La hora de la
verdad
Reproducido del libro "Inagotables: Petròleo y Gas Natural", D.Antòn, Piiriguazù Ediciones
Hay una creencia
generalizada en el mundo de la política energética y de la geología petrolera
que los combustibles minerales, generalmente apodados «fósiles», están a punto
de agotarse.
Los plazos
señalados varían. Algunos piensan que en 10 o 15 años se va a notar la escasez.
Otros más optimistas sostienen que los combustibles minerales van a durar más
de 50 años, e incluso un siglo.
Las
incertidumbres acerca de las perspectivas futuras del suministro de un recurso
tan importante desde el punto de vista tecnológico, económico y político son
demostrativas de la inexistencia de un
modelo único para analizar el tema.
En la década de
1950, un geólogo texano llamado M. King Hubbert desarrolló una curva a modo de
herramienta analítica para predecir el rendimiento de los campos petrolíferos
desde su descubrimiento a su explotación, agotamiento y abandono. Esta curva,
hoy conocida como «curva de Hubbert» permitía analizar todos los yacimientos
petrolíferos y pronosticar su capacidad productiva. En los hechos, muchas de
las predicciones de Hubbert se cumplieron.
Su curva fue
bastante efectiva en predecir la incapacidad de
los yacimientos
de los EE.UU. para satisfacer la creciente demanda del país. De acuerdo a dicha
curva se preveía que a partir de la década de 1970 el país dejaría de ser
autosuficiente, cosa que efectivamente ocurrió. En los últimos años varios
especialistas en temas petroleros han intentado aplicar la curva de Hubbert con
éxito variable.
El consumo
mundial de petróleo actual asciende a unos 100 millones de barriles por día, o
unos 350,000 millones por año, con una demanda que crece a un ritmo de 3%
anuales.
Las predicciones
de supuestas reservas disponibles eran originalmente (hipotèticamente) de 2 billones de barriles
de petróleo recuperable (2,000,000,000,000 de barriles) y de ellas (tambièn hipotèticamente) la mitad ya habría sido extraidas (por lo que
quedaría sin extraer solamente 1 billón de barriles).
Al pasar la
mitad de las reservas (cosa que, según esta estimaciòn, también hipotètica,, estaría ocurriendo ahora), de acuerdo a la
curva de Hubbert, comenzaría una fase de rápido descenso. Por lo tanto, siempre
de acuerdo a estas predicciones, estaríamos comenzando a sufrir los primeros
síntomas de la crisis petrolera final. Han pasado más de 15 años desde que se formularon estas predicciones y los hechos han demostrado que este descenso todavía no ha ocurrido (y tal vez no ocurra en el futuro próximo)..
Este pronóstico
se basa en la creencia generalizada de que el petróleo es de origen fósil y que
sólo se le puede extraer de las cuencas sedimentarias. Como las cuencas
sedimentarias tienen volúmenes acotados, del mismo modo, y tal vez, en similar proporción también estarían limitadas
las existencias de combustibles «fósiles».
En este
escenario, ello implicaría un aumento acelerado de los precios del petróleo,
enormes desajustes económicos relacionados con la producción de energía, y una
creciente inestabilidad social y política.
Esta situación
no tiene aparentemente solución a la
vista porque sería muy difícil, incluso imposible, lograr una reducción
sustantiva del consumo mundial energético, y no existen fuentes sustitutivas
que permitan en el plazo de unos pocos años satisfacer las necesidades
creciente de un planeta superpoblado cuyas economías se basan en el consumo
intensivo de energía.
Si en cambio,
aplicamos la teoría de la desgasificación planetaria y de la biosfera profunda
de Thomas Gold, las conclusiones serían muy diferentes.
En primer lugar,
debido a la presencia de hidrocarburos en todas las formaciones geológicas,
incluyendo las rocas ígneas y metamórficas, habría que recalcular las
existencias (reservas) de petróleo a nivel regional y mundial.
Por otra parte,
como la formación del gas natural y del petróleo ocurren en profundidad,
existirían volúmenes mucho mayores de hidrocarburos contenidos en las capas profundas de la corteza e incluso
en la parte superior del manto.
Es posible que
la cantidad de hidrocarburos disponibles en el planeta sea varios órdenes de
magnitud mayor que los habitualmente pronosticados. Tal vez haya gas natural y
petróleo en volúmenes suficientes para abastecer a la humanidad por muchos
siglos, incluso milenios.
Como el petróleo
(de acuerdo a Gold) es un producto naturalmente derivado de los hidrocarburos
gaseosos (metano y otros) sus cantidades pueden estar limitadas por las
condiciones fisico-químicas necesarias para su formación. En los hechos puede significar que los
hidrocarburos de ese tipo (líquidos en condiciones de superficie) estén
acotados y por ende su disponibilidad
pueda verse amenazada localmente. Sin embargo, si consideramos las existencias
del gas natural (particularmente de
metano) los volúmenes disponibles serían enormes, miles o cientos de miles de
veces mayores a los habitualmente considerados. A ello habría que agregar el
contenido en los hidratos de metano de los fondos oceánicos que son
extremadamente abundantes y contienen elevadas proporciones del gas (cada litro
de hidrato de metano sólido incluye 168 litros de gas metano a la presión
ordinaria).
En otras
palabras, de acuerdo a la teoría de la desgasificación planetaria, se puede
afirmar que, readaptando las tecnologías actuales al consumo de gas, no habría
situaciones de escasez por mucho tiempo, tal vez miles de años.
Sin embargo, los
impactos ambientales pueden sentirse mucho antes. En primer lugar, por el
aumento del dióxido de carbono (el porcentaje actual es de 400 ppm y asciende
aproximadamente 2 ppm por año) y otros gases de invernadero (entre los cuales
se cuenta el metano y otros hidrocarburos gaseosos), y en segundo lugar, por el
riesgo latente de que la excesiva
combustión (oxidación) de hidrocarburos termine afectando los porcentajes de
oxígeno contenidos en la atmósfera. Esta última situación sería de la máxima
gravedad y por esa razón corresponde estar atento de que ello no suceda. En la
actualidad el oxígeno está disminuyendo 2 partes por millón anualmente. Como
hay 210,000 ppm de oxígeno en la atmósfera la disminución aparece como
irrelevante, De todas maneras debido a la imprescindibilidad del oxígeno para la vida animal y humana corresponde
observar atentamente los cambios en esta tendencia.
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