El peyote, un arma para la defensa de los derechos culturales de los pueblos nativos
Así como el ololiuhqui fue consagrado desde tiempos
muy antiguos como una planta visionaria por los pueblos mexicanos y otomianos,
el peyote o peyotl (Lophophora williamsii) representó el lazo vegetal más
importante con lo sagrado para los pueblos nativos de las zonas áridas y
semiáridas mexicanas.
Es un pequeño cactus que ha sido consumido desde
tiempos inmemoriales para generar estados ampliados de conciencia, y para tomar
decisiones, tanto a nivel individual como social.
Entre los huicholes se le conoce como hícuri o xicori.
Los cora de las montañas de Tepic lo denominan huatari, y los tepehuane de
Durango, kamaba. Los pueblos otomí de la meseta mexicana, beyo, y los apaches
mescaleros, ho o hos.
Su área de ocurrencia se extiende a lo largo de los
valles y mesetas semiáridas y elevadas del centro-norte de México (Valle del
río Grande, montañas Tamaulpecan, río del Mezquital, Sierras de Durango y
Nayarit, etc) al sur de los Estados Unidos (Texas, Nuevo México). En general,
está adaptado a los suelos calcáreos y arcillosos de las formaciones cretáceas,
en la región antes mencionada.
La planta tiene características muy particulares, es
pequeña (normalmente
unos pocos centímetros de diámetro), forma redondeada
y carece de ramas u hojas.
Su flor es de color rosado blancuzco, en la que se
desarrolla un fruto rosáceorojizo de forma maciza y alargada.
El peyote contiene nueve alcaloides de la serie de la
isoquinilina, algunos
con efecto de tipo estricnina (tóxico), y otros del
tipo de la morfina (sedante). Los efectos combinados de todos estos compuestos
contenidos en el peyote
son complejos, y dependen tanto del invididuo que los
ingiere, como del contexto en que se consume y del tamaño de la dosis.
La planta fue descripta por Shagun en 1560, como un
cactus “narcótico”
que usaban ritualmente los chichimecas. Jacinto de la
Serna mencionó al peyote en 1626 y la primera descripción botánica fue
realizada en 1638 por Francisco Hernández, un naturalista español,
denominándolo Peyotl Zacatensis. Este investigador señalaba que los pueblos
nativos dividían al peyote en dos tipos: los machos y las hembras.
Los huicholes los clasifican en dos variedades, una
más activa y amarga, con mamelones más pequeños y abundantes en la superficie,
al que llaman Tzinouritehua-
hicouri o Peyote de los Dioses, y otra, de efecto más
débil, que denominan
Rhaitoumuanitarihua-hicouri o Peyote de las Diosas).
De acuerdo a Rouhier, citado por Weston La Barre,
1970, este último sería
la fase juvenil del primero.
Los huicholes tienen una Diosa tutelar del peyote que
llaman Hatzimouika,
mientras que para los tarahumaras, el Dios del peyote
es varón, hikuli walula saliami.
De acuerdo a las tradiciones tarahumaras, el peyote es
una planta que canta.
La forma de encontrarla es precisamente escuchar su
canto. Luego sigue cantando mientras la llevan en los morrales. El peyote
también se expresa durante las ceremonias, en ellas la planta también entona
canciones.
Un testimonio de un nativo lipan:
Un testimonio de un nativo lipan:
"El peyote es bastante difícil de encontrar cuando se le
busca…una persona que no está habituada no lo reconoce a pesar de que esté en
el medio de un cúmulo de peyote. Una vez que ve uno, otro aparece y así continúa
hasta que aparecen todos como estrellas. Si usted tiene problemas para
encontrarlos haga lo siguiente: cuando encuentre uno sólo cómaselo. Cuando haga
efecto, que se ponga un poco mareado, escuchará un ruido como del viento en una
cierta dirección. Vaya hacia allí….del lugar donde proviene el sonido,
encontrará muchas plantas de peyote
Usted puede obtener poder visitando el campo de peyote
en Texas, y diciéndole que quiere ayudar a curar a la gente y obtener medicina.
Allí hay que regar tabaco. A la mañana siguiente, cuando aparece la Estrella de
la Mañana, la persona debe volver al campo donde puso el tabaco y cuando se
acerque escuchará un cascabel sonando. Si encuentra una serpiente allí, debe
agarrarla (pues ella está enrollada encima de la medicina), sacarla, y toma un
botón de peyote de ese lugar. Luego va a otro cúmulo y toma otro botón… Tal vez,
en el lugar donde agarra el cuarto botón, otra vez encuentre a la serpiente y
debe removerla. "
El primer efecto de la ingestión del peyote es estimulante,
tanto mental como físico. Ayuda a sobrellevar los esfuerzos físicos
extenuantes, como las carreras y danzas ceremoniales.
Algunas personas experimentan estados eufóricos, y
otras entran en situaciones depresivas. En casi todos los casos, actúa como un
supresor del sueño.
Las sesiones ceremoniales de peyote suelen hacerse por
las noches, y en ellas los participantes pueden permanecer 10 a 12 horas sin
dormir.
Fisiológicamente produce visiones de colores, así como
percepciones olfativas y auditivas inusuales. Muchos observadores han notado un
aumento de la acuidad visual y, tal vez por la mayor sensibilidad, una cierta
fotofobia (molestias causadas por la luz).
Se le consume en conjunción con una dieta de alimentos
dulces, maíz remojado en agua azucarada, frutas y carnes dulces y golosinas.
Por el contrario, se le considera incompatible con el alcohol o la sal.
Normalmente, el peyote es consumido en grupo. Un
nativo oto señalaba a
Weston La Barre que:
“el peyote no funciona fuera de las reuniones, lo sé
porque lo he probado”.
Se usa además habitualmente para obtener visiones,
para adivinar el futuro
y como ayuda para la toma de decisiones".
Dentro de ese marco, el peyote ha sido utilizado como
un recurso de liberación espiritual y de unidad social por los pueblos nativos
de América del Norte desde el momento de su conquista por los invasores
europeos y criollos. Además de proporcionar un elemento de identidad, permitía
crear una hermandad de aquellos que lo consumen, y bajo la protección de su
espíritu: el Abuelo Peyote.
A fines del siglo XIX y sobre todo durante todo el
siglo XX, su uso se extendió en muchas reservas de los Estados Unidos y Canadá
y en las comunidades nativas del norte y centro de México.
Si bien su consumo está controlado o ilegal en EEUU y
México, el peyote
continúa siendo consumido en el marco espiritual de
las ceremonias de los pueblos nativos para los cuales se ha transformado en un
referente en la lucha de los pueblos nativos por el ejercicio de derechos a su
cultura y prácticas espirituales ancestrales.
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