Los Tupinambá, sobrevivientes del pueblo nativo más numeroso de la costa brasileña
Como nación, los tupinambás dominaban casi todo el litoral brasileño con una población total de varios cientos de miles, y probablemente varios 5 millones de habitantes. Poseían una lengua común, llamada por los portugueses "idioma común" (lingua geral). La lengua tupinambá es la base del ñe’engatú que fue la lengua inicial de la colonización de Brasil, que se mantuvo en todo el imperio como lingua franca (era la lengua de los bandeirantes que generalmente no dominaban el portugués y que requerían intérpretes para comunicarse con los enviados de la corona portuguesa). Hasta mediados del siglo XIX era la principal lengua del país, y en la actualidad aún tiene alrededor de 30.000 hablantes.
La lengua tupinambá es la fuente de numerosos préstamos de
léxicos en portugués (e indirectamente a otras lenguas), especialmente en
el campo de la flora y la fauna autóctonas de las regiones selváticas. Algunos ejemplos son
tapioca, jaguar, mandioca, tucán o tapir.
Los Tupinambá actuales: los Tupinambá de Olivença
Los
Tupinambá de Olivença viven en la región de Mata Atlántica, en el sur de Bahía.
Su área se sitúa a 10 kilómetros al norte de la ciudad de Ilhéus y se extiende
desde la costa marítima del pueblo de Olivença hasta la Sierra de las Trempes y
la Serra do Padeiro. La población Tupinambá de Olivença se estima en 3,000 habitantes.
La villa hoy
conocida como Olivença es el lugar donde, en 1680, fue fundado por misioneros
jesuitas un pueblo indígena. Desde entonces, los Tupinambá residen en el
territorio que circunda la villa, en las proximidades del curso de varios ríos,
entre los que destacan los ríos Acuípe, Pixixica, Santana y Una.
A pesar de
la larga historia de contacto, la filiación amerindia es fundamental para
comprender la vida social de los Tupinambá de Olivenza en la actualidad. No se
trata de un resquicio histórico remoto, sino de una marca efectiva en la
organización social y modo de vida de los Tupinambá que hoy habitan la región.
Entre otros aspectos, destaca su organización en pequeños grupos familiares y
ciertos gustos alimentarios, como la preferencia por la "giraba", una
bebida fermentada producida por ellos.
Aunque los
Tupinambá de Olivença se consideren muchas veces "caboclos" o incluso
"indios civilizados", eso nunca significó un abandono de su condición
indígena. El Estado les retiró los derechos indígenas diferenciados a partir
del final del siglo 19, en función de las visiones restrictivas que los órganos
oficiales tenían acerca de quién era o no indígena. Fue sólo con la
Constitución de 1988 que se creó apertura legislativa para que las solicitudes
de los Tupinambá de Olivença
y de otros pueblos fueran oídas y pudieran tener
respaldo.
En 2001, los
Tupinambá de Olivença fueron reconocidos oficialmente como indígenas por la
Funai. La primera fase de demarcación de su territorio se concluyó en abril de
2009 con la publicación del resumen del informe de identificación y
delimitación de la Tierra Indígena Tupinambá de Olivença.
Denominación
El uso del nombre Tupinambá como autodesignación por los indígenas de Olivenza indica ante todo una identificación social, cultural e histórica con las poblaciones tupí que vivieron en esa región.
El uso del nombre Tupinambá como autodesignación por los indígenas de Olivenza indica ante todo una identificación social, cultural e histórica con las poblaciones tupí que vivieron en esa región.
arqueológica
que ocurrió durante los trabajos de identificación y delimitación de la Tierra
Indígena Tupinambá de Olivença confirmó la presencia histórica de una población
tupí en la región. En un área rocosa y recogida en las montañas, se encontraron
dos piezas de cerámica y una de ellas fue identificada como Tupi debido a la
técnica de corrugado utilizada en la confección, bastante conocida entre los
grupos tupi-guaraní de la costa atlántica.
Población
Un análisis
comparativo de las fuentes del período colonial e imperial permite indicar que,
hasta el final del siglo 19, la población de Olivenza era casi exclusivamente
indígena y sumaba cerca de 900 habitantes. Los Tupinambá de Olivença contaban,
en 2004, con cerca de 3000 personas.
En 2004, los
estudios de campo realizados para la demarcación de la tierra indígena
confirmaron los datos levantados en el mismo período por la Funasa, que estimó
en 3500 los Tupinambá habitantes en la región e indicó la existencia de muchos
parientes fuera de ella. En 2009, la Funasa realizó otro censo que estimó en
cerca de 4500 la población tupinambá residente en el área.
