jueves, 17 de enero de 2019

Pueblos indígenas de Brasil


Los Tupinambá, sobrevivientes del pueblo nativo más numeroso de la costa brasileña







El término tupinambá significa el más antiguo o el primero, y se refiere a una nación indígena de la que formaban parte varios pueblos que habitaban la costa de Brasil desde mucho antes de la invasión y conquista europea.
Como nación, los tupinambás dominaban casi todo el litoral brasileño con una población total de varios cientos de miles, y probablemente varios 5 millones de habitantes. Poseían una lengua común, llamada por los portugueses "idioma común" (lingua geral). La lengua tupinambá es la base del ñe’engatú que fue la lengua inicial de la colonización de Brasil, que se mantuvo en todo el imperio como lingua franca (era la lengua de los bandeirantes que generalmente no dominaban el portugués y que requerían intérpretes para comunicarse con los enviados de la corona portuguesa). Hasta mediados del siglo XIX era la principal lengua del país, y en la actualidad aún tiene alrededor de 30.000 hablantes.
La lengua tupinambá es la fuente de numerosos préstamos de léxicos en portugués (e indirectamente a otras lenguas), especialmente en el campo de la flora y la fauna autóctonas de las  regiones selváticas. Algunos ejemplos son tapioca, jaguar, mandioca, tucán o tapir.

Los Tupinambá actuales: los Tupinambá de Olivença

Los Tupinambá de Olivença viven en la región de Mata Atlántica, en el sur de Bahía. Su área se sitúa a 10 kilómetros al norte de la ciudad de Ilhéus y se extiende desde la costa marítima del pueblo de Olivença hasta la Sierra de las Trempes y la Serra do Padeiro. La población Tupinambá de Olivença se estima en 3,000 habitantes. 
La villa hoy conocida como Olivença es el lugar donde, en 1680, fue fundado por misioneros jesuitas un pueblo indígena. Desde entonces, los Tupinambá residen en el territorio que circunda la villa, en las proximidades del curso de varios ríos, entre los que destacan los ríos Acuípe, Pixixica, Santana y Una. 
A pesar de la larga historia de contacto, la filiación amerindia es fundamental para comprender la vida social de los Tupinambá de Olivenza en la actualidad. No se trata de un resquicio histórico remoto, sino de una marca efectiva en la organización social y modo de vida de los Tupinambá que hoy habitan la región. Entre otros aspectos, destaca su organización en pequeños grupos familiares y ciertos gustos alimentarios, como la preferencia por la "giraba", una bebida fermentada producida por ellos.
Aunque los Tupinambá de Olivença se consideren muchas veces "caboclos" o incluso "indios civilizados", eso nunca significó un abandono de su condición indígena. El Estado les retiró los derechos indígenas diferenciados a partir del final del siglo 19, en función de las visiones restrictivas que los órganos oficiales tenían acerca de quién era o no indígena. Fue sólo con la Constitución de 1988 que se creó apertura legislativa para que las solicitudes de los Tupinambá de Olivença
 y de otros pueblos fueran oídas y pudieran tener respaldo.
En 2001, los Tupinambá de Olivença fueron reconocidos oficialmente como indígenas por la Funai. La primera fase de demarcación de su territorio se concluyó en abril de 2009 con la publicación del resumen del informe de identificación y delimitación de la Tierra Indígena Tupinambá de Olivença.

Denominación
El uso del nombre Tupinambá como autodesignación por los indígenas de Olivenza indica ante todo una identificación social, cultural e histórica con las poblaciones tupí que vivieron en esa región.
arqueológica que ocurrió durante los trabajos de identificación y delimitación de la Tierra Indígena Tupinambá de Olivença confirmó la presencia histórica de una población tupí en la región. En un área rocosa y recogida en las montañas, se encontraron dos piezas de cerámica y una de ellas fue identificada como Tupi debido a la técnica de corrugado utilizada en la confección, bastante conocida entre los grupos tupi-guaraní de la costa atlántica.

