A pesar de
las afirmaciones de los folletos turísticos que expresan con orgullo que la
República Argentina está poblada por blancos y europeos, que hay muy pocos
“indios”, y que los mestizos son minoría, la realidad es muy diferente.
La contribución
de las naciones autóctonas a la composición étnica del país ha sido muy
importante en la mayor parte de las provincias.
La región
noroccidental (Salta, Jujuy, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca y
Tucumán) ha recibido una influencia muy grande de las culturas nativas locales.
Cuando
llegaron los españoles a esta zona de América, los quechua y los colla-
aymara constituían sociedades complejas,
con una rica historia y tradiciones bien establecidas. Los colonizadores
establecieron sistemas semi-esclavistas en que se obligaba a los individuos al
trabajo forzado en las minas o al servicio de un “encomendero”.
En esas
condiciones, se produjo un fuerte mestizaje, dando lugar a la aparición de una
población criolla compuesta por mezclas variadas de nativos con los señores de
origen español que controlaban sus vidas. Muchos mestizos adoptaron actitudes y
comportamientos europeizantes y prefirieron conservar el apellido de sus padres
españoles, porque ello significaba un mejor status en la sociedad colonial.
En los
hechos, las principales familias “aristocráticas” del noroeste de Argentina
están constituidos por troncos mestizos en donde la componente indígena es
notoriamente dominante, genéticamente, frente a la europea. En el resto de la
población la proporción genética aborigen es aún mayor.
En las
provincias del noreste, Misiones, Corrientes, noreste de Formosa, el mestizaje
tuvo lugar con la población autóctona guaraní. Los habitantes criollos de estas
provincias están también fuertemente mestizados, no sólo desde el punto de
vista biológico, sino también cultural. Es de hacer notar que en Corrientes,
Misiones y este de Formosa el guaraní se habla habitualmente junto con el
español, y que el Paraguay, país limítrofe con estas provincias es una nación
totalmente bilingüe español- guaraní.
En las
provincias del suroeste y centrales se destaca el mestizaje mapuche y pampa. En
Neuquén, la Pampa, Río Negro, San Luis y Suroeste de Buenos Aires, las
poblaciones y estados nativos mapuches y pampas fueron conquistados recién en
las décadas de 1870 y 1880. Si bien originalmente, la mayor parte de las
comunidades fueron desplazadas a tierras periféricas de baja productividad, en
los años sucesivos generaron una corriente migratoria hacia los nuevos pueblos
y ciudades constituyendo en la actualidad un importante aporte a la composición
étnica de la población de los mismos.
Estas
influencias fueron también importantes en Mendoza, San Juan y en las provincias
centrales (Córdoba y Santa Fe). Incluso en las zonas más europeizadas, como el
norte de Buenos Aires y Entre Ríos, los aportes étnicos nativos, aunque
minoritarios, son también claramente visibles.
La región
metropolitana de Buenos Aires, y en menor grado las áreas conurbadas de Rosario
y Córdoba, fueron focos de destino de muchos inmigrantes a fines del siglo XIX,
y primera mitad del siglo XX. Debido a la migración interna, que fue
intensificada debido a los procesos de industrialización y urbanización
promovidos durante el gobierno de Juan Domingo Perón y, en cierta medida, por
los gobiernos que lo sucedieron, estas ciudades también recibieron un
importante contingente proveniente de otras zonas del país.
Por esa
razón, tanto Buenos Aires, como Rosario y Córdoba se enriquecieron con un
porcentaje relativamente elevado de población mestiza, que llegó a las ciudades
con su bagaje tradicional a cuestas
modificando en gran medida las culturas de dichos núcleos urbanos.
A estos
mestizos de origen local se agregaron
durante las últimas décadas los provenientes de los países vecinos o cercanos:
Paraguay, Bolivia, Perú y Chile. La contribución demográfica de los inmigrantes
de estos países latinoamericanos fue muy importante. Los argentinos de ese
origen representan un porcentaje importante de la población total, seguramente
más del 10% a nivel nacional, alcanzando proporciones mayoritarias en ciertas
provincias limítrofes (chilenos en el sur, bolivianos en el noroeste,
paraguayos en el noreste).
A pesar de
que es posible establecer ciertos hechos muy generales, resulta difícil
determinar el porcentaje preciso de mestizaje de la
Argentina contemporánea, y aún más, definir en forma precisa como se
distribuye a lo largo y a lo ancho del país.
De todas
maneras, se puede afirmar con bastante seguridad que los mestizos de europeo y
nativo americano representan la mayoría de la población de la República.
El
estereotipo étnico oficial
Esta
aseveración no coincide con las descripciones oficiales acerca de la
composición étnica de la Argentina, supuestamente compuesta por una mayoría
aplastante de población de origen europeo.
Ello se
debe a que el país se formó a partir de la negación de todos sus elementos
indígenas. Debido a la discriminación flagrante que existía y existe en la
sociedad colonial y criolla contra los
nativos, la mayor parte de los mestizos de primera o segunda generación
prefirieron “olvidarse” de sus antepasados indígenas, renegaron de la cultura
autóctona, cambiaron sus apellidos imaginando o exagerando una historia
familiar europea que justificara su carácter no-indio ante la sociedad.
El racismo
“estructural” de la sociedad colonial continuó prácticamente incambiado en la
sociedad republicana criolla.
En la
actualidad, la auto-imagen europea está muy incorporada a la cultura argentina
y es difícil lograr que se reconozca este hecho tan sencillo como obvio, el
carácter mestizo del país.
Del libro "Los fantasmas de la memoria", D.Antón, Piriguazú Ediciones
Del libro "Los fantasmas de la memoria", D.Antón, Piriguazú Ediciones
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