martes, 14 de agosto de 2018

Replanteando la figura de José Artigas
Replanteamos la figura del Artigas que se incorpora a las luchas de la independencia a partir de 1810- 1811. 
José Artigas era un criollo marginalmente mestizo, agauchado y aindiado por 30 años de vida en la campaña, que hablaba el guaraní en forma fluída, que se sentía más a gusto al aire libre o en una humilde toldería o enramada, que desdeñaba las "comodidades" urbanas de la época, que conocía de plantas y de curaciones[1], que tocaba la guitarra y que cantaba (tal vez payaba, probablemente en guaraní), que logró la total adhesión de todas las indiadas del país (porque en gran medida, él mismo, era, al decir de C.Maggi, más indio que español). Vale la pena recordar ahora, que la compañera de Artigas en Purificación fue Melchora Cuenca (una paraguaya y por ende de habla guaraní)[2], que sus tropas gauchas estaban constituídas por indios guaraníes (como lo indica el cronista inglés Robertson en sus Cartas de Paraguay)[3], que sistemáticamente contó con el apoyo de la indiada correntina y misionera (también de habla guaraní) y que finalmente terminó sus días (en gran medida voluntariamente) en el Paraguay[4].
El "indigenismo" de Artigas ha sido notado por muchos autores. C.Maggi hace notar que en los hechos, Artigas tenía un modo de vida indio. De acuerdo a Maggi su sencillez no era pobreza, era una expresión de su cultura principal adquirida en su juventud entre los charrúas y minuanes.
Petit Muñoz en su artículo "Artigas y los indios" transcribe varios documentos interesantes, entre ellos una referencia de Larrañaga quien dijo: "tuve ocasión de tratar con los Caciques Minuanes que acompañan y aman tiernamente al Gefe de este ejército: uno de ellos comió con su muger en la mesa del General"[5] En su poesía a los charrúas, Ansina, que tenía porque saber, señala que los charrúas llaman a Artigas: "el gran cacique".
Durante la guerra contra los españoles y portugueses, los charrúas (cuyos números habían disminuído significativamente[6]) estuvieron presentes en múltiples oportunidades peleando junto a Artigas. En Purificación, se señala la presencia de 400 indios charrúas "armados con flechas y bolas"[7].
En el reparto revolucionario de tierras de 1815, los indios son incluídos entre los "privilegiados"[8]  que podrían tener acceso a suertes de estancia.
El 3 de mayo de 1815 en carta al Gobernador de Corrientes, don José de Silva, Artigas señala refiriéndose a los "infelices pueblos de Indios": "Recordemos que ellos tienen el principal derecho, y que sería una degradación vergonzosa, para nosotros, mantenerlos en aquella exclusión vergonozosa, que hasta hoy han padecido por ser Indianos..."[9].
Durante su gobierno de 1816, Artigas fomenta la colonización con indios Guaycuruses y con indios Abipones venidos de Corrientes (en donde había una cierta resistencia a tolerarlos) hasta la Banda Oriental por iniciativa de Artigas. Hay un documento muy importante (transcripto por E. Petit Muñoz, op.cit.) que demuestra los sentimientos de Artigas:
"Participo a V.S. que acaba de llegar a este Quartel Gral a demas de los Guaycuruses q.e tenemos reducidos a n.ra sociedad, más de 400 Indios Abipones con sus correspondientes familias a q.es ge podido atraher con cuatro Casiques p.r medio del principal, Dn José Benavides. No dudo q.e ellos serán muy utiles a la Prov.a y q.e todo sacrificio debe dispensarse en su obsequio consiguiendo con ello el aumento de la población, q.e es el principio de todos los bienes. Al menos este es mi propósito..."
Del mismo modo que Artigas protegió a los indios, tuvo una actitud similar con respecto a los negros. En el ejército artiguista habían (de acuerdo al mismo documento del Cap.Bartolomé Laguardia) una división de Pardos que incluía a unas 500 plazas (algunos de los cuales eran seguramente los esclavos que habían acompañado a sus amos durante la "redota".
Esta división fue seguramente acrecida con nuevas incorporaciones de escapados de los dominios de Portugal, aunque es de imaginar que los negros sufrieron serias bajas durante las batallas finales de las tropas artiguistas.
Cuando Artigas se refugió en el Paraguay lo acompañaron los remanentes de la división de Pardos (caballería de lanceros y lanceras), que se internaron en Paraguay y fueron confinados por Gaspar Rodríguez de Francia en un lugar cercano a Asunción llamado Loma Campamento.
De acuerdo a referencias orales obtenidas, el estado mayor negro de Artigas estaba compuesto por Joaquin Lenzina, más conocido como "Ansina" quien era en cierto modo el ideólogo y "shaman" de la comunidad afro-artiguista[10] y un líder militar llamado Manuel Antonio Ledesma. quien siguió liderando a la comunidad de Loma Campamento e incluso aparentemente llegó a ser elegido alcalde de la población de Yaguarón.
Los descendientes de los afro-artiguistas permanecieron en Loma Campamento, siendo conocidos como los negros de "Cambacuá" (el agujero de los negros) y ellos se autodenominaron los "Artigas Cué" (el pueblo de Artigas). Según referencias verbales muchos "Artigas Cué" participaron (y murieron) en la guerra de la triple alianza del Paraguay de López contra Brasil, Argentina y Uruguay.
En el momento actual, los Artigas Cué todavía residen en la zona de Loma Campamento de Asunción y guardan recuerdos trasmitidos de generación en generación acerca de su historia comunitaria. Los Artigas Cué todavía conservan una parte importante de su acervo religioso expresado en sus danzas de tipo "candombe" dedicadas a San Baltasar. Es probable que sea posible rescatar, a través de estos sobrevivientes de la historia artiguista, algunos elementos claves de las creencias religiosas de la comunidad afro-artiguista de principios del siglo XIX.
Imaginemos en forma más precisa lo que debió ser la capital del artiguismo. En primer lugar, Artigas no formó una ciudad "a la europea" sino una "toldería" a lo indio: el campamento de Purificación de 1816. En ella, sobre un sector del sitio estaba la indiada gaucha en sus enramadas y ranchos, a una cierta distancia los charrúas acampados en sus pirí[11], y en otro sector no muy alejado, el campamento de los negros. En la noche se escucharían los sonidos de los tambores y los cánticos llamando a los espíritus de las viejas religiones de Angola, Mozambique y Dahomey en antiguos idiomas africanos y en bozal, en el campamento gaucho se escucharía la guitarra acompañando viejas canciones en guaraní y tal vez alguna payada en castellano, y a la distancia resonarían los gritos de la indiada charrúa invocando a Zobá.
Cuando en sus famosas Instrucciones de 1813 se consagra la necesidad de promover: "la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable", Artigas está pensando en su gente. Está pensando en los charrúas "infieles" a quienes siente tan su
yos. En los negros "paganos" que lo siguieron hasta el final.
Y un último detalle, si observamos el escudo artiguista de la Banda Oriental podemos apreciar que en su cima, el emblema está coronado por plumas indígenas y que a su derecha ostenta un carcaj con sus flechas y un arco, demostrando que para Don José los infieles pampas eran un elemento básico del pueblo oriental que él imaginaba. Al final de su vida, allá en el Paraguay, Artigas tenía un perro querido. Su nombre era "Charrúa".