Población
Un análisis comparativo de las fuentes del período colonial e imperial permite indicar que, hasta el final del siglo 19, la población de Olivenza era casi exclusivamente indígena y sumaba cerca de 900 habitantes. Los Tupinambá de Olivença contaban, en 2004, con cerca de 3000 personas.
En 2004, los estudios de campo realizados para la demarcación de la tierra indígena confirmaron los datos levantados en el mismo período por la Funasa, que estimó en 3500 los Tupinambá habitantes en la región e indicó la existencia de muchos parientes fuera de ella. En 2009, la Funasa realizó otro censo que estimó en cerca de 4500 la población tupinambá residente en el área.
El análisis demográfico de los datos de la Funasa (2004), confirmados por los estudios de campo de 2004, muestra que se trata de una población con una expectativa de vida reducida, una tasa de mortalidad muy elevada y joven, ya que más del 50% de la población tiene hasta 24 años de edad (35% de personas de hasta 14 años), mientras que los ancianos (con más de 65 años) sólo representan el 5%. La distribución de la población por sexo indica que existen más hombres (53%) que mujeres (47%), lo que puede ser una consecuencia demográfica de la expropiación territorial sufrida por los Tupinambá en el siglo 20. De hecho, las dinámicas sociales de gestión territorial pasaron a ser escasas, pues las mujeres se casaron con no indios y, en muchos casos, abandonaron la región, yendo a vivir con sus maridos en otras áreas. Los hombres que preferentemente se quedaron viviendo en las pequeñas áreas de tierra de sus padres, perpetuando la ocupación tupinambá.
Las áreas del territorio con mayor número de personas son la de la villa, aquellas en la sierra, en el Acuípe de Baixo y del Medio y en Sapucáira.

Localización
El territorio de los Tupinambá de Olivença  está ubicado en el sur del estado de Bahía. Gran parte de él está inserto en el municipio de Ilhéus, pero también se sitúa en los municipios de Buerarema y de Una. Se trata de un área predominante de Mata Atlántica (Mata Higrofila Sur-Baiana) que va hasta la costa marítima. El área mejor preservada es aquella que fue utilizada exclusivamente para la extracción de piaçaba de las palmeras nativas y que predomina en la región próxima a la costa marítima (Acuípe, Curupitanga, Campo de San Pedro), penetrando hasta cerca de 10 km en el interior del territorio indígena. Hay una gran diversidad de recursos naturales en la Tierra Indígena Tupinambá de Olivenza, que también contiene áreas de suelo pobres y de suelos más ricos, como aquellos que se encuentran en la llamada región cacaueira del sur de Bahía.
La franja costera utilizada por los Tupinambá está formada por playas, manglares y restingas. La zona de estuario es lodosa y repleta de manglares. El material (sedimentos) que forma estos bancos de arena proviene de los diversos ríos que desembocan, como el Acuípe y el Maruim.

La lengua
A pesar de importancia y antigüedad de la lengua original, los Tupinambá de Olivença perdieron su idioma nativo y actualmente hablan exclusivamente el portugués.
Los pueblos tupí ya habitaban la región sur de Bahía cuando las primeras flotas de europeos llegaron a la región en 1500. Los lingüistas, como Métraux, consideran que la migración tupí hacia la costa atlántica se habría dado hace algunas décadas antes de la llegada de los colonizadores. Sin embargo, los arqueólogos apuntan a una migración anterior: estas poblaciones estaban allí hace más de 700 años. Varios documentos comprueban que fue en la década de 1680 que la aldea de Nuestra Señora de la Escalera fue fundada.
El espacio de esa aldea fue apropiado muy temprano por los indios que lograron, por ejemplo, que se les concedieran cargos administrativos de Capitán Mayor y Sargento Mayor. Al mismo tiempo, los indios vivían cotidianamente en el área de la mata, donde tenían sus rozas (la posesión de algunas de estas áreas, llamadas "tierras de dichos indios", fue reconocida en la época). Este modo de ocupación del territorio en que el tiempo cotidiano es dividido entre aldea y las áreas de mata próximas a los ríos (principalmente el curso de los ríos Acuípe y el Pixixica) persiste hasta hoy.
En la segunda mitad del siglo 18, el pueblo indígena fue convertido en Villa de Olivenza de Indios. y su administración pasó a ser regida por el Directorio de los Indios.
En el Período Imperial, los indios que habitaban en la Villa de Olivenza volvieron a asumir papeles administrativos. Sin embargo, tal situación no fue el resultado de un cambio en las leyes vigentes. Por el contrario, ésta sucedió a pesar de la continuidad de las leyes indigenistas, particularmente, del Código de Posturas, en el cual la política de tutela de los indios los dejaba en manos de concejales con intereses económicos locales bastante claros. La intervención y acción de los indios de la villa se manifestaron de diversas formas: fueron elegidos para juez de paz y considerados propietarios de tierras que gestionaron directamente. 

