La ocupación del
continente sudamericano por los tupi-guaranìes
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Es muy probable que las naciones tupí-guaraníes se relacionen a las culturas caribes de las costas caribeñas. Al igual que los tupí-guaraní, los caribes eran pueblos migratorios, practicaban la 'opofagia ritual y desarrollaron sus principales migraciones aproximadamente al mismo tipo que los tupí-guaraníes y en ambos casos corriendo al sustrato arawak más antiguo. De acuerdo a indicios lingüísticos la palabra caribe podría estar relacionada con la voz guaraní: caraí que quiere decir "el más sabio" o profeta una demostración más de ese parentesco. El resultado final de las migraciones tupí-guaraní fue su ubicación general con éxito en casi toda la región de bosques del continente, durante varios siglos.
Cuando los españoles y portugueses invadieron el continente
americano, se encontraron con una gran cantidad de parcialidades tupí y guaraní
que hablaban numerosos dialectos bastante semejantes (tal vez debido a lo
reciente de la migración), cuya dominación militar no resultó fácil. Muchas de
las selvas más tupidas del territorio del Paraguay estaban pobladas por los
pueblos guayakí, cazadores y recolectores que practicaban una agricultura
itinerante, tenían costumbres semi-nómades y vivían en grupos reducidos,
alojados en pequeños refugios de enramadas temporarias. En la costa del Brasil
estaban los tupinambá que eran mucho más numerosos y organizados, habitando en
aldeas más amplias que incluían grandes viviendas donde se alojaban las
familias extendidas: las malocas. En el río Madeira estaban los kawahiwa; en el Solimoes los yuricagua; en los ríos Marañón y
Ucayali, los omagua y cocama; en el Mamoré los guarayos; en el delta del Paraná, los carios; en el alto Paraguay los kaiová y a lo largo de los ríos Uruguay
y Paraná los m'byá y los ava-chiripá. Al igual que los arawak,
que los habían precedido en los territorios sudamericanos tropicales, los
tupi-guaraníes, también eran conocedores de selvas, ríos y humedales,
excelentes canoeros que se manejaban con gran eficacia, tanto en sus relaciones
con el ambiente natural, como con las naciones vecinas. Durante sus migraciones
habían desarrollado el mito de una zona ideal que debían buscar: "la
tierra sin mal" o "del abuelo". Los tupí-guaraní, al igual que
los caribes eran antropófagos. Hay múltiples referencias a esta costumbre.
Pedro Martín de Anglería relata así la muerte de Solís y sus compañeros en mano
de los guaraníes en la zona de Colonia (Uruguay): "Ya navegaba a espaldas de la Cabeza del Dragón ( ...) cuando se
encontró con los malvados y antropófagos carives* ( ...). Estos, cual astutas
zorras, parecía que les hacías señales de paz, pero en su interior se
linsonjeaban con un buen convite; y cuando vieron de lejos a los huéspedes,
comenzaron a relamerse cual rufianes. Desembarcó el desdichado Solís con tantos
compañeros como habían en el gote de la nave mayor. Saltó entonces de su
emboscada una gran multitud de indígenas y a palos les mataron a todos a la
vista de sus compañeros, y apoderándose del bote, en un momento le hicieron
pedazos: no escapó ninguno. Una vez muertos y cortados en trozos, en la misma
playa, viendo sus compañeros el horrendo espectáculo desde el mar, los
aderezaron para el festín; los demás espantados de aquel atroz ejemplo no se
atrevieron a desembarcar y pensaron en vengar a su capitán y compañeros y
abandonaron aquellas playas crueles". Hay abundantes referencias de actos de
antropofagia en los pueblos tupí-guaraní como por ejemplo la descripciones de
Jean de Léry en ciertos grupos tupinambá y de Antonio Pigafettar en los
guaraní. La antropofagia entre los tupí-guaraní era un componente cultural,
complejo y prolongado que se practicaba con los detenidos de guerra de naciones
enemigas vecinas. El prisionero era adjudicado a una mujer del grupo
(generalmente una mujer de alto rango), quien se responsabilizaba por
aumentarlo y complacerle. Luego de un cierto tiempo, se tomaba la decisión de
sacrificarlo, lo cual se hacía dentro de un ritual elaborado que terminaba con
la muerte y luego el cuerpo era luego comido por los miembros del grupo. La
causa de la antropofagia entre los tupí-guaraní, sería la de asegurar el
enriquecimiento genético del grupo (lo cual explicaría que se le adjudicara una
mujer a los hombres durante el tiempo de su cautiverio). Otras posibles causas,
serían las de lograr un incremento de proteínas en la dieta del núcleo y las
creencias acerca del poder mágico y sobrenatural de la carne humana. El
prisionero en general se contentaba con su suerte y durante su estadía era
tratado benévolamente y agasajado. Los tupí-guaraní tenían una visión
dialéctica de los conceptos de amigo y enemigo. En la lengua tupí una palabra
representaba gráficamente esta relación antitética: tovajara, que quería decir: "amigo y enemigo a la vez" .