El análisis
demográfico de los datos de la Funasa (2004), confirmados por los estudios de
campo de 2004, muestra que se trata de una población con una expectativa de
vida reducida, una tasa de mortalidad muy elevada y joven, ya que más del 50%
de la población tiene hasta 24 años de edad (35% de personas de hasta 14 años),
mientras que los ancianos (con más de 65 años) sólo representan el 5%. La
distribución de la población por sexo indica que existen más hombres (53%) que
mujeres (47%), lo que puede ser una consecuencia demográfica de la expropiación
territorial sufrida por los Tupinambá en el siglo 20. De hecho, las dinámicas
sociales de gestión territorial pasaron a ser escasas, pues las mujeres se
casaron con no indios y, en muchos casos, abandonaron la región, yendo a vivir
con sus maridos en otras áreas. Los hombres que preferentemente se quedaron viviendo
en las pequeñas áreas de tierra de sus padres, perpetuando la ocupación
tupinambá.
Las áreas del territorio con mayor número de personas son la de la villa, aquellas en la sierra, en el Acuípe de Baixo y del Medio y en Sapucáira.
Las áreas del territorio con mayor número de personas son la de la villa, aquellas en la sierra, en el Acuípe de Baixo y del Medio y en Sapucáira.
Localización
El territorio de los Tupinambá de Olivença está ubicado en el sur del estado de Bahía. Gran parte de él está inserto en el municipio de Ilhéus, pero también se sitúa en los municipios de Buerarema y de Una. Se trata de un área predominante de Mata Atlántica (Mata Higrofila Sur-Baiana) que va hasta la costa marítima. El área mejor preservada es aquella que fue utilizada exclusivamente para la extracción de piaçaba de las palmeras nativas y que predomina en la región próxima a la costa marítima (Acuípe, Curupitanga, Campo de San Pedro), penetrando hasta cerca de 10 km en el interior del territorio indígena. Hay una gran diversidad de recursos naturales en la Tierra Indígena Tupinambá de Olivenza, que también contiene áreas de suelo pobres y de suelos más ricos, como aquellos que se encuentran en la llamada región cacaueira del sur de Bahía.
El territorio de los Tupinambá de Olivença está ubicado en el sur del estado de Bahía. Gran parte de él está inserto en el municipio de Ilhéus, pero también se sitúa en los municipios de Buerarema y de Una. Se trata de un área predominante de Mata Atlántica (Mata Higrofila Sur-Baiana) que va hasta la costa marítima. El área mejor preservada es aquella que fue utilizada exclusivamente para la extracción de piaçaba de las palmeras nativas y que predomina en la región próxima a la costa marítima (Acuípe, Curupitanga, Campo de San Pedro), penetrando hasta cerca de 10 km en el interior del territorio indígena. Hay una gran diversidad de recursos naturales en la Tierra Indígena Tupinambá de Olivenza, que también contiene áreas de suelo pobres y de suelos más ricos, como aquellos que se encuentran en la llamada región cacaueira del sur de Bahía.
La franja
costera utilizada por los Tupinambá está formada por playas, manglares y
restingas. La zona de estuario es lodosa y repleta de manglares. El material
(sedimentos) que forma estos bancos de arena proviene de los diversos ríos que
desembocan, como el Acuípe y el Maruim.
La lengua
A pesar de importancia y antigüedad de la lengua original, los Tupinambá de Olivença perdieron su idioma nativo y actualmente hablan exclusivamente el portugués.
Los pueblos tupí ya habitaban la región sur de Bahía cuando las primeras flotas de europeos llegaron a la región en 1500. Los lingüistas, como Métraux, consideran que la migración tupí hacia la costa atlántica se habría dado hace algunas décadas antes de la llegada de los colonizadores. Sin embargo, los arqueólogos apuntan a una migración anterior: estas poblaciones estaban allí hace más de 700 años. Varios documentos comprueban que fue en la década de 1680 que la aldea de Nuestra Señora de la Escalera fue fundada.
A pesar de importancia y antigüedad de la lengua original, los Tupinambá de Olivença perdieron su idioma nativo y actualmente hablan exclusivamente el portugués.