Historia de la ocupación
Los pueblos tupí ya habitaban la región sur de Bahía cuando las primeras flotas de europeos llegaron a la región en 1500. Los lingüistas, como Métraux, consideran que la migración tupí hacia la costa atlántica se habría dado hace algunas décadas antes de la llegada de los colonizadores. Sin embargo, los arqueólogos apuntan a una migración anterior: estas poblaciones estaban allí hace más de 700 años. Varios documentos comprueban que fue en la década de 1680 que la aldea de Nuestra Señora de la Escalera fue fundada.
El espacio de esa aldea fue apropiado muy temprano por los indios que lograron, por ejemplo, que se les concedieran cargos administrativos de Capitán- y el Sargento Mayor. Al mismo tiempo, los indios vivían cotidianamente en el área de la mata, donde tenían sus rozas (la posesión de algunas de estas áreas, llamadas "tierras de dichos indios", fue reconocida en la época). Este modo de ocupación del territorio en que el tiempo cotidiano es dividido entre aldea y las áreas de mata próximas a los ríos (principalmente el curso de los ríos Acuípe y el Pixixica) persiste hasta hoy.
En la segunda mitad del siglo 18, el pueblo indígena fue convertido en Villa de Olivenza de Indios. y su administración pasó a ser regida por el Directorio de los Indios.

Evolución histórica en el período imperial
En el Período Imperial, los indios que habitaban en la Villa de Olivença 
volvieron a asumir papeles administrativos. Sin embargo, tal situación no fue el resultado de un cambio en las leyes vigentes. Por el contrario, ésta sucedió a pesar de la continuidad de las leyes indigenistas, particularmente, del Código de Posturas, en el cual la política de tutela de los indios los dejaba en manos de concejales con intereses económicos locales bastante claros. La intervención y acción de los indios de la villa se manifestaron de diversas formas: fueron elegidos para juez de paz y considerados propietarios de tierras que gestionaron directamente.
Los Tupinambá se fijaron en la región de Olivenza a partir del contacto con los jesuitas en el siglo 17. Fuentes coloniales mencionan que en el período del pueblo jesuítico se crearon áreas residenciales para los indios llamados "libres". Tales áreas se ubicaban en la región del río Una (en las sierras) y tenían como objetivo "garantizar la subsistencia y el trabajo a los indios libres de la Aldea de Nuestra Señora de la Escalera".