En todo caso, no corresponde juzgar las creencias y costumbres de los
tupí-guaraní por los cánones de la sociedad urbana contemporánea. La
antropofagia ritual cumplía fines específicos y en ese sentido se había
mantenido como una práctica común en muchos pueblos del continente. Se hacía en
forma natural con un alto contenido religioso, reduciendo los sufrimientos de
los cautivos al mínimo. Los primeros cronistas europeos y muchos historia-dores
se han horrorizado de este acto de los tupí-guaraní. Sin embargo, basta
compararlo con las masacres de millones de indígenas perpetradas por los
españoles en las islas del Caribe a principios del siglo XVI, y por los
portugueses a las primeras naciones del Brasil.
Los tupinambá
Al irrumpir los europeos, esta nación era una de las etnias
tupí-guaraníes más grandes del continente. Estaban localizados en la costa
oriental de Brasil, desde la desembocadura del Amazonas a la zona de Porto
Alegre. Su población total probablemente alcanzaba a más de un millón de
personas. Vivían en grandes aldeas, de varios cientos a cerca de dos mil
habitantes, constituidas por malucas y rodeadas de empalizadas. La instalación
de los portugueses determinó su esclavización generalizada y sus números
decrecieron dramáticamente. Sin embargo, muchos tupinambá se retiraron al
interior del continente conformando nuevas aldeas o integrándose a pueblos ya
existentes. La historia de los "quilombos"* tupíes todavía no se ha
escrito, pero existen indicios, que una parte importante de la cultura
brasilera actual es el resultado de su influencia.
Las lenguas tupi-guaraníes
Se conocen aproximadamente 50 dialectos tupís principales,
divididos en varias familias lingüísticas: el tupí-guaraní propiamente dicho*,
el arara, el arikem, el amé, el guarategaya' el kuruaya, el manitsawá, el juruna, el mondé, el puruborá y
otros insuficientement catalogados. La lengua ancestral de los tupí-guaraníes
(tupí antiguo o avañeengá)
relacionada con los varios dialectos de los tupinambá derivó en dos dialectos
principales: el ñeengatú de la región
norte que se transformó en la lingua franca (lingua geral del Brasil) y la
lengua avañeé hablada en el sur, del
cual surgieron los varios dialectos tribales (m'bya guaraní, guaraní kaiová, ava-chiripá guaraní ñandeva emparentado
con el guaraní de los chiriguanos), el guaraní misionero desaparecido) y el
guaraní "standard" que hoy se habla en la sociedad criolla del
Paraguay
Los sistemas
productivos
Los tupí-guaraníes, al igual que los arawaks, eran
agricultores de mandioca, batatas, maíz porotos y maní, canoeros y pescadores
fluviales y costeros, cazadores y recolectores, organizados en aldeas
protegidas por empalizadas para defenderse de sus enemigos. Los sistemas
productivos eran complejos y permitían manejar los ecosistemas forestales y
fluviales, forma sostenible a través de sofisticados sistemas de apertura y
abandono selectivo de conucos.
Cosmovisión
tupí-guaraní
La cultura tupí-guaraní se basaba en la búsqueda de un
paraíso milenario, el yvy maraey, la "tierra sin
mal", donde se podrían encontrar juventud y felicidad eterna. Seguramente
este mito fue el principal sustento ideológico que facilitó sus empujes
migratorios, que todavía se producen en el día de hoy. El etnógrafo Curt
Nimuendajú, encontr ó un grupo de guaraníes del Paraguay que peregrinando,
llegaron a la costa atlántica del estado de Sao Paulo, concluyendo que la
tierra sin mal debería encontrarse allende los mares y señalan por ello su gran
desilusión. En tiempos recientes grupos m'biá guaraníes llegaron a Uruguay con
el objetivo de descubrir esa tierra sin mal, que pensaban, podría encontrarse
en España. Finalmente permanecieron en el Uruguay, en donde instalaron varios
arios. El grupo guaraní más austral contemporáneo estuvo por más de una década
en Montevideo, a orillas del río Santa Lucía.
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