    [1] Hay referencias que el dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia (que nunca quiso ver personalmente a Artigas) lo hacía consultar cuando se enfermaba un pariente, "porque el viejo oriental sabe de yuyos".
    [2] Casualmente su jefatura como líder del pueblo oriental fue definida en la "Quinta de la Paraguaya", en Tres Cruces, durante el sitio de Montevideo.
    [3] Citado en "Guaraníes y paisanos" de Luis Rodolfo González y Susana Rodríguez Varese, Nuestra Raíces, 3, p.42, Montevideo, 1990.
    [4] El autor de este documento notó además un número relativamente elevado de paraguayos entre los agraciados con suertes de estancias en la distribución ordenada por el Reglamento Provisorio de la Campaña de 1815, y muchos apellidos guaraníes entre las familias que acompañaron a Artigas cuando la marcha de la "redota" (movimiento inadecuadamente conocido como "el éxodo").
    [5] P.227, op.cit.
    [6] De acuerdo a Antonio Díaz, referido por E.Petit Muñoz, op.cit. a fines de Noviembre de 1812 cuando los encontró en la costa del Santa Lucía Grande, "no tenían más que 297 hombres de armas y como 350 personas entre mugeres, niños y ancianos". O sea un total de 647 personas.
    [7] Informe del Capitán Bartolomé Laguardia, ref. en L.R.González y S.Rodríguez Varese, op.cit.
    [8] Transcribimos la celebre disposición del Reglamento Provisorio de la Campaña en su artículo 6, donde entre otras cosas se dice que se hará la distribución de tierras: "...Con prevención, que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres todos podrán ser agraciados con suerte de estancia..."
    [9] E.Petit Muñoz, op.cit.
    [10] Es bueno recordar que Ansina no era un simple "cebador de mate". Joaquín Lencina era un hombre sabio, un poeta que compuso el primer himno de la escuela pública en Purificación y una poesía muy dramática "A la tumba de Artigas" a los 95 años de edad (en 1855). Tal vez la inspiración ideológica de José Artigas no vino de ninguna mente europea o de algún criollo "iluminado y culto", sino de ese camarada de todas las horas y soldado de todas las luchas: don Joaquín Lencina, nuestro "negro" Ansina.
    [11] Piri es toldo en idioma charrúa.

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