El contacto con la sociedad colonial y nacional brasileña
Durante el período colonial, los indígenas de Olivença establecieron relaciones con grupos Jê (Camacán, Botocudo y Pataxó). La relación de los indios aldeados con los Pataxó parece haber oscilado entre el conflicto y una convivencia temporal.
Varias narrativas de los Tupinambá que habitan la región de las sierras y del río Una traen descripciones de indios "salvajes" con quienes trataban en el pasado de un modo marcado, muchas veces, por relaciones de alteridad. Algunos se refieren a esos indios "otros" como aquellos que "comían crudo", que hablaban otra lengua y usaban arco y flecha. Este contraste se explica por el hecho de que los Tupinambá asumir la identidad de los "indios civilizados".
Actualmente los grupos indígenas con los que los Tupinambá de Olivenza tienen más contacto son los Pataxó, que son los que tienen y los Pataxó, aunque tales relaciones no son sistemáticas. Los Tupinambá también establecen relaciones con los Tumbalalá a causa de las iniciativas organizadas por la organización no gubernamental Tidewá. La relación con los Pataxó. Ha sido la de la que pertenece a Caramuru-Paraguassu, marcada por autonomía y al mismo tiempo apoyo mutuo. Hay un pequeño grupo de Tupinambá viviendo junto con los Pataxó, que han sido vistos en el área de Caramuru-Paraguassu. Tal grupo se formó a partir de la llegada al área de un hombre tupinambá en la década de 1930.
Los no indios, que viven en las ciudades de la región cacao, siempre tuvieron una actitud discriminatoria y ambivalente en relación al reconocimiento de la identidad indígena de los Tupinambá de Olivenza. Un ejemplo de esta ambivalencia está en el hecho de que en las décadas de 1920 y 1930 la prensa relata que los indios de Olivenza eran "salvajes peligrosos" que "flechaban" veranistas en la playa y al mismo tiempo y referidos como "bugres" o "caboclos" . En la actualidad, la actitud más común entre las autoridades de la región de Ilhéus frente a la identidad de los Tupinambá de livenza todavía está regida por principios de desconfianza, fuertemente alimentados por el imaginario del "indio puro, salvaje y extinto".
El conocimiento que los habitantes no indígenas de la región tienen de los Tupinambá se basa en el contacto que establecen con ellos en la villa. Los Tupinambá que frecuentan más la villa acaban sirviendo como una especie de vitrina de su pueblo. La sorpresa de muchos no indios que van a la región de la Mata puede ser ejemplificada con el relato de un funcionario de la Funai, transcrito en su informe de visita de 1997: "Después del contacto y revelaciones del grupo medio arriesgo por lo poco que son visitados, pude constatando que viven en régimen cerrado y aún conservan sus rasgos étnicos, legado de los primeros pueblos a habitar la región costera de Bahía "(ver Viegas, 2007).


Las aldeas tupinambá
Los Tupinambá de Olivenza viven en pequeñas unidades residenciales, distribuidas en un área de cerca de 50.000 hectáreas. A pesar de no vivir aislados de los vecinos no indígenas, los Tupinambá de Olivenza viven en áreas residenciales con características propias, comúnmente designadas de lugares.
La designación de lugar suele seguir el nombre de uno de los habitantes de la casa principal - generalmente de aquel que la fundó: "el lugar de Miguel", por ejemplo. Con respecto a la organización socioeconómica, se puede decir que las casas tienen cierta independencia en lo que se refiere a la producción y al consumo. Cada casa posee su roza y la harina allí producida pertenece exclusivamente a aquellos que cultivaron las mandiocas.
Además de esos lugares, muchos indígenas viven en "aldeas" que resultaron del "movimiento de reanudación", que ha sido el único capaz de viabilizar una cierta reordenación territorial en un período de espera por la efectiva demarcación de su tierra, iniciada en 2003.

Organización social
La alianza conyugal entre los Tupinamba de Olivença es un acto totalmente ausente de ritualización o de obligaciones entre los parientes del novio y de la novia. El matrimonio se efectúa a través de la cohabitación del esposo y de la esposa, que construyen una casa y abren una roza. La fundación de una zona residencial o un lugar es central para las dinámicas sociales, particularmente para las relaciones políticas locales. Los criterios que llevan a alguien a ser visto como liderazgo en la comunidad están relacionados al hecho de ser o no fundador de un lugar, además de su capacidad de atraer a su casa a los hijos y sus respectivas familias.
Los líderes orientados más específicamente a las relaciones de los Tupinambá de Olivenza con el Estado se forman a partir de lógicas que combinan la elección de líderes más jóvenes y aquellos que conocen mejor la historia del pueblo, como los mayores. El hecho de que las jóvenes mujeres indígenas hayan vivido un cierto tiempo en la ciudad y, más recientemente, tener más acceso al sistema educativo han hecho que algunas asuman papeles de liderazgo. Mundiales de conocimiento y capacidad de transitar entre los lugares y la ciudad, en 1997, las mujeres tupinambá comenzaron a involucrarse con el desafío de ser de intermediarias en las relaciones con el Estado. El primer liderazgo elegido en 2002 por los Tupinambá de Olivenza fue justamente una mujer.

