Las almas baratas de
Marañón
El Padre jesuita Antonio Vieira llegó a Marañón, Brasil, en
1652. Su vida había sido una lucha constante por la libertad de los esclavos y
la tolerancia racial y religiosa. Además del idioma portugués, hablaba el tupi
de las Primeras Naciones brasileras, el kimbundu de los esclavos africanos y varias
lenguas amazónicas. En Marañón encontró uno de los panoramas más desoladores de
explotación de los esclavos nativos. No vaciló en enfrentarse a los plantadores
y traficantes y recordarles algunos principios de la religión cristiana que
aquellos decían profesar.
“¡Que precio
diferente el Diablo compra las almas comparado a lo que ofrecía por ellas
previamente! No hay mercado en el mundo donde pueda conseguirlas más barato que
aquí en nuestra propia tierra. En los Evangelios, ofrecía todos los reinos del
mundo por un alma; en Marañón, el diablo no necesita ofrecer ni siquiera un
décima parte por todas las almas. No es necesario ofrecer mundos, ni reinos; no
es necesario ofrecer ciudades, ni pueblos, ni aldeas. Todo lo que tiene que
hacer es ofrecer un par de indios tapuya e inmediatamente es adorado de
rodillas. ¡Que mercado barato! ¡Un indio por un alma! Ese indio será tu esclavo
por los pocos días que sobreviva, pero tu alma será esclavizada por la
eternidad, mientras exista Dios. Este es el contrato que el Diablo hace con
ustedes. No sólo lo aceptan sino que le pagan dinero por añadidura.”
Cristianos, nobles y
gente de Marañón ¿saben ustedes lo que Dios quiere de ustedes durante la
Cuaresma? Que rompan las cadenas de la injusticia y liberen a aquellos a
quienes tienen cautivos y oprimidos. Estos son los peca-dos de Marañón. Esto es
lo que Dios me ordenó denun-ciarles. Cristianos, Dios me ordenó aclararles
estos temas y así lo hago. Todos ustedes están en pecado mortal; to-dos ustedes
viven en estado de condena; y todos ustedes irán directamente al Infierno. En
verdad, ya hay muchos allí ahora mismo y ustedes se reunirán con ellos si no
cambian vuestras vidas... Cualquier hombre que priva a otro de su libertad y
pudiendo restaurársela no lo hace está condenado. Todos o casi todos están por
tanto condenados. Ustedes pueden decirme que incluso si esto fuera verdad, no
lo pensaron o no sabían y que su buena fe los salvará. Lo niego. Ellos pensaron
y sabían del mismo modo que lo pien-san y lo saben ahora. Y si no lo pensaron o
no lo sabían debieron haberlo pensado y sabido. Algunos están conde-nados por
su conocimiento, otros por su duda y todavía otros por su ignorancia. "13
Algunos años más tarde, en 1661, Vieira fue ex-pulsado de
Brasil y al llegar a Portugal fue apresado por la Inquisición y acusado de
cometer herejías "igualitarias". Seis años después, ya liberado,
reinició su lucha por los derechos de los esclavos que habría de continuar
hasta su muerte el 18 de julio de 1697.
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