El ava Tumpa y el Che
Por su experiencia histórica los ava guaraní de los
valles de Santa Cruz, también llamados chiriguanos, saben bien que no se puede
confiar en extraños.
En otra época, los ava habían expulsado a los incas de
sus tierras, pero luego debieron someterse al poderío de los ejércitos
españoles.
Cuando el estado boliviano quiso dominarlos, se
rebelaron. De a miles acudían a pelear su última esperanza. Su jefe era
el Ava Tumpa. La lucha fue sangrienta. Al fin, el 28 de enero de 1892, en
Curuyuquí, el Tumpa fue derrotado y hecho prisionero. Luego de sufrir horribles
torturas lo empalaron en la vía pública.A partir de ese momento muchos más ava
guaraní fueron ejecutados o esclavizados.
Cuando Ernesto “Che” Guevara y los suyos llegaron a
Bolivia pensaban continuar la revolución latinoamericana, transformando los
Andes en la Sierra Maestra del continente. El lugar escogido para establecer
las primeras bases, fueron las selvas montañosas de Santa Cruz, la tierra de
los ava guaraní.
Desafortunadamente, los ava no sabían quien era el
Che, ni el Che sabía quiénes eran los ava.
Los ava miraban pasar a los cansados y perseguidos
revolucionarios con aprensión y desconfianza.
Al fin, cuando Ernesto fue herido en la Quebrada del
Yuro, el 8 de octubre de 1967, y luego ejecutado un día después en La Higuera,
los ava guaraní no comprendieron muy bien lo que estaba pasando.
Si los ava hubieran sabido, otro hubiera sido el
cantar.
El Che era en realidad un Ava Tumpa resucitado.
El jefe que ofrenda su vida por los que sufren, por la justicia.
El Ava Tumpa había recorrido nuevamente las montañas y
ningún chiriguano se enteró. ¡Que lástima!
Su cadáver fue arrojado a una fosa común en Valle
Grande junto con varios de sus compañeros. Treinta años después se localizaron
los restos, que fueron transportados a Cuba y enterrados en un mausoleo de
Santa Clara, en una plaza llamada “Ernesto Che Guevara”.
El Che Guevara, héroe de Cuba y de todo el mundo,
había nacido a orillas del río Paraná, en Rosario de Santa Fe en 1928, y pasado
su niñez en Altagracia, Córdoba.
Los historiógrafos oficialistas argentinos han tratado
de soslayar la personalidad del Che Guevara.
En todas partes hay monumentos a Mitre, a Sarmiento y
a Roca, que no se destacaron precisamente por su respeto a
los derechos humanos, pero el Che, luchador generoso y justiciero,
argentino de pura cepa, permanece relegado en su propio país.
Tal vez ello sea porque el Che representa la
subversión total al sistema de egoísmo, codicia y corrupción de la elite
argentina.
Mientras el Che Guevara “cubano” es anecdótico y
lejano, el Che Guevara argentino, el verdadero, el próximo, es peligroso.
El día en que sea recuperado el verdadero Che tal vez
los argentinos estarán más cerca de rescatar su propio destino.
De "Crónicas de la Peripecia Humana". D.Antón, Piriguazú Ediciones
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