Cultura del cuerpo y las personas
Los vínculos entre el bebé y la madre son muy apreciados. Las prácticas en torno al parto realzan el estrechamiento del cuerpo de la madre y del recién nacido. Los términos usados ​​para describir la placenta se fundamentan en la noción de un cuerpo común a la madre y al hijo: "compañera del niño", "pedazos de persona" y "resto de la mujer con el niño".
La placenta puede ser enterrada en las afueras de la casa, pero debe serla muy hondo. Se dice que se entierra "para no dejar a la boca" y "para bicho no cargar". Entre los animales que circundan la casa, los más temidos son los pollos porque están generalmente asociados al acto de esparcir, disipar o extenderse.
El período del "resguardo" es uno de los momentos cruciales en la constitución y consolidación de lazos entre casas de un mismo lugar por medio de las mujeres. De hecho, la mujer que más comúnmente asume la posición temporal de la madre que queda en "resguardo" es la suegra (abuela paterna de los niños), pues lo más frecuente es que la pareja resida junto a la casa de los padres del esposo. La sustitución temporal de una madre en estos casos significa asumir prácticas asociadas al cuidado de los niños y su alimentación. Ahora bien, cuando las sogras sustituyen a sus nueras en las tareas de la casa, no cumplen ninguna tarea de cooperación que esté prevista en la relación entre las diversas casas de un lugar. De hecho, desde el punto de vista de los niños, si el cuidado prestado en estas tareas se vuelve sistemático, las abuelas pueden transformarse en madres propiamente dichas.
La valoración de la práctica de "dar sustento" a la constitución de los lazos sociales entre padres e hijos es, en el caso de los Tupinambá de Olivenza, tan intensa que puede incluso sustituir el vínculo primordial entre la progenitora y el recién nacido. La casa donde vive el niño y el lugar donde se constituye como persona son dimensiones estructurantes de la vida social. Cuando, por ejemplo, hay una separación conyugal, la decisión sobre la custodia del niño tiende para que ella quede viviendo en su lugar de origen. Así, en la mayoría de los casos, el niño residirá con el padre y sus parientes de línea paterna (abuela y tías más a menudo).
Entre los cuidados que involucran la formación de la persona tupinambá, aquellos ligados a los hábitos alimentarios ganan particular destaque. El beso y la bebida fermentada de aipim llamada "giraba" son los alimentos que más condensan esos significados. Los Tupinambá dicen que la guirnalda es una bebida particularmente adecuada a la nutrición del bebé, porque es un alimento que "hace" de los bebés caboclos. La mayoría de las personas que se alimentan de la leche materna y de la leche materna, no se sienten como si estuvieran en el mismo lugar. que es un hábito muy particular que se encuentra en pocos contextos amerindios, pero que era curiosamente referido por los cronistas del siglo 16 y 17. Dice que los Tupinambá, habitantes de la costa atlántica en ese período, preferían "beber el cauim amornado y la primera cosa que hacía [las mujeres] era un pequeño fuego alrededor de los potes de barro para calentar la bebida "(Jean de Léry, 1578).
La madurez femenina involucra muchos aspectos, y está también asociada a la movilidad entre los lugares o entre el área de la Mata y la ciudad. Las niñas, muchas veces, salen de la Mata y van a la ciudad y otras van a vivir con sus maridos en otros lugares. Independientemente del modo en que el noviazgo comenzó, por lo general se dice que comenzó cuando el muchacho fue a buscar a una mujer. Los muchachos, a su vez, ejercen "trabajo de ganancia" en la granja y, generalmente, para conseguirlo tienen que dejar la casa de los padres (al menos temporalmente).