Los pueblos tupí ya habitaban la región sur de Bahía cuando las primeras flotas de europeos llegaron a la región en 1500. Los lingüistas, como Métraux, consideran que la migración tupí hacia la costa atlántica se habría dado hace algunas décadas antes de la llegada de los colonizadores. Sin embargo, los arqueólogos apuntan a una migración anterior: estas poblaciones estaban allí hace más de 700 años. Varios documentos comprueban que fue en la década de 1680 que la aldea de Nuestra Señora de la Escalera fue fundada.
El espacio
de esa aldea fue apropiado muy temprano por los indios que lograron, por
ejemplo, que se les concedieran cargos administrativos de Capitán Mayor y
Sargento Mayor. Al mismo tiempo, los indios vivían cotidianamente en el área de
la mata, donde tenían sus rozas (la posesión de algunas de estas áreas,
llamadas "tierras de dichos indios", fue reconocida en la época).
Este modo de ocupación del territorio en que el tiempo cotidiano es dividido
entre aldea y las áreas de mata próximas a los ríos (principalmente el curso de
los ríos Acuípe y el Pixixica) persiste hasta hoy.
En la
segunda mitad del siglo 18, el pueblo indígena fue convertido en Villa de
Olivenza de Indios. y su administración pasó a ser regida por el Directorio de
los Indios.
En el
Período Imperial, los indios que habitaban en la Villa de Olivenza volvieron a
asumir papeles administrativos. Sin embargo, tal situación no fue el resultado
de un cambio en las leyes vigentes. Por el contrario, ésta sucedió a pesar de
la continuidad de las leyes indigenistas, particularmente, del Código de
Posturas, en el cual la política de tutela de los indios los dejaba en manos de
concejales con intereses económicos locales bastante claros. La intervención y
acción de los indios de la villa se manifestaron de diversas formas: fueron
elegidos para juez de paz y considerados propietarios de tierras que
gestionaron directamente.
Historia de la ocupación
Historia de la ocupación
Los pueblos
tupí ya habitaban la región sur de Bahía cuando las primeras flotas de europeos
llegaron a la región en 1500. Los lingüistas, como Métraux, consideran que la
migración tupí hacia la costa atlántica se habría dado hace algunas décadas antes
de la llegada de los colonizadores. Sin embargo, los arqueólogos apuntan a una
migración anterior: estas poblaciones estaban allí hace más de 700 años. Varios
documentos comprueban que fue en la década de 1680 que la aldea de Nuestra
Señora de la Escalera fue fundada.
El espacio
de esa aldea fue apropiado muy temprano por los indios que lograron, por
ejemplo, que se les concedieran cargos administrativos de Capitán- y el
Sargento Mayor. Al mismo tiempo, los indios vivían cotidianamente en el área de
la mata, donde tenían sus rozas (la posesión de algunas de estas áreas,
llamadas "tierras de dichos indios", fue reconocida en la época).
Este modo de ocupación del territorio en que el tiempo cotidiano es dividido
entre aldea y las áreas de mata próximas a los ríos (principalmente el curso de
los ríos Acuípe y el Pixixica) persiste hasta hoy.
En la
segunda mitad del siglo 18, el pueblo indígena fue convertido en Villa de
Olivenza de Indios. y su administración pasó a ser regida por el Directorio de
los Indios.
Evolución histórica en el período imperial
En el Período Imperial, los indios que habitaban en la Villa de Olivença
Evolución histórica en el período imperial
En el Período Imperial, los indios que habitaban en la Villa de Olivença
volvieron a
asumir papeles administrativos. Sin embargo, tal situación no fue el resultado
de un cambio en las leyes vigentes. Por el contrario, ésta sucedió a pesar de
la continuidad de las leyes indigenistas, particularmente, del Código de
Posturas, en el cual la política de tutela de los indios los dejaba en manos de
concejales con intereses económicos locales bastante claros. La intervención y
acción de los indios de la villa se manifestaron de diversas formas: fueron
elegidos para juez de paz y considerados propietarios de tierras que
gestionaron directamente.
Los Tupinambá se fijaron en la región de Olivenza a partir del contacto con los jesuitas en el siglo 17. Fuentes coloniales mencionan que en el período del pueblo jesuítico se crearon áreas residenciales para los indios llamados "libres". Tales áreas se ubicaban en la región del río Una (en las sierras) y tenían como objetivo "garantizar la subsistencia y el trabajo a los indios libres de la Aldea de Nuestra Señora de la Escalera".
