domingo, 18 de junio de 2017

La degradación de los paisajes lacustres en América
D. Antón
En las regiones costeras y volcánicas de América abundaban los paisajes lacustres. Había lagos en el país purépecha de Michoacán, en la región central de México donde vivían otomíes y nahuas, en las mesetas y valles volcánicos del país maya, en las tierras de los lencas y guatusos de la América Central, y más al  sur, en las costas, montañas y mesetas del continente sudamericano.
Estos lagos eran sitios privilegiados para la ocupación humana. Además de abastecer agua dulce para pueblos y ciudades, contenían ecosistemas muy ricos con peces, aves, invertebrados y plantas acuáticas que podían proporcionar alimentación a mucha gente. 
En las orillas de los lagos se establecieron pueblos de pescadores, que además de pescar aprovechaban otros recursos del medio lacunar, como crustáceos, moluscos, batracios, algas o fibras vegetales.
En Mesoamérica se avanzó aún más en el aprovechamiento de las aguas lacunares y se desarrolló una agricultura productiva por medio de huertas flotantes, las llamadas chinampas en los lagos mexicanos. 
En los cuerpos de agua de mayor extensión, como los lagos del valle de Anahuac en la meseta mexicana, el sistema lacustre Titicaca-Uyuni en la meseta peruano- boliviana y el Lago Cocibolca (o lago Nicaragua) en Nicaragua las superficies lacustres proporcionaban un ambiente adecuado para la navegación y el comercio entre las comarcas costeras en muchas civilizaciones que no habían desarrollado el uso de la rueda, cuyo sustituto comunicacional fueron embarcaciones lacustres de variado tipo. 
En muchos sentidos estos lagos representaban la prosperidad y la abundancia y permitieron el desenvolvimiento de sociedades complejas con densas concentraciones demográficas y elevada productividad.
La colonización europea produjo cambios profundos en la relación de las poblaciones con las aguas interiores del continente. Luego de cinco siglos de ocupación criolla de las costas lacunares el paisaje ya no es el mismo. 
Por lo pronto, su función para comunicación entre pueblos ya no fue necesaria de la misma forma. Las rutas lacustres fueron sustituidas por carreteras primero y luego por vías férreas. Los lagos ya no tenían la misma importancia. Con todo, todavía subsiste transporte lacustre en el lago Titicaca, y en mucho menor medida en el lago Cocibolca y otras lagunas costeras.  
Muchos lagos de América han sufrido la depredación humana, Algunos han desaparecido, como el lago Coipasa en el Altiplano. Otros se han reducido a una mínima expresión. Hay lagos que están contaminados y no albergan vida animal en sus aguas. Y finalmente están los degradados, que han perdido diversidad,  con especies extinguidas o en vía de extinción. Algunos lagos todavía sobreviven relativamente saludables, es el caso del Gran Lago Titicaca en el altiplano peruano-boliviano, y en menor grado los lagos Chapala y Cocibolca, en México y Nicaragua.

Un ejemplo: el lago de Nicaragua o Cocibolca

El Gran Lago de Nicaragua, llamado Cocibolca por los pueblos nahuas y Ukurikitucara por los guatusos y matagalpas fue durante mucho tiempo hogar de tiburones. Se trataba de una especie única de tiburones de agua dulce. Los científicos le llamaron Carcharhinus nicaraguensis. 
Es una especie que está estrechamente relacionada con el Tiburón Toro que abunda en los mares tropicales. 
Los estudios realizados permitieron comprobar que el Tiburón del Lago migraba por el río San Juan hasta el Caribe, al estilo del salmón, y luego regresaba. Esto fue ratificado por medio de algunos ejemplares etiquetados.
Antiguamente la especie era muy abundante. Si bien había cuentos acerca de su agresividad, de ataques a las personas, del peligro que podían representar, en los hechos era una pez bastante inofensivo.
En el año 2004 se informó que en las aguas del río San Juan se estaba produciendo una masacre de la especie a consecuencia del altísimo precio que se pagaba por la aleta del animal en Japón y otros países de Oriente. Se mencionaba la cifra de 256 dólares por libra (más de 500 dólares el kilogramo). La pesca indiscriminada aún continúa y se piensa que el tiburón del lago esté a punto de extinguirse. 
O tal vez ya se extinguió.
Subió el Ukurikitucara siempre dulce. 
Del lado del amor, 
el amor fue más grande que las heridas; 
América herida 
amputada, incomunicada; 
no sé que otra muerte te acecha. 
Hay un luto de angustia 
porque alguien está muriendo, 
una muerte lenta, en Posoltega.
Extraido de “Poemas recién llegados del tintero”
De "Crónicas de la Peripecia Humana", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones.


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