Origen del agua en nuestro planeta
Es muy difícil
reconstruir las secuencias de eventos que dieron lugar a la evolución del planeta Tierra, y en particular a los cambios en el ámbito hidrosférico.
El registro geológico nos presenta una información
fragmentaria. Las dimensiones y forma de los océanos cambiaron. Hubo épocas en
que parte del agua permaneció congelada en las zonas más frías (épocas
glaciares) descendiendo el nivel y extensión de los océanos, y otras en que
todo el hielo se fundió subiendo el mar a sus niveles máximos.
Las formas de los continentes, y por ende de las cubetas
oceánicas también variaron. Algunos continentes se dividieron, los fragmentos,
así formados, migraron lentamente y, en ciertos casos, se fusionaron con otros
fragmentos dando lugar a nuevas masas continentales de contornos diferentes.
Concomitantemente, cambiaron de forma los océanos. Algunas depresiones
oceánicas, como el océano Atlántico, se establecieron en tiempos geológicos
relativamente recientes (hace unos 100 millones de años). Otros son mucho más
antiguos, como por ejemplo, el océano Pacífico, cuya génesis es incierta.
Durante los miles de millones de años transcurridos, las
aguas oceánicas recibieron enormes volúmenes de sales, hasta estabilizarse en
forma relativa en la composición actual. Parte de estas sales fueron
inmovilizadas y sepultadas en el fondo del mar por mucho tiempo. Algunas
reaparecieron en las nuevas montañas formadas en las márgenes orogenéticas de
los continentes.
También desde el principio, las aguas subterráneas
estuvieron expuestas a las fuentes de calor interiores del planeta. Estas
últimas, relacionadas con cambios de fases minerales en la base de la corteza o de origen radiactivo, fueron un factor principal en
la dinámica terrestre. Gran parte de los procesos geológicos de la corteza se
dieron en presencia de agua. El agua líquida o gaseosa se introduce por las
fisuras arrastrando solutos variados que finalmente van a cristalizar bajo la
forma de minerales. Una gran parte de los minerales de las rocas se originan de
esa forma (por ejemplo, los feldespatos y el cuarzo). Estos procesos de
mineralización son llamados hidrotermales (cuando se dan en presencia de agua
líquida) o neumatolíticos (cuando ocurren debido a la acción del vapor). Estos fenòmenos también ocurren en presencia de otros fluidos, como por ejemplo, el gas natural (metano).
Muchas rocas se originan en estos ambientes: la mayor parte de las rocas metamórficas, las migmatitas, casi todas las rocas filonianas y otras. De igual modo, el registro mineralógico incluye numerosos minerales hidratados originados en ambientes acuosos subterráneos, como las micas, los anfíboles, las arcillas y los yesos.
Muchas rocas se originan en estos ambientes: la mayor parte de las rocas metamórficas, las migmatitas, casi todas las rocas filonianas y otras. De igual modo, el registro mineralógico incluye numerosos minerales hidratados originados en ambientes acuosos subterráneos, como las micas, los anfíboles, las arcillas y los yesos.
Los fenómenos volcánicos también se deben a la presencia de
agua. Una de las principales causas de las erupciones es la vaporización del
agua caliente al descender la presión que la mantenía en estado líquido. Las
“burbujas” de vapor liberadas del agua en ebullición son el “pistón” que empuja
las lavas y clastos volcánicos a lo largo de fracturas y chimeneas, y termina
derramándolas en el exterior. A la vez, la mezcla de agua líquida y gaseosa,
tiene un efecto lubricante que facilita el flujo de las lavas. De no ser así,
éstas, cuya viscosidad es muy elevada, no podrían escurrirse por los estrechos conductos
de efusión. Las grandes columnas de “humo” que salen de los cráteres
volcánicos, están sobre todo formadas por vapor de agua emitido durante los
procesos efusivos. Del mismo modo, los géyseres y fumarolas, tan frecuentes en
las zonas volcánicas, incluyen principalmente eyecciones acuosas
calientes.
El agua es también el factor principal en la génesis de las
rocas sedimentarias. Con muy pocas excepciones, los sedimentos se forman debido
al arrastre de las partículas y materiales por las corrientes de agua líquida
(ríos, corrientes marinas y lacustres, etc.) o sólida (glaciares).
Cuando los sedimentos son sepultados, sufren procesos de
compactación y deshidratación. Parte del agua, sometida a condiciones de
elevadas presiones y temperaturas, migra fuera de los sedimentos, reduciendo el
contenido hídrico de los mismos.
A pesar de ello, el material sedimentario retiene un
contenido importante de agua, parte del cual puede incorporarse a los nuevos
minerales que se forman durante los procesos diagenéticos.
Como se ve, el agua juega un rol fundamental en
la dinámica de la corteza terrestre y en la formación de las rocas. No sólo es
el agua el factor central en el ciclo hidrológico, sino también lo es en el
ciclo petrogenético.
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