domingo, 12 de noviembre de 2017

Prólogo del libro "Los Fantasmas de la Memoria en las tierras del Puelmapu"
D.A.

Las esperanzas y las frustraciones son sentimientos penosamente e inevitablemente relacionados en la vida de las personas y los pueblos.Muchas veces en la vida de la Argentina se generaron sentimientos de esperanza que se vieron frustrados por acontecimientos posteriores dando lugar a períodos de tristeza y abatimiento.
Hace más de tres décadas, en 1972, cuando asumió la presidencia Hector Cámpora luego de muchos años de control militar de la política, se generaron sentimientos de esperanza. En esa oportunidad, desafortunadamente, las ilusiones cedieron su lugar a las tristezas. Al poco tiempo los grupos oligárquicos militaristas recuperaron el poder en forma subrepticia primero, y desembozada y sangrientamente después.
En 1983 y en 1999, al  iniciarse  las presidencias de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa también se inauguraron épocas de optimismo que luego se vieron frustradas por una realidad económica, social y política obstinada.
En la actualidad el país parece retomar una senda de esperanza e ilusión en un marco social y político, independiente, latinoamericanista y solidario.
Deseamos que esto inaugure un nuevo enfoque en la sociedad argentina.
Que permita al fin de cuentas revisar el pasado, el  presente y el futuro, reconociendo todas las luces y sombras de la historia. 
La imagen  proyectada por la República Argentina durante el último siglo nos ha mostrado un país con dificultades para reconocer su identidad, una sociedad que a menudo, y equivocadamente, se ha enorgullecido de los aspectos más frívolos de su cultura, que ha negado las raíces autóctonas, y que intentó, infructuosamente, basar su existencia en una historia falsificada y extranjerizante.
Argentina ha querido ser una nación europea, pero no lo es.
Las élites culturales han intentado una y otra vez renegar de sus ancestros aborígenes.
Pero no han tenido éxito.
Los viejos espíritus reaparecen en las maneras de sentir y de pensar de la gente en cada oportunidad que se les presenta.
Gauchos, chinas y caudillos asoman por todos los rincones de los sentimientos.
Las quenas y los bombos suenan en las noches de Salta o del Gran Buenos Aires.
Los tererés ayudan a calmar la sed en los mediodías calurosos de Corrientes y Formosa.
Las mujeres cocinan tortas de harina de algarrobo en los pueblos del Chaco.
Filetes de surubí con mandioca en Goya o en Posadas. Los ranchos de paja y terrón en Entre Ríos. Rukas mapuches en Neuquen.
El mundo antiguo sobrevive con fuerza en todas partes. Aunque se procure negarlo en las versiones historiográficas antisépticas que se escriben en libros y tratados.
Creemos que vale la pena repensar crítica y honestamente los estereotipos de la nación.
No se trata solamente de recuperar la posición de  sociedad próspera.  Casi diría que eso es lo de menos.
Para cambiar donde realmente importa,  se requiere construir el futuro basándose exclusivamente en la verdad y la solidaridad con los semejantes.
Hay que ponerse de pie  y caminar por la “cuchilla moral”. De nada sirve recoger beneficios en huecos y pantanos pútridos, cuando uno puede sucumbir atrapado por el barro de la corrupción y la codicia.
Cabalgar las pampas en los pingos parejeros de la libertad y la justicia, recoger  la energía inagotable de la naturaleza, compartir  la emoción de estar vivos  en el sendero bueno que conduce a los amplios horizontes de las utopías renovadas.
Pròlogo de "Los Fantasmas de la Memoria en las Tierras del Puelmapu", D.Antòn, Piriguazù Ediciones 

No hay comentarios: