El teonanacatl: Maria Sabina y «Los Niños Santos»
Los mazatecos son los pueblos nativos que más puramente han
conservado los rituales del hongo teonanacatl. Fue precisamente un chamán
mazateco: María Sabina, quien difundió, a pesar de sí misma, el poder y la
fuerza de los «Niños Santos» de los hongos teonanacatl.
Maria Sabina era nativa de Huautla en el estado mexicano de
Oaxaca. Nació en 1894 y desde joven vivió en la pobreza y el sacrificio. Cuenta
que cuando era niña cuidaba ovejas en las montañas y pasó hambre en más de un
momento de su vida.
Las setas ofrecían una comida disponible. Y así, fue en ese
momento que tuvo sus primeros contactos con los Niños Santos.
Con los años, inspirada por su familia, su abuelo, su
abuela, sus tíos, conocedores de las tradiciones mazatecas,
comenzó a usar hongos para curar a las personas.
Su fama se extendió a las regiones vecinas y más allá, a la
capital y al extranjero.
Entre los que escucharon sobre la existencia de María Sabina
se encontraba el micólogo étnico Gordon Wasson y su esposa Valentina Pavlovna.
En junio de 1955, la pareja viajó a Oaxaca y asistió a una velada cantada con
María Sabina en Huautla. Ambos consumieron teonanacatl y quedaron muy
impresionados por la experiencia. En ese momento, María Sabina tenía 61 años.
A continuación, Pavlovna Wasson se dispuso a estudiar el
tema. Invitaron al profesor Roger Heim, un micólogo experto, que se unió a un
equipo de investigación que tendría que dedicarse a trabajar en teonanacatl en
los años siguientes. Valentina Pavlovna murió poco después, pero después de tres
años como resultado de estas exploraciones, se publicó el libro Les champignons
hallucinogènes du Mexique s, cuyos autores principales fueron Roger Heim y
Gordon Wasson.
Casi veinte años después, una estudiante de origen mazateco
llamada Álvaro Estrada, se dedicó a la tarea de recopilar la historia de la
vida de María Sabina de sus propios labios y la tradujo al español. En 1977 se
publicó la primera edición del libro de Alvaro Estrada "La vida de María
Sabina, el sabio de los hongos", precedido por el propio Wasson.
La difusión global del poder del teonanacatl hizo que muchas
personas viajaran a Huautla para encontrarse con María Sabina u obtener su
«dosis» de hongos.
La influencia externa y su impacto en la práctica médica y
el poder de los Niños Santos fue discutida por Maria Sabina de esta manera:
“Antes de Wasson,
sentí que los niños santos me criaron. Ya no me siento así ... Si Cayetano no
hubiera traído a los extranjeros, los Niños Santos retendrían su poder ...
Desde el momento en que llegaron los extranjeros ... los Niños Santos perdieron
su poder. Perdieron su fuerza, se descompusieron. De ahora en adelante ya no
sirven. No hay remedio”
El propio Wasson, que reprodujo esta declaración del chamán
mazateca, lamentó el proceso que había provocado involuntariamente algunos años
antes.
“Estas palabras me
sacuden, yo, Gordon Wasson, soy responsable del final de una práctica religiosa
en Mesoamérica que se remonta a milenios atrás» (El pequeño hongo) ya no
servirá. Es inútil «Me temo decir la verdad, mostrándole su sabiduría. Una
práctica llevada a cabo en secreto durante siglos ha salido a la luz, y la luz
anuncia su final”
Uno de los visitantes que recibió a María Sabina en Huautla
fue el eminente escritor e investigador Fernando Benítez, quien falleció
recientemente. Benítez fue una de las personalidades más importantes en el
estudio de las culturas nativas de México.
Su obra «Los indios de México», en varios volúmenes, es uno
de los hitos más importantes de la antropología mundial.
No hace mucho tiempo, presentó una conferencia sobre el
poder de los hongos que es muy expresiva a este respecto.
«De vuelta a los hongos alucinógenos».
“Fui uno de los
primeros en intentarlo. Fui a Huautla, entré en contacto con la sacerdotisa
mágica María Sabina. Comí champiñones y chocolate para eliminar la amargura. La
ceremonia tuvo varias etapas: primero de risa loca, de risa hasta lágrimas, lo
que ya significaba el comienzo de la catarsis y de la que aliviaste el llanto.
Luego entré en un período de visiones extraordinarias, una exhibición de
alfombras persas de dibujos maravillosos. Luego fui a los sonidos; Escuché
sonidos que nunca había escuchado, vi cosas iluminadas por una luz que no
tienen.
Estuve cuatro horas
bajo la lluvia, sin sentirme. Un amigo vino y me preguntó: ¿Quién eres? Dije,
soy Dios, no necesito lentes. Veo.
Tomé las gafas y las
estrellé contra el suelo. La chamán Maria Sabina me tendió en la cama y me
cubrió con unas mantas, hasta que pude regresar al mundo, purificada, limpia y,
por supuesto, infinitamente más sabia y más sensible. Fue la experiencia más
importante de mi vida.”
Reproducido de "Pueblos, Drogas y Serpientes". Danilo
Antón, Piriguazú Ediciones.
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