El contacto con la sociedad colonial y nacional brasileña
Actualmente los grupos indígenas con los que los Tupinambá de Olivenza tienen más contacto son los Pataxó, que son los que tienen y los Pataxó, aunque tales relaciones no son sistemáticas. Los Tupinambá también establecen relaciones con los Tumbalalá a causa de las iniciativas organizadas por la organización no gubernamental Tidewá. La relación con los Pataxó. Ha sido la de la que pertenece a Caramuru-Paraguassu, marcada por autonomía y al mismo tiempo apoyo mutuo. Hay un pequeño grupo de Tupinambá viviendo junto con los Pataxó, que han sido vistos en el área de Caramuru-Paraguassu. Tal grupo se formó a partir de la llegada al área de un hombre tupinambá en la década de 1930.
Los no indios, que viven en las ciudades de la región cacao, siempre tuvieron una actitud discriminatoria y ambivalente en relación al reconocimiento de la identidad indígena de los Tupinambá de Olivenza. Un ejemplo de esta ambivalencia está en el hecho de que en las décadas de 1920 y 1930 la prensa relata que los indios de Olivenza eran "salvajes peligrosos" que "flechaban" veranistas en la playa y al mismo tiempo y referidos como "bugres" o "caboclos" . En la actualidad, la actitud más común entre las autoridades de la región de Ilhéus frente a la identidad de los Tupinambá de livenza todavía está regida por principios de desconfianza, fuertemente alimentados por el imaginario del "indio puro, salvaje y extinto".
El conocimiento que los habitantes no indígenas de la región tienen de los Tupinambá se basa en el contacto que establecen con ellos en la villa. Los Tupinambá que frecuentan más la villa acaban sirviendo como una especie de vitrina de su pueblo. La sorpresa de muchos no indios que van a la región de la Mata puede ser ejemplificada con el relato de un funcionario de la Funai, transcrito en su informe de visita de 1997: "Después del contacto y revelaciones del grupo medio arriesgo por lo poco que son visitados, pude constatando que viven en régimen cerrado y aún conservan sus rasgos étnicos, legado de los primeros pueblos a habitar la región costera de Bahía "(ver Viegas, 2007).
Las aldeas tupinambá
Los Tupinambá de Olivenza viven en pequeñas unidades residenciales, distribuidas en un área de cerca de 50.000 hectáreas. A pesar de no vivir aislados de los vecinos no indígenas, los Tupinambá de Olivenza viven en áreas residenciales con características propias, comúnmente designadas de lugares.
La designación de lugar suele seguir el nombre de uno de los habitantes de la casa principal - generalmente de aquel que la fundó: "el lugar de Miguel", por ejemplo. Con respecto a la organización socioeconómica, se puede decir que las casas tienen cierta independencia en lo que se refiere a la producción y al consumo. Cada casa posee su roza y la harina allí producida pertenece exclusivamente a aquellos que cultivaron las mandiocas.
Además de esos lugares, muchos indígenas viven en "aldeas" que resultaron del "movimiento de reanudación", que ha sido el único capaz de viabilizar una cierta reordenación territorial en un período de espera por la efectiva demarcación de su tierra, iniciada en 2003.
Organización social
Los Tupinambá se fijaron en la región de Olivenza a partir del contacto con los jesuitas en el siglo 17. Fuentes coloniales mencionan que en el período del pueblo jesuítico se crearon áreas residenciales para los indios llamados "libres". Tales áreas se ubicaban en la región del río Una (en las sierras) y tenían como objetivo "garantizar la subsistencia y el trabajo a los indios libres de la Aldea de Nuestra Señora de la Escalera".
El contacto con la sociedad colonial y nacional brasileña
Durante el período colonial, los indígenas de Olivença establecieron relaciones con grupos Jê (Camacán, Botocudo y Pataxó). La relación de los indios aldeados con los Pataxó parece haber oscilado entre el conflicto y una convivencia temporal.
Varias narrativas de los Tupinambá que habitan la región de las sierras y del río Una traen descripciones de indios "salvajes" con quienes trataban en el pasado de un modo marcado, muchas veces, por relaciones de alteridad. Algunos se refieren a esos indios "otros" como aquellos que "comían crudo", que hablaban otra lengua y usaban arco y flecha. Este contraste se explica por el hecho de que los Tupinambá asumir la identidad de los "indios civilizados".Actualmente los grupos indígenas con los que los Tupinambá de Olivenza tienen más contacto son los Pataxó, que son los que tienen y los Pataxó, aunque tales relaciones no son sistemáticas. Los Tupinambá también establecen relaciones con los Tumbalalá a causa de las iniciativas organizadas por la organización no gubernamental Tidewá. La relación con los Pataxó. Ha sido la de la que pertenece a Caramuru-Paraguassu, marcada por autonomía y al mismo tiempo apoyo mutuo. Hay un pequeño grupo de Tupinambá viviendo junto con los Pataxó, que han sido vistos en el área de Caramuru-Paraguassu. Tal grupo se formó a partir de la llegada al área de un hombre tupinambá en la década de 1930.
