La agricultura kayapó: ejemplo de manejo sustentable de los ecosistemas de bosque
En las regiones boscosas tropicales de América del Sur la elección de la fundación de una comunidad reposa menos sobre las posibilidades de transporte que sobre los factores ecológicos. Llama la atención que los kayapó elijan alejarse de los ríos a pesar que éstos ofrecen, además de una mayor cantidad de peces, grandes concentraciones de todos los tipos de animales y una mayor fertilidad, debido a los sedimentos que arrastran.
En las regiones boscosas tropicales de América del Sur la elección de la fundación de una comunidad reposa menos sobre las posibilidades de transporte que sobre los factores ecológicos. Llama la atención que los kayapó elijan alejarse de los ríos a pesar que éstos ofrecen, además de una mayor cantidad de peces, grandes concentraciones de todos los tipos de animales y una mayor fertilidad, debido a los sedimentos que arrastran.
Los ríos mayores traen enormes cantidades de sedimento fértil. Cuando los cursos de agua desbordan, una gran parte de ese sedimento es depositado sobre los terrenos temporariamente inundados. Como consecuencia, las grandes porciones de selva ubicadas en los márgenes de los ríos se transforman en zonas más fértiles. Allí, los campos de cultivo presentan un mayor rendimiento y es posible encontrar una mayor cantidad de plantas y de árboles frutales. Muchas especies de animales consumen esas frutas, que son la base de su alimentación siendo atraídas hacia esas regiones. En términos generales, por lo tanto, la vida a lo largo de los ríos importantes ofrece al mismo tiempo muchas posibilidades de caza y de pesca, además de un buen rendimiento agrícola .
Podemos, entonces, preguntarnos por qué las comunidades “de la selva”, como los kayapó, se retiran hasta el curso superior de los ríos menores y habitan tan distantes de las regiones más fértiles. Seguramente una razón importante es que es por los ríos que llegan los "criollos" que buscan apoderarse de sus tierras. ¿Sin embargo, uno se pregunta cómo esos grupos logran, hasta la actualidad, proveerse de las especies alimenticias necesarias para lograr su equilibrio físico en esos ecosistemas alejados de los ríos?
Podemos, entonces, preguntarnos por qué las comunidades “de la selva”, como los kayapó, se retiran hasta el curso superior de los ríos menores y habitan tan distantes de las regiones más fértiles. Seguramente una razón importante es que es por los ríos que llegan los "criollos" que buscan apoderarse de sus tierras. ¿Sin embargo, uno se pregunta cómo esos grupos logran, hasta la actualidad, proveerse de las especies alimenticias necesarias para lograr su equilibrio físico en esos ecosistemas alejados de los ríos?
Tradicionalmente, la economía de los kayapó se basa en una práctica agrícola denominada coivara (régimen agrícola rudimentario tradicional de algunas comunidades y secundariamente la caza. Se inicia con siembra luego del desmonte del bosque nativo, seguido por la quema de la vegetación. La siembra se intercala con varias especies -rotación de especies- durante 3 años. La característica extremamente rudimentaria de esta técnica agrícola lleva al rápido agotamiento del suelo, logrando que las tierras necesiten descansar entre tres y doce años así como causando el desmonte de grandes áreas de bosque). La sociedad presenta un reparto de las tareas basada en la división sexual del trabajo.
Son especialmente las mujeres las que producen la cantidad necesaria de alimentos calóricos. Los campos de cultivo, sembrados en un radio medio de cuatro a seis kilómetros de la aldea, son administradas por ellas. Cada familia posee sus propios campos de cultivo, en donde se siembra, sobre todo, la papa dulce o batata, el maíz, la caña de azúcar, las bananas y la mandioca, extremadamente ricas en calorías. Algunas frutas tropicales, el algodón y el tabaco también son parte de los cultivos.
Los kayapó son exigentes en la selección de las tierras potencialmente fértiles: el oasis ideal debe conformar una porción de selva con una vegetación no muy densa, ubicada a una relativamente corta distancia de un río y situada al pie de las colinas. Los kayapó distinguen entre los diferentes tipos de terrenos y de bosques. La elección de un lugar conveniente para establecer una nueva aldea o campo de cultivo no se decide precipitadamente. Los especialistas examinan cuidadosamente la tierra, su color y composición. La vegetación existente se toma también en consideración.
Los hombres tienen la dura tarea de cortar árboles para abrir los campos de cultivo. Los árboles son derribados hacia el inicio de la estación seca (mayo) y permanecen allí por algunos meses, hasta el momento en el que acerca la estación lluviosa. La composición del suelo constituye un gran problema en la selva ecuatorial dado que es extremadamente pobre en minerales. Es por ello que, al aproximarse octubre, los kayapó queman los árboles cuya madera ya está seca. Los minerales que en ellas se concentran permanecen dentro de las cenizas, conformando una capa pasible de ser utilizada como abono. Luego de la quema, las mujeres inician la siembra. Se cultivan muchas variedades de plantas en círculos concéntricos. Ese manera mixta de sembrar presenta un cierto número de ventajas; por ejemplo, las plantas de hojas grandes protegen el suelo de las lluvias torrenciales así como del resecamiento, de la misma manera, otras plantas más altas protegen el suelo del sol abrasador. Algunas siembras se relacionan asimismo con el combate contra los insectos. En los alrededores del campo de cultivo se siembran, generalmente, plantas medicinales. Muchas de esas plantas producen un néctar que atrae una cierta especie de hormigas agresivas, enemigas naturales de los insectos fitofaguitos. Por más que parezca desordenado, el campo de cultivo kayapó esta organizado desde una lógica extremadamente estructurada.
Las mujeres se dirigen todos los días al campo de cultivo para recoger las legumb0res. La vida de una mujer kayapó es un tanto monótona. Pero algunas veces por año, generalmente en la estación seca, pequeños grupos de mujeres se adentran en la selva para juntar frutas salvajes y aceite de palmera. Las excursiones más cortas se extienden por dos días, las mas largas por una semana. Las mujeres, de hecho, nunca se alejan de la aldea, permaneciendo dentro de un radio de casi treinta kilómetros en torno a la misma, territorio con el cual están más familiarizadas y que constantemente es atravesado por cazadores.
La vida de los hombres kayapó se caracteriza por una excepcional movilidad. La mayor parte de las actividades de los hombres se realizan fuera del hogar: la caza, la pesca, las caminatas, la fabricación de los objetos y herramientas, o simplemente la conversación en la casa de los hombres. Como son especialmente las mujeres las que se ocupan del trabajo de los campos de cultivo, la preparación de los alimentos y la educación de los niños, los hombres no se sienten obligados a realizar deberes domésticos dentro de la aldea. Ellos pasan, de hecho, una buena parte de sus días en la selva con el objetivo de cazar y pescar.
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