lunes, 16 de abril de 2018

Polvo de estrellas, semillas de la vida

Parecía difícil de creer. Cuando Chandra Wickramasinghe, y más tarde, Shirwan Al-Mufti, allá en la década de los setenta y principios de los ochenta, trabajando bajo la supervisión del Prof. Fred Hoyle estudiaron la composición de los polvos interestelares, llegaron a la conclusión que las partìculas estaban constituidas en gran medida por polìmeros orgánicos, cuyos espectros de absorción luminosa se revelaban muy similares (casi idénticos) a los que producían las esporas de bacterias desecadas.
¡El polvo interestelar estaba hecho de bacterias!
Los trabajos que reportan los hallazgos fueron publicados en 1974 (Wickramasinghe, N.C., Nature, 252, 462, 1974 y Wickramasinghe, N.C., M.N.R.A.S., 170, 1974)11, en 1977  (Hoyle, Fred y Wickramasingh, N.C., Nature, 268, 610, 1977)12 y en 1982 (Hoyle, Fred, Wickramasinghe y Al-Mufti, S., Astrophys. Sp.Sci. 86, 341, 1982)13.
A  pesar que la información había sido rigurosamente obtenida, analizada e interpretada, la comunidad científica internacional decidió rechazar sin  màslas nuevas revelaciones. No era posible que hubiera bacterias en el espacio sideral. Ellas no sobrevivían en el vacìo. No resistían el intenso frío del espacio. Las bacterias sòlo existían en la Tierra como producto de una evolución propia de nuestro planeta. Era imposible.
De ser ciertas las alegaciones de Hoyle, Wickramasinghe y Al-Mufti, se derrumbaría el paradigma reinante. Habría que reescribir los libros de ciencia.
Otra vez, como había ocurrido tantas veces en la historia de la ciencia y de la humanidad se decretó que los  nuevos datos eran inadmisibles, inapropiadamente obtenidos y/o mal interpretados.
Pasaron algunos años. La nueva información que se recogió durante las dos décadas siguientes parece confirmar la hipótesis del polvo interestelar bacteriano. Meteoritos con restos de bacterias fosilizadas, múltiples pruebas acerca de la resistencia de las esporas, algunas bacterias contenidas en el aparato digestivo de abejas fosilizadas en ámbar fueron vueltas a la vida luego de 25 millones de años. Se sabe que hubieron bacterias terrestres que resistieron casi tres años en el ambiente inhóspito lunar y fueron traidas de regreso a la Tierra por una sonda rusa en la dècada de 1960, se han encontrado bacterias viables a gran altura, en la estratósfera14, y recientemente la sonda Stardust registró polímeros orgánicos que parecen bacterianos en pleno espacio interplanetario. Resulta cada vez más difìcil contradecir las evidencias.
El universo está poblado de vida. En las cortezas, océanos y atmósferas de losgrandes planetas, en el interior de los pequeños asteroides y cometas, en los fragmentos de hielos errantes, y hasta en el polvo cósmico microscópico. Innumerables esporas bacterianas recorren los espacios oscuros y gélidos en busca de un lugar donde despertar, vivir y reproducirse.
Una vida que siempre existió y siempre existirá. Sin principio ni fin.
De ellas provenimos. Nuestros innumerables e inmortales ancestros cósmicos15. Las diminutas serpientes celestiales.
Del libro "Pueblos, Drogas y Serpientes", D.Antòn, Piriguazù Ediciones

1 comentario:

My Sweet Pack dijo...

Buenísimo como siempre!