martes, 7 de noviembre de 2017

Grise fiord, donde el hielo nunca se funde
                                                                                 Grise fiord 
Si hay un sitio inapropiado para la vida humana es la isla de Ellesmere en el extremo norte de Canadá. Esta isla es una de las mayores del archipiélago canadiense (196,000 km2) pero también una de las más frías. El climá ártico de Ellesmere no perdona. 
Sin embargo, allí vive una comunidad inuit que llego a ese lugar,  en gran medida, contra su voluntad como resultado políticas de expansión territorial y política del gobierno de Canadá.
El sitio donde fue establecida la comunidad está ubicado en el sur de la isla Ellesmere, con un promedio de temperatura de -16.5º C y 250 mm de precipitaciones, generalmente bajo la forma de nieve.  En los meses de invierno durante los cuales no sale el sol, la temperatura media es de -36.5ºC.  El lugar fue denominado por los inuits Aijuittuq que quiere decir  “lugar donde el hielo nunca se funde”
Los antepasados de los actuales inuit llegaron a la zona ártica hace unos 2,000 años permaneciendo relativamente aislados de la evolución histórica de las  culturas del Sur. Durante mucho tiempo, y hasta principios del siglo XX, la influencia de los estados de Eurasia y América del Norte en los pueblos del Ártico fue limitada. Los contactos eran escasos. Apenas algunos exploradores, cazadores de focas, traficantes de pieles y balleneros se adentraban en la región inuit.
Las cosas cambiaron en el norte europeo y norteamericano cuando las soberanías nacionales comenzaron a afirmarse a través del establecimiento de aeropuertos, estaciones científicas, bases militares y campamentos mineros. En la Rusia soviética los inuit fueron removidos de sus áreas tradicionales y reestablecidos en el Sur.
Las sociedades urbanas de Canadá y los Estados Unidos invadieron las comunidades inuit a partir de la mitad del siglo XX. Los recién llegados traían sus leyes, su religión, las bebidas alcohólicas y enfermedades desconocidas en la región. Los inuit sufrieron las consecuencias de este contacto. El alcoholismo y las nuevas dolencias afectaron profundamente las sociedades locales. En Canadá se agregaron las políticas de sedentarización que los confinaron en pueblos estables dificultando su nomadismo. Si bien se pensaba que ello permitiría mejorar la atención y la accesibilidad a los servicios públicos, en la práctica dio lugar a un mayor control y a la disgregación de muchas comunidades que abandonaron las prácticas culturales tradicionales de carácter nomádico y pasaron a depender de las contribuciones de bienestar social recibidas desde las sociedades del sur.         
Un ejemplo de intromisión en las formas de vida de comunidades inuit tuvo lugar en Canadá en 1953 cuando el gobierno decidió trasladar familias de Inujkuak en el norte de Québec a dos sitios ubicados en las islas de Ellesmere (Grise Fiord) y Cornwallis (Resolute Bay) a una distancia de más de 2,000 kms (al norte) de Inujkuak y sometida a un clima mucho más riguroso y un ecosistema muy diferente. Las familias trasplantadas fueron ocho a las que se agregaron otras tres familias de Pond Inlet.
Se considera que el principal motivo fue la afirmación de la soberanía canadiense en el ártico septentrional.
En los meses de invierno durante los cuales no sale el sol, la temperatura puede llegar a -50ºC.  El lugar fue denominado por los inuits Aijuittuq que quiere decir  “lugar donde el hielo nunca se funde”
Reproducido de "Cronicas de la Peripecia Humana", D.Antòn, Piriguazù Ediciones
Referencia:
http://pubs.aina.ucalgary.ca/dcass/82785.pdf









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