martes, 21 de agosto de 2018


Los universos olvidados
Aunque tú no los veas,  están allí.
Desde que llegas a Chontales, ellos te miran. La mayor parte de los ídolos de piedra están  muy bien escondidos entre una multitud de bloques esparcidos a lo largo de la sierra.
Son innumerables. Nadie sabe cuántos se encuentran aún erguidos a través de la superficie áspera de las montañas. Sin embargo, si tú quieres verlos a ellos, debes ir a Juigalpa. Juigalpa es la capital del departamento de Chontales en la República de Nicaragua. Es una población de algunas decenas de miles de habitantes situada en el pie de monte de la cordillera de Amerrique. Fue fundada hace unos tres siglos y desde entonces se ha transformado en el principal centro comercial del pais montañoso de Chontales. Aunque es una ciudad relativamente pequeña, se trata de un sitio muy concurriclo, con gente que transporta productos agrícolas o animales desde las quintas y ranchos cercanos, o de personas provenientes de ciudades más lejanas, como Matagalpa, Granada e incluso la capital del pais, la metropotitana ciudad de Managua.
Gregorio Aguilar
Gregorio Aguilar era chontaleño y sabía muy bien donde hallar los ídolos de piedra. Descubrió. su existencia en las montañas durante su juventud. Desde entonces dedicó gran parte de su vida a recolectarlos e instalarlos en un pequeño museo que logró construir con gran esfuerzo en el corazón de la ciudad.
Gregorio viajó a través de la Sierra con sus estudiantes de secundaria y algunos colegas, y durante poco más de una década se las ingenió para hallar muchos objetos únicos, entre ellos unas cincuenta estatuas de piedra. Algunos años más tarde, en uno de sus viajes habituales, cuando Aguilar transportaba un gran ídolo que había sido encontrado hacía un tiempo, ocurrió un accidente. De acuerdo a algunos testigos, Gregorio perdió el control de su vehículo, éste volcó, y el ídolo de piedra le cayó encima. Murió instantáneamente. Ese día, la ciudad de Juigalpa, que se preparaba para una gran fiesta, se vistió de luto. Desde entonces, el nombre de Gregorio Aguilar es pronunciado por los juigalpeños con el más profundo de los respetos. Treinta años más tarde, el Museo de Juigalpa, bautizado Gregorio Aguilar, se ha transformado en una atracción turística creciente y los ídolos de piedra son un símbolo de la ciudad. Sin embargo, se conoce muy poco de las mujeres y hombres de carne y hueso que esculpieron las figuras de piedra, del pueblo antiguo que nos acompaña, de alguna manera, cuando recorremos las anfractuosidades de la sierra.


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