Los no indios, que viven en las ciudades de la región cacao, siempre tuvieron una actitud discriminatoria y ambivalente en relación al reconocimiento de la identidad indígena de los Tupinambá de Olivenza. Un ejemplo de esta ambivalencia está en el hecho de que en las décadas de 1920 y 1930 la prensa relata que los indios de Olivenza eran "salvajes peligrosos" que "flechaban" veranistas en la playa y al mismo tiempo y referidos como "bugres" o "caboclos" . En la actualidad, la actitud más común entre las autoridades de la región de Ilhéus frente a la identidad de los Tupinambá de livenza todavía está regida por principios de desconfianza, fuertemente alimentados por el imaginario del "indio puro, salvaje y extinto".
El conocimiento que los habitantes no indígenas de la región tienen de los Tupinambá se basa en el contacto que establecen con ellos en la villa. Los Tupinambá que frecuentan más la villa acaban sirviendo como una especie de vitrina de su pueblo. La sorpresa de muchos no indios que van a la región de la Mata puede ser ejemplificada con el relato de un funcionario de la Funai, transcrito en su informe de visita de 1997: "Después del contacto y revelaciones del grupo medio arriesgo por lo poco que son visitados, pude constatando que viven en régimen cerrado y aún conservan sus rasgos étnicos, legado de los primeros pueblos a habitar la región costera de Bahía "(ver Viegas, 2007).
Las aldeas tupinambá
Los Tupinambá de Olivenza viven en pequeñas unidades residenciales, distribuidas en un área de cerca de 50.000 hectáreas. A pesar de no vivir aislados de los vecinos no indígenas, los Tupinambá de Olivenza viven en áreas residenciales con características propias, comúnmente designadas de lugares.
La designación de lugar suele seguir el nombre de uno de los habitantes de la casa principal - generalmente de aquel que la fundó: "el lugar de Miguel", por ejemplo. Con respecto a la organización socioeconómica, se puede decir que las casas tienen cierta independencia en lo que se refiere a la producción y al consumo. Cada casa posee su roza y la harina allí producida pertenece exclusivamente a aquellos que cultivaron las mandiocas.
Además de esos lugares, muchos indígenas viven en "aldeas" que resultaron del "movimiento de reanudación", que ha sido el único capaz de viabilizar una cierta reordenación territorial en un período de espera por la efectiva demarcación de su tierra, iniciada en 2003.
Organización social
La alianza
conyugal entre los Tupinamba de Olivença es un acto totalmente ausente de
ritualización o de obligaciones entre los parientes del novio y de la novia. El
matrimonio se efectúa a través de la cohabitación del esposo y de la esposa,
que construyen una casa y abren una roza. La fundación de una zona residencial
o un lugar es central para las dinámicas sociales, particularmente para las
relaciones políticas locales. Los criterios que llevan a alguien a ser visto
como liderazgo en la comunidad están relacionados al hecho de ser o no fundador
de un lugar, además de su capacidad de atraer a su casa a los hijos y sus
respectivas familias.
Los líderes
orientados más específicamente a las relaciones de los Tupinambá de Olivenza
con el Estado se forman a partir de lógicas que combinan la elección de líderes
más jóvenes y aquellos que conocen mejor la historia del pueblo, como los
mayores. El hecho de que las jóvenes mujeres indígenas hayan vivido un cierto
tiempo en la ciudad y, más recientemente, tener más acceso al sistema educativo
han hecho que algunas asuman papeles de liderazgo. Mundiales de conocimiento y
capacidad de transitar entre los lugares y la ciudad, en 1997, las mujeres
tupinambá comenzaron a involucrarse con el desafío de ser de intermediarias en
las relaciones con el Estado. El primer liderazgo elegido en 2002 por los
Tupinambá de Olivenza fue justamente una mujer.
Cultura del cuerpo y las personas
Los vínculos entre el bebé y la madre son muy apreciados. Las prácticas en torno al parto realzan el estrechamiento del cuerpo de la madre y del recién nacido. Los términos usados para describir la placenta se fundamentan en la noción de un cuerpo común a la madre y al hijo: "compañera del niño", "pedazos de persona" y "resto de la mujer con el niño".
