martes, 21 de agosto de 2018


El Ava Tumpa y el Che
Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas ham­brientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados. La van a escribir las masas progresistas, los intelectuales honestos y bri­llantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina.
Ernesto “Che” Guevara
Por su experiencia histórica los ava guaraní de los valles de Santa Cruz, también llamados chiriguanos, saben bien que no se puede confiar en extraños.
En otra época, los ava habían expulsado a los incas de sus tierras, pero luego debieron someterse al poderío de los ejércitos españoles.
Cuando el estado boliviano quiso dominarlos, se rebelaron. De a miles acudían a pelear su última esperanza. Su jefe era el Ava Tumpa. La lucha fue sangrienta. Al fin, el 28 de enero de 1892, en Curuyuquí, el Tumpa fue derrotado y hecho prisionero. Luego de sufrir horribles torturas lo empalaron en la vía pública.A partir de ese momento mu­chos más ava guaraní fueron ejecutados o esclavizados.
Cuando Ernesto “Che” Guevara y los suyos llegaron a Bolivia pen­saban continuar la revolución latinoamericana, transformando los Andes en la Sierra Maestra del continente. El lugar escogido para establecer las primeras bases, fueron las selvas montañosas de Santa Cruz, la tierra de los ava guaraní.
Desafortunadamente, los ava no sabían quien era el Che, ni el Che sabía quiénes eran los ava.
Los ava miraban pasar a los cansados y perseguidos revoluciona­rios con aprensión y desconfianza.
Al fin, cuando Ernesto fue herido en la Quebrada del Yuro, el 8 de octubre de 1967, y luego ejecutado un día después en La Higuera, los ava guaraní no comprendieron muy bien lo que estaba pasando.
Si los ava hubieran sabido, otro hubiera sido el cantar.
El Che era en realidad un Ava Tumpa resucitado. El jefe que ofren­da su vida por los que sufren, por la justicia.
El Ava Tumpa había recorrido nuevamente las montañas y ningún chiriguano se enteró. ¡Que lástima!
Su cadáver fue arrojado a una fosa común en Valle Grande junto con varios de sus compañeros. Treinta años después se localizaron los restos, que fueron transportados a Cuba y enterrados en un mau­soleo de Santa Clara, en una plaza llamada “Ernesto Che Guevara”.
El Che Guevara, héroe de Cuba y de todo el mundo, había nacido a orillas del río Paraná, en Rosario de Santa Fe en 1928, y pasado su niñez en Altagracia, Córdoba. 
Los historiógrafos oficialistas argentinos han tratado de soslayar la personalidad del Che Guevara.
En todas partes hay monumentos a Mitre, a Sarmiento y a Roca, que no se destacaron precisamente por su respeto a los derechos humanos, pero el Che, luchador generoso y justiciero, argentino de pura cepa, permanece relegado en su propio país.
Tal vez ello sea porque el Che representa la subversión total al sis­tema de egoísmo, codicia y corrupción de la elite argentina.
Mientras el Che Guevara “cubano” es anecdótico y lejano, el Che Guevara argentino, el verdadero, el próximo, es peligroso.
El día en que sea recuperado el verdadero Che tal vez los argenti­nos estarán más cerca de rescatar su propio destino.

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