Actividades productivas
Los Tupinambá de Olivenza producen una enorme variedad de alimentos a partir de varios tipos de mandioca. Se destaca la importancia de la producción de harina de mandioca, del beso y de la "giraba" (bebida fermentada) para la vida social y también para la subsistencia de los Tupinambá.
El sistema de plantación entre los Tupinambá de Olivenza es el de la agricultura de coivara que implica el derribado y quema de la mata, en la limpieza del terreno y luego en la plantación.
Además de la agricultura, otra actividad importante para la subsistencia de los Tupinambá es la pesca realizada predominantemente en los ríos y en las áreas de brezo (entre ríos y el mar).
La pesca con trampas y pequeñas redes como el jererê es muy utilizada y ampliamente apreciada por los Tupinambá de Olivenza. El jererê es normalmente confeccionado por las mujeres, consistente en una pequeña red sostenida por un marco de vara de embrague con forma cilíndrica.
Para pescar con este instrumento, los indios tienen que entrar en el río y sumergirse dentro de agua cuando avisan a un pez, para aprisionarlo en la red. Esta es una técnica adecuada para el período en que el río está "seco". Son principalmente las mujeres que pescan con jererê.
La trampa hecha con "tapado" corresponde a la construcción de una represa en áreas de rápidos, con el objetivo de dirigir el paso de los peces más grandes a un solo lugar. En este pasaje se coloca una trampa hecha de varas trenzadas con cipó, llamada de Jiqui. Los Tupinambá de Olivenza también hacen tapas de piedra en áreas donde el río tiene más fuerza o incluso en cascadas, como en los ríos Santaninha y Una, o incluso en cascadas. Las tapas se colocan principalmente en el período de lluvias y en el verano, cuando el río está más lleno y agitado, pues los peces sólo quedarán atrapados en el jiqui cuando vienen con la corriente. Hay, sin embargo, otra técnica de "tapado", hecha con paja, que se utiliza en río "liso", sin cascada. La pesca en el río, a su vez, se complementa con la pesca en el mar y la recolección de crustáceos en el manglar. Para los Tupinambá que habitan en las áreas cercanas a la costa, la pesca en el mar es una actividad importante que siempre se complementa con otras. La recolección de crustáceos en el manglar es fundamental para todos los Tupinambá. La recolección de cangrejo es una actividad estacional, realizada sólo entre los meses de enero y abril. Este período es denominado por los Tupinambá de "andada". El término describe el período en que los cangrejos salen debajo de la tierra y andan en la superficie. Los Tupinambá no les gusta enterrar las manos en el lodo y coger los cangrejos, es por eso que esperan el período de la "caminada". Como es sólo en este período que los indios van al manglar, también lo llaman "fecha del cangrejo". Es en este momento que "los cangrejos se quedan en la euforia", como dicen algunos indios. A través del calendario de la luna, los Tupinambá saben los hábitos de los principales crustáceos que viven en el manglar: una luna antes de la "caminada del cangrejo", quien anda es el guaiamum macho; una luna llena antes de la "caminada del cangrejo", camina el guaiamum femenino ("caminada de la pata choca"). Cuando está trenzando, el cangrejo sale del agujero para aparearse. Estas actividades no son y nunca fueron practicadas por los Tupinambá con fines comerciales.
La caza es practicada por los Tupinambá en todas las localidades de su territorio, pero predomina en aquellas donde hay mayor extensión de bosque en fase de regeneración y donde el acceso a la selva no es impedido por los granjeros. La caza es una actividad exclusivamente masculina y el conocimiento técnico asociado es compartido tanto por las generaciones más viejas como por las más jóvenes. Estas técnicas tradicionales presuponen conocimientos sobre el comportamiento de los animales e implican en relaciones específicas entre el cazador y la caza.
La recolección de piaçaba es la actividad extractivista más importante entre los Tupinambá de Olivença. De acuerdo con documentos del período colonial e imperial, la recolección de la piaçaba fue una de las primeras actividades desempeñadas con el objetivo de canje. Lo que hoy es recogido por los Tupinambá y valorado en el mercado regional son las fibras de piaçaba. Estas fibras se utilizan para la fabricación de escobas de uso casero e industrial. En el siglo 19, eran usadas como cuerdas para amarrar de los barcos.
Para ese pueblo, la fibra es el principal elemento aprovechado de la piaçaba. Su producción artesanal está vinculada, sobre todo, a ese recurso. Los Tupinambá producen varios artefactos, tales como objetos decorativos, utensilios de caza y pesca, utensilios domésticos, como cribas, pilas, esteras, cassettes, cestos, flechas, lanzas, arapucas, lazos, jiqui, además de cocares, collares, cangas y adornos . Las semillas de color y colorantes extraídos de las plantas son importantes para la fabricación de muchos de estos objetos.
