miércoles, 15 de agosto de 2018


Pedro Arapí y Pepe Artigas

Pedro Arapí nació en el rancho de sus pedres, Juan y María, en 1758. Desde chiquito aprendió los oficios de la vida en el campo. Sabía montar, enlazar y carnear ganado, podía cruzar tropas a través de ríos caudalosos. Sabía  construirse un “pirí” en unas pocas horas y un rancho de terrón o de palo a pique en menos de una semana.
Cuando pequeño su padre le había enseñado a fabricarse un arco con varas de sauce y una lanza con una rama de lapacho.
Cuando se fue haciendo hombre comenzó a  largarse por su cuenta a las estancias vecinas para ayudar en las tareas habituales, doma de baguales, arreo de vacunos cimarrones, preparación de charque y corambre e incluso, en situaciones de peligro, colaborar en la defensa de los cascos.
Una vez, en el pueblo de Víboras, defendiendo una estancia contra un ataque de charrúas, se había visto obligado a utilizar armas de fuego que, con el paso del tiempo, pudo aprender a manejar con precisión.
Especialmente utilizaba trabucos, que eran armas que solían cargarse con una bala de plomo o perdigones por la boca del cañón. Ésta era acampanada para facilitar la carga, y además, si se usaban perdigones, dispersaba el disparo que por esa razón era más destructivo a corta distancia.
Se disparaba utilizando una llave de chispa con un martillo de pedernal que golpeaba una pieza de acero generando las chispas que encendían la pólvora. Pedro Arapí realizaba todas estas operaciones a la perfección, con rapidez y eficiencia.
Su vida en la zona del Hum habría de alterarse por una disputa que tuvo con un español de Espinillo que lo maltrató de palabra. Pedro, que era orgulloso, no pudo tolerarlo y lo retó a duelo criollo. El lance a cuchillo terminó con la muerte del español.
Desde entonces se vio obligado a alejarse de los parajesde Soriano y sus alrededores integrándose a una partida de gauderios. Éstos hombres, generalmente requeridos por las autoridades coloniales, se movían en las grandes llanuras
de pastizales de la Banda Oriental, donde se dedicaban a contrabandear ganado hacia la frontera de Portugal, o a cuerearlos en la costa para negociarlos con barcos extranjeros que llegaban con ese fin a las costas del Atlántico sur.
Esta gavilla de gauderíos, que luego se llamarían “gahuchos o gauchos” debía mantenerse alejada de las guarniciones de Maldonado y Santa Teresa desde donde operaban patrullas militares que se ocupaban de controlar las “vaquerías del mar”. 
En varias ocasiones se habían visto obligados a enfrentarse a las partidas militares que patrullaban los parajes costeros y serranos del este de la Banda Oriental.
En esos años, algunos gauderios más activos se habían apropiado de varias armas abandonadas por las milicias locales en enfrentamientos exitosos.
La situación fue haciéndose más difícil desde que el ministro de la Real Hacienda en Maldonado, Rafael Pérez del Puerto, había emprendido la tarea de poblar esas zonas desiertas promoviendo la llegada de nuevos vecinos. Así se fundó Villa de la Concepción de las Minas en 1881 y Nuestra Señora de los Remedios de Rocha en 1793.
Algunos años más tarde, con el fin de defender su subsistencia, los gauderios, que comenzaron a llamarse “gauchos”, de Arapí decidieron iniciar conversaciones con las comunidades guanoás que también habitaban dicho territorio.
Fue en el verano de 1795 que tuvieron lugar los primeros contactos. Se reunieron con otras partidas de gauchos que también arriaban y cuereaban ganado y con la toldería guanoá de Isa-Astaut para aliarse contra el enemigo común.
En uno de los grupos que participaron del encuentro
se destacaba la presencia de un español criollo de nombre Pepe Artigas, reconocido por su gran ascendencia entre los nómades de la Banda.
La reunión fue una verdadera aty.guasú. Tanto los guanoás como los gauchos se entendían en el idioma guaraní misionero que era la lingua franca de la campaña. Los grupos acamparon a orillas del río Olimar y allí permanecieron por una semana.
Se pusieron de acuerdo en que los guanoás se quedarían en la zona contigua a la Laguna Merín hasta la costa, con pasaje hacia el norte, y los gauchos acordaron transitar por los campos abiertos entre Tacuarembó y el río Yaguarón.

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