lunes, 9 de abril de 2018

El cornezuelo y el LSD

El cornezuelo o ergot es un «sclerotium», una parte de un hongo que se desarrolla en los cultivos de centeno, en el trigo y en las espigas de otras gramíneas herbáceas. Contiene varios compuestos orgánicos de tipo alcaloide que pueden ser tóxicos. Al cosechar el centeno, el ergot se introduce en la harina, la cual al ser consumida produce enfermedades, que se denominan ergotismo. Como señalábamos anteriormente, el cornezuelo fue utilizado con fines psicoactivos por las sociedades mediterráneas antiguas, en particular, en las ceremonias eleusinas de Grecia (ver anteriormente, en este mismo capítulo)
Uno de los compuestos químicos característicos del ergot, su principio activo fundamental, es el el ácido lisérgico dietilamida o LSD. 
El primer compuesto de LSD artificial fue sintetizado por Albert Hofmann de los Laboratorios Sandoz de Basilea, Suiza, en 1938. La primera síntesis dio ugar a una primera versión: el LSD-2530 .  El compuesto fue almacenado y allí quedó guardado por cinco años.
En 1943, el propio Hofman volvió a manipular el compuesto y luego se fue a su casa en bicicleta por las calles de Basilea. Sin saberlo, la minúscula dosis de LSD que había ingerido estaba haciendo su efecto. Así describió su experiencia:
Fui forzado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a media tarde y me fui a casa, afectado por una inquietud considerable, combinada con un ligero mareo.
Ya en mi casa me recosté y me hundí en un ensoñamiento intoxicado nada desagradable, caracterizado por una imaginación extremadamente estimulada. En este estado de ensoñamiento, con los ojos cerrados (hallaba que la luz del día me molestaba con su resplandor) percibí una corriente ininterrumpida de imágenes fantásticas, formas extraordinarias, con intensos y caleidoscópicos juegos de colores. Luego de dos horas este estado se fue apagando.31  
Las noticias  del descubrimiento del LSD se difundieron años más tarde. Se había sintetizado un alucinógeno extremadamente potente que tenía un efecto intenso con pequeñísimas dosis.  Este hallazgo incitó a otros químicos a intentar sintetizar otras sustancias con propiedades similares. En 1956 el químico checo Steven Szara logró producir un compuesto aún más poderoso que el LSD, que recibió el nombre de dimetiltriptamina (DMT), y poco más tarde, el propio Albert Hofman logró aislar el principio activo del hongo teonanacatl de Oaxaca: la psilocibina. 
El LSD-25 es una sustancia extremadamente poderosa.  Puede ser detectado en el cuerpo humano en dosis de 50 microgramos32 . 
En principio, se podrían obtener 10,000 dosis con tan sólo un gramo.  Precisamente, es esta pequeñez de la dosis lo que permitió la expansión rápida del consumo de LSD a fines de la década de 1960, así como su persecución implacable por los poderes estatales, y su disminución, a principios de la década siguiente.
Señala Mckenna que el LSD tiene muchas ventajas; “es inodoro e incoloro,  puede mezclarse con líquidos, cientos de dosis pueden ser escondidos bajo una estampilla de correo… millones de dosis pueden ser manufacturadas por muy poca gente. 
LSD es más que una mercancía, es una mercancía que disuelve los mecanismos sociales que atraviesa.”
LSD es un descondicionador sicológico y social. En tanto que tal, es un instrumento formidable para la sustitución de paradigmas y la generación de agendas alternativas.  
Durante la Guerra de Vietnam, en los Estados Unidos, el movimiento anti-bélico incluyó una componente psicodélica que se basó sobre todo en el consumo del LSD.  En ese tiempo, la CIA dedicó muchos recursos, no sólo a infiltrar el movimiento contestatario, sino a la investigación sobre sustancias que podían ser usadas para combatirlo. 
A partir de esta utilización indiscriminada  de compuestos psicodélicos y de otros métodos de contra-insurgencia, el “establishment” de los EEUU logró al fin controlar el proceso.
A pesar de todas sus ventajas desde el punto de vista social,  su carácter no adictivo, su relativa inocuidad, sus propiedades curativas y su bajo costo, su uso fue prohibido rigurosamente en casi todo el mundo.
Debido a su condición tabú, ya no se pudieron investigar sus propiedades curativas en numerosas enfermedades psíquicas. Antes de la prohibición se había comprobado su eficacia en el tratamiento del alcoholismo (en tres estudios diferentes, 45% de los pacientes tratados mejoraron), en la curación de la esquizofrenia y del autismo.
En la actualidad, el LSD sufre un ostracismo similar al de otras sustancias psicoactivas. Su reivindicación futura no sólo permitirá recuperar un instrumento terapéutico muy importante para la medicina, sino que suministrará nuevos elementos para el replanteo de los paradigmas destructivos de la sociedad contemporánea. 
Extraido de "Pueblos, Drogas y Serpientes", D.Antón, Piriguazú Ediciones

1 comentario:

My Sweet Pack dijo...

Ratifico el concepto, Impactante!