacios de producción agrícola planeta y consecuentemente el poder económico a nivel mundial.
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