Los vínculos entre el bebé y la madre son muy apreciados. Las prácticas en torno al parto realzan el estrechamiento del cuerpo de la madre y del recién nacido. Los términos usados para describir la placenta se fundamentan en la noción de un cuerpo común a la madre y al hijo: "compañera del niño", "pedazos de persona" y "resto de la mujer con el niño".
La placenta puede
ser enterrada en las afueras de la casa, pero debe serla muy hondo. Se dice que
se entierra "para no dejar a la boca" y "para bicho no
cargar". Entre los animales que circundan la casa, los más temidos son los
pollos porque están generalmente asociados al acto de esparcir, disipar o
extenderse.
El período
del "resguardo" es uno de los momentos cruciales en la constitución y
consolidación de lazos entre casas de un mismo lugar por medio de las mujeres.
De hecho, la mujer que más comúnmente asume la posición temporal de la madre
que queda en "resguardo" es la suegra (abuela paterna de los niños),
pues lo más frecuente es que la pareja resida junto a la casa de los padres del
esposo. La sustitución temporal de una madre en estos casos significa asumir
prácticas asociadas al cuidado de los niños y su alimentación. Ahora bien,
cuando las sogras sustituyen a sus nueras en las tareas de la casa, no cumplen
ninguna tarea de cooperación que esté prevista en la relación entre las
diversas casas de un lugar. De hecho, desde el punto de vista de los niños, si
el cuidado prestado en estas tareas se vuelve sistemático, las abuelas pueden
transformarse en madres propiamente dichas.
La
valoración de la práctica de "dar sustento" a la constitución de los
lazos sociales entre padres e hijos es, en el caso de los Tupinambá de
Olivenza, tan intensa que puede incluso sustituir el vínculo primordial entre
la progenitora y el recién nacido. La casa donde vive el niño y el lugar donde
se constituye como persona son dimensiones estructurantes de la vida social.
Cuando, por ejemplo, hay una separación conyugal, la decisión sobre la custodia
del niño tiende para que ella quede viviendo en su lugar de origen. Así, en la
mayoría de los casos, el niño residirá con el padre y sus parientes de línea
paterna (abuela y tías más a menudo).
Entre los
cuidados que involucran la formación de la persona tupinambá, aquellos ligados
a los hábitos alimentarios ganan particular destaque. El beso y la bebida
fermentada de aipim llamada "giraba" son los alimentos que más
condensan esos significados. Los Tupinambá dicen que la guirnalda es una bebida
particularmente adecuada a la nutrición del bebé, porque es un alimento que
"hace" de los bebés caboclos. La mayoría de las personas que se
alimentan de la leche materna y de la leche materna, no se sienten como si
estuvieran en el mismo lugar. que es un hábito muy particular que se encuentra
en pocos contextos amerindios, pero que era curiosamente referido por los
cronistas del siglo 16 y 17. Dice que los Tupinambá, habitantes de la costa
atlántica en ese período, preferían "beber el cauim amornado y la primera
cosa que hacía [las mujeres] era un pequeño fuego alrededor de los potes de
barro para calentar la bebida "(Jean de Léry, 1578).
La madurez
femenina involucra muchos aspectos, y está también asociada a la movilidad
entre los lugares o entre el área de la Mata y la ciudad. Las niñas, muchas
veces, salen de la Mata y van a la ciudad y otras van a vivir con sus maridos
en otros lugares. Independientemente del modo en que el noviazgo comenzó, por
lo general se dice que comenzó cuando el muchacho fue a buscar a una mujer. Los
muchachos, a su vez, ejercen "trabajo de ganancia" en la granja y,
generalmente, para conseguirlo tienen que dejar la casa de los padres (al menos
temporalmente).
Actividades productivas
Actividades productivas
Los
Tupinambá de Olivenza producen una enorme variedad de alimentos a partir de
varios tipos de mandioca. Se destaca la importancia de la producción de harina
de mandioca, del beso y de la "giraba" (bebida fermentada) para la
vida social y también para la subsistencia de los Tupinambá.
El sistema
de plantación entre los Tupinambá de Olivenza es el de la agricultura de
coivara que implica el derribado y quema de la mata, en la limpieza del terreno
y luego en la plantación.
Además de la
agricultura, otra actividad importante para la subsistencia de los Tupinambá es
la pesca realizada predominantemente en los ríos y en las áreas de brezo (entre
ríos y el mar).
La pesca con
trampas y pequeñas redes como el jererê es muy utilizada y ampliamente
apreciada por los Tupinambá de Olivenza. El jererê es normalmente confeccionado
por las mujeres, consistente en una pequeña red sostenida por un marco de vara
de embrague con forma cilíndrica.
