jueves, 16 de noviembre de 2017

La falsa tumba de Santiago


Obviamente, la supuesta tumba de Santiago el Apóstol en Compostela, no contiene ni nunca contuvo los restos del personaje evangélico. Imaginar que sus restos hayan podido ser trasladados desde Palestina hasta el noroeste de Hispania en tiempos romanos, está, como decía Miguel de Unamuno, en el límite de lo impensable, incluso para los católicos más empecinados- Tanto Unamuno como muchos otros autores españoles han afirmado con fundamentos que en la tumba de Compostela NO está enterrado ningún “apóstol” sino el hereje, mártir de la iglesia, el obispo Prisciliano.
¿Quién era Prisciliano?
Prisciliano fue un obispo hispano que vivió en el siglo IV d.e.c.. Probablemente nació en Galicia (Gallaecia) alrededor del año 340 d.e.c. y estudió en Burdeos (Burdigala) a partir del año 370. Allí obtuvo sus conocimientos en teología, astronomía y magia67 y al cabo de sus estudios fundó una escuela de tendencia “rigorista”.   Prisciliano rechazaba la unión de la Iglesia con el estado imperial y la corrupción imperante en las autoridades eclesiásticas
La escuela priscilianista era ascética y libertaria, inspirada en la tradición gnóstica. Nombraban maestros o doctores a personas laicas y promovían la participación de las mujeres en las reuniones parroquiales y comunitarias.
Luego de la invasión de los bárbaros y la desorganización final del Imperio el movimiento priscilianista se mantuvo activo en el mundo rural español. Y ello a pesar que las autoridades destruyeron los libros que defendían las bases ideológicas y religiosas del priscilianismo.
Se necesitaba  una solución diferente que finalmente cubriera para siempre este recuerdo indeseable para las autoridades eclesiásticas. La estrategia fue la creación de la leyenda de Santiago: un apóstol que habría predicado en Hispania y enterrado en Compostela.
Casualmente en el mismo lugar donde estaba el sepulcro de Prisciliano. Parecería que la estratagema tuvo éxito. Por lo menos hasta ahora. Millones viajan a Compostela convencidos de  que podrán visitar la tumba del apóstol Santiago y el nombre de Prisciliano es rara vez pronunciado. 
En este tema como tantos otros, no está dicha la última palabra. En este palimpsesto de la historia, todavía se pueden descifrar las antiguas patrañas, redescubrir a las víctimas de la intolerancia, desentrañar las impunidades.
De "Crónicas de la Peripecia Humana", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones.

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