Reflexiones
sobre la geología para quienes NO son geólogos,
y para los geólogos también
La geología es
una disciplina que generalmente trata sobre fenómenos que ocurrieron en el
pasado lejano, normalmente mucho antes que los seres humanos existieran sobre
la tierra. Las unidades de tiempo para
los geólogos son millones e incluso decenas de millones de años. La ciencia geológica también se ocupa de procesos
que a menudo se desarrollan o desarrollaron a gran profundidad, varios
kilómetros, a veces decenas de kilómetros por debajo de la superficie
terrestre.
Para detectar fenómenos
y procesos tan antiguos y a menudo tan inaccesibles, suele ser necesario acudir
a diferentes métodos: incluyendo observación directa, como descripciones de
afloramientos, perforaciones, análisis de muestras, o a estudios indirectos,
por ejemplo, utilizando el comportamiento sísmico, eléctrico, magnético o
gravimétrico de las capas profundas que se quieren estudiar.
De todas
maneras, una vez que se obtiene toda la información, en geología uno se ve
obligado a utilizar la imaginación. representarse mentalmente ambientes superficiales
que ya no existen y que nunca podrán ser testimoniados, suponer el
comportamiento de masas rocosas profundas en procesos que pueden durar mucho
tiempo, completamente fuera del alcance de cualquier examen sensorial, ajustar
el razonamiento a medidas que no se pueden observar, incluso imaginar en los
tiempos humanos.
Al fin de
cuenta, la geología se construye en un edificio de hipótesis que resulta muy
difícil, a menudo imposible de verificar en la práctica.
Como la geología
se basa en hipótesis, hay lugar para construcciones hipotéticas diferentes e
incluso contradictorias.
Eso para decir
que la geología es una ciencia con muchas incertidumbres.
Hay teorías
oficiales que se enseñan en las facultades y escuelas y hay teorías disidentes
que presentan otras visiones del pasado y de las profundidades.
La ciencia
geológica NO está ni debe estar compuesta de dogmas.
Por eso, en
geología, tal vez más que en muchas otras ciencias, debemos apreciar a los
heréticos, aquellos que se atreven a contradecir al poder académico y político, los rebeldes que presentan nuevas
opciones posibles para el entendimiento de una realidad que, en verdad, nunca
va a ser comprendida cabalmente.
Del mismo modo,
las personas que trabajan o investigan en las ciencias geológicas deben
aprender a manejar las incertidumbres de modo de no inmovilizarse en la duda ni
comprometerse dogmáticamente con postulados rígidos y burocráticos-
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