Para pescar
con este instrumento, los indios tienen que entrar en el río y sumergirse
dentro de agua cuando avisan a un pez, para aprisionarlo en la red. Esta es una
técnica adecuada para el período en que el río está "seco". Son
principalmente las mujeres que pescan con jererê.
La trampa
hecha con "tapado" corresponde a la construcción de una represa en
áreas de rápidos, con el objetivo de dirigir el paso de los peces más grandes a
un solo lugar. En este pasaje se coloca una trampa hecha de varas trenzadas con
cipó, llamada de Jiqui. Los Tupinambá de Olivenza también hacen tapas de piedra
en áreas donde el río tiene más fuerza o incluso en cascadas, como en los ríos
Santaninha y Una, o incluso en cascadas. Las tapas se colocan principalmente en
el período de lluvias y en el verano, cuando el río está más lleno y agitado,
pues los peces sólo quedarán atrapados en el jiqui cuando vienen con la
corriente. Hay, sin embargo, otra técnica de "tapado", hecha con paja,
que se utiliza en río "liso", sin cascada. La pesca en el río, a su
vez, se complementa con la pesca en el mar y la recolección de crustáceos en el
manglar. Para los Tupinambá que habitan en las áreas cercanas a la costa, la
pesca en el mar es una actividad importante que siempre se complementa con
otras. La recolección de crustáceos en el manglar es fundamental para todos los
Tupinambá. La recolección de cangrejo es una actividad estacional, realizada
sólo entre los meses de enero y abril. Este período es denominado por los
Tupinambá de "andada". El término describe el período en que los
cangrejos salen debajo de la tierra y andan en la superficie. Los Tupinambá no
les gusta enterrar las manos en el lodo y coger los cangrejos, es por eso que
esperan el período de la "caminada". Como es sólo en este período que
los indios van al manglar, también lo llaman "fecha del cangrejo". Es
en este momento que "los cangrejos se quedan en la euforia", como
dicen algunos indios. A través del calendario de la luna, los Tupinambá saben
los hábitos de los principales crustáceos que viven en el manglar: una luna
antes de la "caminada del cangrejo", quien anda es el guaiamum macho;
una luna llena antes de la "caminada del cangrejo", camina el
guaiamum femenino ("caminada de la pata choca"). Cuando está
trenzando, el cangrejo sale del agujero para aparearse. Estas actividades no
son y nunca fueron practicadas por los Tupinambá con fines comerciales.
La caza es
practicada por los Tupinambá en todas las localidades de su territorio, pero
predomina en aquellas donde hay mayor extensión de bosque en fase de
regeneración y donde el acceso a la selva no es impedido por los granjeros. La
caza es una actividad exclusivamente masculina y el conocimiento técnico
asociado es compartido tanto por las generaciones más viejas como por las más
jóvenes. Estas técnicas tradicionales presuponen conocimientos sobre el
comportamiento de los animales e implican en relaciones específicas entre el
cazador y la caza.
La
recolección de piaçaba es la actividad extractivista más importante entre los Tupinambá
de Olivença. De acuerdo con documentos del período colonial e imperial, la
recolección de la piaçaba fue una de las primeras actividades desempeñadas con
el objetivo de canje. Lo que hoy es recogido por los Tupinambá y valorado en el
mercado regional son las fibras de piaçaba. Estas fibras se utilizan para la
fabricación de escobas de uso casero e industrial. En el siglo 19, eran usadas
como cuerdas para amarrar de los barcos.
Para ese
pueblo, la fibra es el principal elemento aprovechado de la piaçaba. Su
producción artesanal está vinculada, sobre todo, a ese recurso. Los Tupinambá
producen varios artefactos, tales como objetos decorativos, utensilios de caza
y pesca, utensilios domésticos, como cribas, pilas, esteras, cassettes, cestos,
flechas, lanzas, arapucas, lazos, jiqui, además de cocares, collares, cangas y
adornos . Las semillas de color y colorantes extraídos de las plantas son
importantes para la fabricación de muchos de estos objetos.
Es de
especial relevancia el hecho de que las relaciones socioeconómicas entre los
Tupinambá de Olivenza y la sociedad circundante implican e implicaron siempre
el uso de sus conocimientos tradicionales: la extracción de la piaçaba, la
producción de harina de mandioca, el cultivo de rozas y la fabricación de
pequeños artefactos. La harina de mandioca hecha por los indios es bastante
valorada en el comercio de Ilhéus y, hasta hoy en la región, se reconoce su
especialización técnica en la recolección de piaçaba
.