Es de especial relevancia el hecho de que las relaciones socioeconómicas entre los Tupinambá de Olivenza y la sociedad circundante implican e implicaron siempre el uso de sus conocimientos tradicionales: la extracción de la piaçaba, la producción de harina de mandioca, el cultivo de rozas y la fabricación de pequeños artefactos. La harina de mandioca hecha por los indios es bastante valorada en el comercio de Ilhéus y, hasta hoy en la región, se reconoce su especialización técnica en la recolección de piaçaba
.
Prácticas rituales y fiestas
Las fiestas tradicionales de los indios de Olivenza están bastante asociadas a rituales católicos y constituyen momentos de particular importancia para la constitución y consolidación de lazos entre habitantes de varias localidades.
Mástil de San Sebastián en la plaza de la villa de Olivenza. Foto: Susana Viegas, 2005.
La Fiesta del Divino Espíritu Santo realizada a finales del mes de mayo es un momento especial de reunión entre las personas que viven en la Mata y en la villa de Olivenza. La Fiesta de la Tumbada del Mástil o Fiesta de San Sebastián, que se realiza todo el segundo fin de semana de enero, ha ganado en los últimos años un papel más relevante en las relaciones sociales en la villa. La Fiesta de San Sebastián también se realiza en la aldea tupinambá de la Serra do Padeiro, pero presenta tradiciones diferentes.
En la Fiesta del Divino Espíritu Santo, la bandera del Espíritu Santo circula durante un mes por todas las localidades de la Mata. Los "romeros", que cargan la bandera, visitan las casas y cuando la bandera sale de la villa a la Mata se dice que ella "entró al bosque". En ciertas localidades los "romeros" llevan consigo a personas de las casas visitadas, que los siguen en otras visitas. Cuando se oye el tambor, instrumento que anuncia la llegada de la bandera en una casa, los vecinos de los alrededores se acercan. La fiesta propicia momentos de sociabilidad entre los vecinos, así como encuentros entre las personas de la villa y de la Mata. En el cierre de la fiesta, por ejemplo, una misa se realiza en la iglesia de Olivenza, reuniendo indios de diversas localidades. Aquellos que vienen de la Mata pernoctan en casas de parientes. La memoria de esta visita a la villa es recordada por los Tupinambá que viven en la Mata con frecuencia a lo largo del año.
En la Fiesta de la Tirada del Mástil, son los habitantes de la villa que más se destacan. Uno de los grupos centrales de la fiesta son los "machaderos", elegidos anualmente. Quince días antes de la fiesta, tienen el papel de "marcar el palo", es decir, dirigirse al área del "matorral" (a unos tres kilómetros de la villa) y elegir los troncos que serán utilizados para la fabricación del mástil y el "mastín", el mástil de los niños. Además, "marcar el palo" implica en extraer parte del casco del árbol para promesas hechas a San Sebastián. También se usa el casco para hacer un té que "da suerte".
En el día de la fiesta, el alba es a las cinco de la mañana y se inicia con la campana de la iglesia. El encuentro para la salida al monte es en la Plaza Cláudio Magalhães. Las personas se alinean frente a la campana de la fiesta - una campana de bronce grisáceo, envejecido, pero pujante, que queda colgado por una cuerda en el tronco y es transportado por dos personas. En el bosque, el tronco es cortado en un ambiente de enorme animación, con muchas conversaciones entre los conocidos y los vecinos de Olivenza, que a menudo son compañeros de fiesta. El corte del tronco es rápido y su caída provoca mucha agitación. Los hombres se acercan y algunos, usando el machete, lo pelan. Parte del casco es aprovechada por los regalos para hacer té, para protección o promesa. El resto se retira y se deja en el suelo. El objetivo es hacer el tronco más liso para rodar con menos dificultad cuando se arrastra. En la parte delantera del tronco se inicia otro trabajo: apertura de un orificio donde será atada una cuerda. Levantar el tronco del suelo es quizás una de las tareas más complicadas y arduas.
En la salida del bosque, los niños van al frente, tirando del "mareo". El mástil es tirado por todos los presentes. Entonces se oye gritar "ahora", "junten la cuerda", "adelante", "paren" - palabras de orden y coordinación entre los que sostienen y arrastran la cuerda. Cuando se inicia el descenso se canta bien alto "Ayudar, dar", "ayuno, dan dan" y con eso se gana ánimo para tirar del mástil. Después de la pausa para el almuerzo, los transportistas de la campana entran por la playa. Los muchachos con el mareo corren hacia el mar y se sumergen junto al tronco. Muchos se sienten encima de él para traer "suerte" y, a veces, los bebés se colocan durante instantes encima del mástil con el mismo propósito.

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