Prólogo del libro "Los Fantasmas de la Memoria en las tierras del Puelmapu"
D.A.
Las esperanzas y las frustraciones son sentimientos penosamente e inevitablemente relacionados en la vida de las personas y los pueblos.Muchas veces en la vida de la Argentina se generaron
sentimientos de esperanza que se vieron frustrados por acontecimientos
posteriores dando lugar a períodos de tristeza y abatimiento.
Hace más de tres décadas, en 1972, cuando asumió la
presidencia Hector Cámpora luego de muchos años de control militar de la
política, se generaron sentimientos de esperanza. En esa oportunidad,
desafortunadamente, las ilusiones cedieron su lugar a las tristezas. Al poco
tiempo los grupos oligárquicos militaristas recuperaron el poder en forma
subrepticia primero, y desembozada y sangrientamente después.
En 1983 y en 1999, al
iniciarse las presidencias de
Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa también se inauguraron épocas de optimismo
que luego se vieron frustradas por una realidad económica, social y política
obstinada.
En la actualidad el país parece retomar una senda de
esperanza e ilusión en un marco social y político, independiente,
latinoamericanista y solidario.
Deseamos que esto inaugure un nuevo enfoque en la
sociedad argentina.
Que permita al fin de cuentas revisar el pasado,
el presente y el futuro, reconociendo
todas las luces y sombras de la historia.
La imagen
proyectada por la República Argentina durante el último siglo nos ha
mostrado un país con dificultades para reconocer su identidad, una sociedad que
a menudo, y equivocadamente, se ha enorgullecido de los aspectos más frívolos
de su cultura, que ha negado las raíces autóctonas, y que intentó,
infructuosamente, basar su existencia en una historia falsificada y
extranjerizante.
Argentina ha querido ser una nación europea, pero no
lo es.
Las élites culturales han intentado una y otra vez
renegar de sus ancestros aborígenes.
Pero no han tenido éxito.
Los viejos espíritus reaparecen en las maneras de
sentir y de pensar de la gente en cada oportunidad que se les presenta.
Gauchos, chinas y caudillos asoman por todos los
rincones de los sentimientos.
Las quenas y los bombos suenan en las noches de Salta
o del Gran Buenos Aires.
Los tererés ayudan a calmar la sed en los mediodías
calurosos de Corrientes y Formosa.
Las mujeres cocinan tortas de harina de algarrobo en
los pueblos del Chaco.
Filetes de surubí con mandioca en Goya o en Posadas.
Los ranchos de paja y terrón en Entre Ríos. Rukas mapuches en Neuquen.
El mundo antiguo sobrevive con fuerza en todas partes.
Aunque se procure negarlo en las versiones historiográficas antisépticas que se
escriben en libros y tratados.
Creemos que vale la pena repensar crítica y
honestamente los estereotipos de la nación.
No se trata solamente de recuperar la posición de sociedad próspera. Casi diría que eso es lo de menos.
Para cambiar donde realmente importa, se requiere construir el futuro basándose
exclusivamente en la verdad y la solidaridad con los semejantes.
Hay que ponerse de pie
y caminar por la “cuchilla moral”. De nada sirve recoger beneficios en
huecos y pantanos pútridos, cuando uno puede sucumbir atrapado por el barro de
la corrupción y la codicia.
Cabalgar las pampas en los pingos parejeros de la
libertad y la justicia, recoger la
energía inagotable de la naturaleza, compartir
la emoción de estar vivos en el
sendero bueno que conduce a los amplios horizontes de las utopías renovadas.
Pròlogo de "Los Fantasmas de la Memoria en las Tierras del Puelmapu", D.Antòn, Piriguazù Ediciones
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