martes, 21 de noviembre de 2017

La expansión en el Chaco de los estados criollos
      
Después del establecimiento de los estados criollos, particularmente la Argentina y el Paraguay, éstos sucedieron a los españoles y portugueses en sus campañas tendientes a controlar el Gran Chaco.
Sin embargo, a pesar de todos los intentos a principios de la década de 1870, el Chaco aún estaba en mano de las  naciones nativas.
El gobierno argentino se lanzó a la conquista de los territorios de las naciones chaqueñas al sur del Pilcomayo a partir de 1870 con las incursiones del Teniente Coronel Manuel Obligado y del Comandante Luis Jorge Fontana.
El propósito declarado del gobierno era el de  obtener nuevas tierras para la colonización y supuestamente “civilizar a los indígenas”. 
La conquista se completó en 1884 con la campaña del General Benjamín Victorica, orquestada en forma similar a la que había permitido la conquista del país mapuche y pampa apenas cinco años antes.
Las tácticas utilizadas por las fuerzas armadas argentinas contra los guerreros chaqueños no eran exclusivamente militares. Hay referencias de viejos pobladores criollos de Formosa, referidos por Pierre Clastres y por Alfred Métraux de que “el ejército argentino regalaba “generosamente” a las comunidades nativas, ropas, sábanas, frazadas y colchones, usados en los hospitales de las grandes ciudades argentinas, por los enfermos de viruelas y otras enfermedades, para las cuales se sabe que la población indígena es muy débil. Una forma barata de hacer la guerra bacteriológica.”8  
Es de hacer notar que en esa época el presidente de la república era Julio Argentino Roca, el mismo general que había comandado la campaña de conquista en el sur.
De acuerdo al Gral Victorica los principales objetivos militares se obtuvieron estableciendo “una línea militar por medio del encadenamiento de fuertes que defiende un rico territorio de más de seis mil leguas, y que obligará a 15 ó 20,000 brazos viriles, que estaban inútiles, abandonados a la barbarie y el robo, a entregarse a los beneficios de la civilización”9 .
Continuaba Victorica:
“Pienso que será provechoso para la civilización de estas tribus favorecer su contacto con las colonias de la costa, donde no tardarán en encontrar trabajo beneficiando las industrias que en ellas se desarrollan. No dudo que estas tribus proporcionarán brazos baratos a la industria azucarera y a los obrajes de madera como lo hacen algunas de ellas en las haciendas de Salta y Jujuy, si bien considero indispensable también adoptar un sistema adecuado para situarlos permanentemente en los puntos convenientes, limitándoles los terrenos que deben ocupar con sus familias a efectos de ir poco a poco modificando sus costumbres y civilizarlos”10.
Los pueblos chaqueños organizados por el caudillo toba Juanelrai  se opusieron a la invasión enfrentándose al ejército argentino comandado por el Capitán Villanueva en la batalla de Napalpí el 11 de julio de 1873.
Las montoneras toba peleaban con lanzas, macanas y boleadoras contra un enemigo bien armado. Gradualmente la lucha se fue haciendo insostenible para los luchadores chaqueños quienes debieron retirarse en derrota dejando muchos cadáveres en el campo de batalla.

La resistencia continúa
La resistencia de los pueblos chaqueños no terminó en 1884. En 1898 y 1899 grupos armados toba  y mocoví atacaron establecimientos de campo en Florencia y La Palometa y dieron muerte al explorador español Enrique Ibarreta. La intervención del ejército  argentino no se hizo esperar. El ataque se llevó a cabo en 1899 bajo las órdenes del General Lorenzo Vintter quien operó con 5 regimientos y 1,500 hombres que despejó la zona asegurando temporariamente la tranquilidad en el Chaco ocupado.

Ultimas revueltas
En 1903 otra vez se rebelaron los pueblos  chaqueños esta vez inspirados por un mesianismo religioso basado en una nueva creencia de que Dios había dispuesto que la tierra les fuera devuelta a los indígenas y de que a los blancos los castigaría haciéndoles crecer un rabo de chancho (conviene recordar que los paraguayos denominan popularmente curepa o “cuero de chancho”
a los criollos blancos de Argentina) . El movimiento fue nuevamente derrotado.
Sobre este último proceso bélico, la crónica de La Nación de Buenos Aires del 23 de abril de 1904 señalaba lo siguiente:
«Sublevación de indígenas en la provincia de Santa Fe. Choque con la Policía. Varios muertos y heridos. Sometimiento de unos y fuga de otros. San Javier 21. En la refriega fue gravemente herido Juan López, hermano del cacique Mariano López, muriendo esta tarde. Fue herido de un lanzazo en una pierna el vecino D. Félix Lena (muriendo horas después)». El parte oficial reproducido por La Nación decía: «Los indígenas de San Martín Norte, en esta provincia sugestionados por cuatro individuos de la tribu, que se dicen adivinos se han trasladado a San Javier.» y luego « La sublevación de indios en San Javier. anoche a las 11.30 llegó el jefe político de Helvacia con fuerzas...  Hoy llegó el mayor del Ejército José Pérez....con una pequeña fuerza armada. Cuando se inició el ataque a la policía Juan López fue muerto, venía al frente con un estandarte excitando (sic) a los indígenas.»
Las rebeliones chaqueñas continuaron aún por varias décadas. En 1924, en Napalpí, se gestó una nueva sublevación,  y otra nueve años más tarde en «El Zapallar». Ambas fueron reprimidas militarmente10 .
Con estas derrotas y otras similares en las zonas de los estados criollos del Paraguay y Bolivia se fue allanando el camino para la ocupación del Gran Chaco y la completa aniquilación de sus  bravías naciones. 
Reproducido de "Los fantasmas de la memoria", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones

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