.
Prácticas
rituales y fiestas
Las fiestas
tradicionales de los indios de Olivenza están bastante asociadas a rituales
católicos y constituyen momentos de particular importancia para la constitución
y consolidación de lazos entre habitantes de varias localidades.
Mástil de
San Sebastián en la plaza de la villa de Olivenza. Foto: Susana Viegas, 2005.
La Fiesta
del Divino Espíritu Santo realizada a finales del mes de mayo es un momento
especial de reunión entre las personas que viven en la Mata y en la villa de
Olivenza. La Fiesta de la Tumbada del Mástil o Fiesta de San Sebastián, que se
realiza todo el segundo fin de semana de enero, ha ganado en los últimos años
un papel más relevante en las relaciones sociales en la villa. La Fiesta de San
Sebastián también se realiza en la aldea tupinambá de la Serra do Padeiro, pero
presenta tradiciones diferentes.
En la Fiesta
del Divino Espíritu Santo, la bandera del Espíritu Santo circula durante un mes
por todas las localidades de la Mata. Los "romeros", que cargan la
bandera, visitan las casas y cuando la bandera sale de la villa a la Mata se
dice que ella "entró al bosque". En ciertas localidades los
"romeros" llevan consigo a personas de las casas visitadas, que los
siguen en otras visitas. Cuando se oye el tambor, instrumento que anuncia la
llegada de la bandera en una casa, los vecinos de los alrededores se acercan.
La fiesta propicia momentos de sociabilidad entre los vecinos, así como
encuentros entre las personas de la villa y de la Mata. En el cierre de la
fiesta, por ejemplo, una misa se realiza en la iglesia de Olivenza, reuniendo
indios de diversas localidades. Aquellos que vienen de la Mata pernoctan en
casas de parientes. La memoria de esta visita a la villa es recordada por los
Tupinambá que viven en la Mata con frecuencia a lo largo del año.
En la Fiesta
de la Tirada del Mástil, son los habitantes de la villa que más se destacan.
Uno de los grupos centrales de la fiesta son los "machaderos",
elegidos anualmente. Quince días antes de la fiesta, tienen el papel de
"marcar el palo", es decir, dirigirse al área del
"matorral" (a unos tres kilómetros de la villa) y elegir los troncos
que serán utilizados para la fabricación del mástil y el "mastín", el
mástil de los niños. Además, "marcar el palo" implica en extraer
parte del casco del árbol para promesas hechas a San Sebastián. También se usa
el casco para hacer un té que "da suerte".
En el día de
la fiesta, el alba es a las cinco de la mañana y se inicia con la campana de la
iglesia. El encuentro para la salida al monte es en la Plaza Cláudio Magalhães.
Las personas se alinean frente a la campana de la fiesta - una campana de
bronce grisáceo, envejecido, pero pujante, que queda colgado por una cuerda en
el tronco y es transportado por dos personas. En el bosque, el tronco es
cortado en un ambiente de enorme animación, con muchas conversaciones entre los
conocidos y los vecinos de Olivenza, que a menudo son compañeros de fiesta. El
corte del tronco es rápido y su caída provoca mucha agitación. Los hombres se
acercan y algunos, usando el machete, lo pelan. Parte del casco es aprovechada
por los regalos para hacer té, para protección o promesa. El resto se retira y
se deja en el suelo. El objetivo es hacer el tronco más liso para rodar con
menos dificultad cuando se arrastra. En la parte delantera del tronco se inicia
otro trabajo: apertura de un orificio donde será atada una cuerda. Levantar el
tronco del suelo es quizás una de las tareas más complicadas y arduas.
En la salida
del bosque, los niños van al frente, tirando del "mareo". El mástil
es tirado por todos los presentes. Entonces se oye gritar "ahora",
"junten la cuerda", "adelante", "paren" -
palabras de orden y coordinación entre los que sostienen y arrastran la cuerda.
Cuando se inicia el descenso se canta bien alto "Ayudar, dar",
"ayuno, dan dan" y con eso se gana ánimo para tirar del mástil.
Después de la pausa para el almuerzo, los transportistas de la campana entran
por la playa. Los muchachos con el mareo corren hacia el mar y se sumergen
junto al tronco. Muchos se sienten encima de él para traer "suerte"
y, a veces, los bebés se colocan durante instantes encima del mástil con el
mismo propósito.
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