En el lago Nicaragua,
también conocido por los nombres indígenas Cocibolca o Ukurikitucara tiene
8,264 km2, lo que lo hace el más extenso de América Central.
En este gran
lago hay dos grupos isleños principales, la isla volcánica de Ometepe y el
archipiélago de Solentiname.
La isla de
Ometepe (del nahuatl Ometepetl = dos montañas) posee una extraña y mágica
configuración geográfica. Es la isla volcánica más grande del mundo que se
encuentra en el interior de un lago. Las dos cumbres que dominan el paisaje
insular son los volcanes Concepción y Maderas con altitudes respectivas de
1,610 y 1,234 metros. El volcán Concepción cuyo nombre indígena era Choncoteciguatepe
(los chorotegas le llamaban Mestliltepe), ha tenido actividad reciente, con
derrames de lavas que en 1953 obligaron a la evacuación de la isla. El volcán
Madera no ha tenido actividad por varios siglos y su cráter está ocupado por
una laguna.
La superficie de
Ometepe es de 276 km2 y posee una población de 35,000 personas. El principal
centro urbano, con unos 3,000 habitantes es Astagalpa o Altagracia en el
extremo nororiental de la isla. En el predio de la Iglesia principal del pueblo
se creó un parque con las esculturas arqueológicas que fueron encontradas en
varios puntos del territorio. Son
figuras antropomorfas con cabezas de animales, que parecen representar tótems,
similares a las que están expuestas en el museo Gregorio Aguilar de Juigalpa en
la Sierra de Amerrique cercana.
Se considera que
las esculturas están relacionadas con la cultura matagalpa que prosperó en
tiempos prehispánicos en las márgenes lacustres.
Actualmente los
matagalpas son un grupo étnico profundamente disminuido, vinculado con los
lencas y mayas de Guatemala, Yucatán y Honduras y con los guatusos que habitan
cerca del volcán Arenal en Costa Rica.
Una de las
naciones locales, reconocidas
recientemente como pertenecientes a este tronco étnico, son los amerriques,
antiguos habitantes del Sierra de Amerrique, también denominada Cordillera
Chontaleña
De acuerdo a
teorías que últimamente han tenido divulgación, el nombre “Amerrique” habría
dado lugar a la denominación del continente americano.
El origen del
nombre “América”
La Sierra de
Amerrique, territorio ancestral de un grupo de matagalpas conocidos como los amerriques es conocida por
sus yacimientos de oro localizados en las antiguas minas de La Libertad y Santo
Domingo, todavía en explotación.
La repetición
del nombre “amerrique” por las primeras tripulaciones europeas a fines del
siglo XV y principios del siglo XVI, referidos a una comarca rica en este
metal, se divulgó en las poblaciones portuarias de Europa extendiéndose a todo
el continente. La idea de que la palabra América deriva del cartógrafo
florentino Américo Vespucio se generó a partir de ciertas publicaciones
conocidas en tiempos posteriores.
Esta hipótesis
fue desarrollada “in extenso” en dos libros que publicamos hace un tiempo: “Amerrique,
los Huérfanos del Paraíso” y “La Mentira del Milenio” (Ed. Piriguazú, D.Antón,
1997 y 2000).
Un evangelio de
campesinos y pescadores
Por su parte el archipiélago
de Solentiname está constituido por 36 islas situadas cerca del desagüe
lacustre del lago Cocibolca donde comienza el río San Juan su flujo caudaloso
hacia el Mar Caribe. La superficie isleña total es de 40 km2 con una población
aproximada de mil habitantes.
Los campesinos y
pescadores del archipiélago Solentiname son herederos de las tradiciones
indígenas chorotegas y guatusas. Las comunidades indígenas que habitaban las
islas sufrieron la invasión española a principios del siglo XVI con el
secuestro de muchas personas en los años posteriores a la invasión. En los
siglos siguientes algunas familias de estirpe indígena permanecieron refugiadas
en los montes más espesos y otras, generalmente compuestas por criollos
mestizos, cruzaron de la tierra firme a las islas en diversos momentos de la
historia.
Los habitantes
de Solentiname se mantuvieron en relativo aislamiento hasta 1966 cuando un
sacerdote de la ciudad cercana de Granada se retiró al archipiélago para crear
una comunidad contemplativa. Este sacerdote era Ernesto Cardenal, un filósofo y
poeta nicaragüense que buscaba acercarse a las raíces de la sociedad rural del
país. Cardenal vivió
en la isla más grande del archipiélago, conocida como isla Mancarrón, en un
ambiente sencillo y austero, rodeado de naturaleza y acompañado por los
campesinos isleños. Los participantes comunitarios iban a su iglesia a
compartir el evangelio cristiano con el sacerdote Ernesto. A través de sus
discusiones adaptaron el mensaje de los libros sagrados a la realidad y dieron
lugar a la creación de un documento que se conoce como “El Evangelio en
Solentiname”.
Este libro,
elaborado a través de reuniones y diálogos de Cardenal con los campesinos
locales, reinterpretó la biblia con una perspectiva revolucionaria.
Reproducido de "Crónicas de la Peripecia Humana", D.Antón, Piriguazú Ediciones
Reproducido de "Crónicas de la Peripecia Humana", D.Antón, Piriguazú Ediciones
No hay comentarios:
Publicar un comentario